Más objetivos antigolpes: evitar cuatro jornadas seguidas sin ganar

El empate del Real Zaragoza en Albacete el último día alivió el riesgo de enlazar 3 derrotas en 12 días. Ahora, ganar al Osasuna es obligado para no encadenar un mes sin victorias.

Imagen del último partido del Real Zaragoza en La Romareda, ante el Lugo, saldado con derrota por 0-2. Marc Gual intenta marcharse de dos defensores gallegos, en falta.
Más objetivos antigolpes: evitar cuatro jornadas seguidas sin ganar
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Anda metido el Real Zaragoza en su primer laberinto del año, un lío de callejones estrechos, tapias a diestro y siniestro, pasadizos oscuros y suelo áspero a donde cayó en Almería, tras perder 2-1 el pasado día 16 de septiembre. La salida, única como la de todos los laberintos, ha de llegar a través de una victoria, como siempre rige en el mundo del fútbol. Y urge que sea este lunes ante el Osasuna en La Romareda, porque los tiempos y las circunstancias empiezan a apretar a un favorito a estar en la cabeza de la tabla como es el cuadro zaragozano.

El duelo ante los navarros es, entre otras varias y diversas cosas, una cita límite para diluir cotas peligrosas de tinte negativo en el apartado numérico y ambiental. Si en Albacete, el objetivo supremo en este sentido giraba en torno a evitar enlazar 3 derrotas consecutivas (tras haber caído ante el Almería y en casa con el Lugo), fin que se logró in extremis con el 2-2 en remontada postrera tras un preocupante primer tiempo con 2-0 abajo, este lunes ante el Osasuna sobreviene a los zaragocistas una tarea de parecidas dimensiones. Ahora, tras haber concatenado 3 jornadas seguidas sin vencer, la misión consiste en que ese bache no se alargue hasta 4 partidos lejos de los triunfos.

Una racha así nunca es recomendable para nadie. Mucho menos para un equipo que aspira a cotas altas y, en el segundo mes de competición, anda descarrilado en tal medida. Por eso, superar al Osasuna en esta 8ª jornada es fundamental para los de Idiakez, para el equipo que tutelan Lalo Arantegui y José Mari Barba desde la cabina de mandos. La medicina de los 3 puntos no puede faltar este lunes pues, de no ser así, el balance parcial de los últimos 30 días dirá que el Real Zaragoza solo habrá sumado 2 puntos de 12 (si ante los osasunistas se empatase) o un punto de 12 (si el colofón del choque ante los navarros fuese una derrota). No hay alternativa buena al necesario triunfo. Las cifras, la dinámica depresiva aprieta sin paliativos.

El año pasado, el Zaragoza de Natxo González alcanzó dos veces ese efecto socavón de 4 jornadas seguidas sin ganar. Entre las jornadas 10 y 13, así le ocurrió: 1-1 contra el Osasuna en casa; 2-2 en Sevilla ante el filial hispalense; 0-0 ante la Leonesa en La Romareda y derrota por 3-1 en Huesca (un tramo con 3 puntos sumados de 12 disputados). De ese lío primero, aquel equipo zaragocista salió derrotando 3-2 al Rayo Vallecano. Pero fue fugazmente, pues reincidió enseguida, entre las jornadas 18 y 21, al final de la primera vuelta: derrota por 0-2 ante el Cádiz; 0-0 en Albacete; nuevo traspié en Valladolid por 3-2; e igualada, 1-1, ante el Barcelona B en La Romareda (Ahí, con 2 puntos de 12, Natxo González las estaba pasando canutas en el interior del club, con el equipo moviéndose en las posiciones 14ª, 16ª y hasta 17ª y 18ª puntualmente). Es natural, sucede por decantación, que este tipo de tacadas negativas derive en dificultades clasificatorias y de credibilidad, mucho más si la exigencia es máxima.

Hace dos años, cuando todo fue mucho peor en la liga y se bordeó el descenso a Segunda B, el Zaragoza inicial, el que dirigió Luis Milla, se fue hasta las 6 jornadas seguidas sin ganar. Ocurrió, tras un buen inicio, entre las jornadas 6 y 11. Y, tamaña racha, se llevó por delante al entrenador turolense. Empató en el arranque del bache letal a cero en Tarragona; perdió 2-1 en Soria con el Numancia; empató en casa 1-1 con el Córdoba; cayó 2-1 ante el Sevilla B en el Pizjuán; fue derrotado por 1-3 ante el Elche en La Romareda; y volvió a igualar, 0-0, en Valladolid. No se sostuvo ese descarrío y hubo cambio de técnico.

Eso sí, la paradoja final de aquel caótico curso fue que, César Láinez, el tercer inquilino del banquillo tras relevar a Raúl Agné en marzo, capitaneó la salvación final del Real Zaragoza para no caerse fuera del fútbol profesional ¡a base de 7 jornadas, las últimas, sin conocer el triunfo! El equipo blanquillo ganaría su último duelo ese año en Miranda, 0-1, el día de San Jorge, el 23 de abril. Y se acabó. Los 7 partidos de la desembocadura del torneo fueron una derrota ante el Getafe en casa por 1-2; otro chasco en Reus, por 1-0; empate en La Romareda ante el Cádiz, 1-1; otra igualada, 0-0, en Oviedo; otras tablas como locales, 1-1 ante el Rayo Vallecano; el decisivo empate, 0-0 en Gerona; y el corolario al desastroso año con la derrota por 1-2 ante el Tenerife ante el público aragonés. Aun así, ese sector de 4 de 21 puntos fue suficiente para sobrevivir.

Y si el análisis de estos fenómenos lo hacemos retroceder hasta la liga 2014-15, con Víctor Muñoz en su arranque, volvemos a encontrar otra serie de 4 partidos seguidos sin ganar que trajo efectos secundarios. Fueron entre la jornada 11 y la 14: derrota 2-3 en La Romareda; otra más en Gijón por 3-1; empate 2-2 con el Betis y un nuevo batacazo en Soria ante el Numancia por 2-0. Aquello, ese un de 12 en un mes cruzado, supuso el adiós de Muñoz al Zaragoza por última vez.

Esta es la orientativa jurisprudencia que obra en poder de cualquier analista. Esto es lo que ha sucedido recientemente cuando las cosas se han ido por los derroteros por los que podrían desembocar una vez más ahora de no mediar la perentoria victoria ante el Osasuna este lunes. Porque, además, en el microscopio también se aprecia que, de este tipo de baches, algunas veces, también surgen dinámicas positivas de impredecible pronóstico previo. La segunda vuelta del año pasado, con el apurado y doblemente indultado Natxo González al frente de la película, es el mejor, más cristalino y más histórico caso de la trayectoria del Real Zaragoza. Así que, por si acaso, en todos los sentidos, es necesario hacer fuerzas desde todos los puntos de influencia para que el Real Zaragoza acabe la 8ª jornada con los 3 puntos en su casillero tras recibir al Osasuna. El lema del día podría ser "más golpes, no". Una alegría, en plenas fiestas, vendría de maravilla.

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