Una película de 180 minutos

El Real Zaragoza hizo en Los Pajaritos lo que tenía que hacer en un partido de ida de eliminatorias jugado fuera de casa: no perder y marcar un gol que, de momento, le permite una ligera ventaja de cara a la vuelta, en su estadio, en La Romareda.

Los futbolistas del Zaragoza, al concluir el partido de Los Pajaritos.
Los futbolistas del Zaragoza, al concluir el partido de Los Pajaritos.
Jose Miguel Marco

El Zaragoza se sentó en el escritorio, sacó los apuntes, el estuche de los lápices y bolígrafos, abrió el cuaderno, puso a Zapater a tirar una falta, la lanzó, la pelota cogió un vuelo mágico, se embaló y acabó donde solo acaban los goles fabulosos y extraordinarios. Así, de este modo, el equipo de Natxo González cumplió con los deberes que le habían exigido en la visita a Soria, en la cita inaugura de las eliminatorias de ascenso a Primera División: no perdió, marcó fuera de casa y ahora deberá confirmar su ligera ventaja en La Romareda, el próximo sábado, con su gente, en el lugar donde se siente seguro, firme y poderoso.

El Zaragoza exhibió contra el Numancia un fútbol aplicado y oportuno según los momentos y la fisonomía de este tipo de enfrentamientos. Demostró no solo saberse el temario de estos duelos, sino también redactarlo y pulirlo durante el largo y el ancho del encuentro. Hizo lo que tenía que hacer en un partido de ida fuera de casa en el formato de eliminatoria doble. Jugó en clave del rival y de los 180 minutos que dura esta película siempre y cuando no se estire hacia una prórroga.

Conforme el metraje del partido fue avanzando y el gol fuera de casa fue ganado valor, el Zaragoza pasó a minimizar riesgos, protegerse con la pelota y manejar las necesidades del Numancia. Tenía abierta la ventaja y ante todo era cuestión de mantenerla. El conjunto soriano deberá visitar La Romareda sin ánimos especulativos, tiene que marcar si quiere pasar. Al Zaragoza le valdría el 0-0 en su estadio e incluso el 1-1 al final de una hipotética prórroga. Pero haría mal en jugar a los cálculos porque hay una cosa que ya es firme: si vence el sábado en La Romareda, estará en la siguiente ronda, en la definitiva, en la que abre la última puerta hacia la escalera a Primera División.

Zapater le puso almíbar a la pelota que ahora hace que el Zaragoza tenga la eliminatoria con viento a favor. Una golpe excelso, pero sobre todo tempranero. A los cuatro minutos, el equipo aragonés ya había completado el primer requisito de su misión a Soria. Desafortunadamente, un desajuste en una buena superioridad en banda del Numancia, habilitó la rápida respuesta rival, en un rechace que pudo ir a muchos sitios, pero fue al pie de Guillermo, y al que no llegaron por los pelos ni Delmás ni Cristian. A los cinco minutos, el partido estaba igualado pero la eliminatoria ya era otra, con el Zaragoza abrazado a su gol.

El partido se movió entonces en un equilibrio de fuerzas, con el Numancia explotando los costados y ametrallando de centros el área del Cristian, unos envíos que Grippo –respuesta de Natxo este miércoles a esa virtud del rival– y Verdasca controlaron con cierta solvencia. El Zaragoza, muy tapado por dentro, donde es fuerte con la pelota, buscó juego largo. Pero el duelo no tenía un duelo claro. El factor de desequilibrio fue la entrada de Febas en la segunda mitad. El Zaragoza pasó a imponerse y a llevar el partido y la eliminatoria a su terreno. Su plan fue asegurar la posesión y cerrar el área.

El tiempo parecía dominarlo el Zaragoza, a quien se le apreció más entero, como si los hilos de lo que sucedía estuvieran en sus manos. Sabía que tenía un buen resultado ya en la bodega del autobús de regreso. Le queda ahora rematarlo. La primera lección está aprobada. Ahora le falta completar el examen de 180 minutos. Lo tiene bien, pero sigue sin ser fácil: una derrota sería letal. Conviene recordarlo entre la traicionera dulzura de un empate con gol fuera.

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