Undécima promoción en la vida del Real Zaragoza

Jugó la última hace tres años, con aquel gol de Las Palmas a 7 minutos del final que impidió el regreso a Primera División. En los 10 precedentes, el club blanquillo tuvo éxito en seis: logró cinco ascensos y una permanencia. Falló cuatro veces­­­­.

Las Palmas, el último partido en una promoción.
Las Palmas, el último partido en una promoción.
Oliver Duch

Es momento de actualizar la historia de las promociones del Real Zaragoza. Una competición que no es ajena a la historia del club. Al contrario, con la de este año, serán ya 11 las disputadas en la octogenaria vida del club. Han pasado solo tres años desde que se jugó la última. Una fase de la competición concebida como aderezo extraordinario a la liga regular que, en diferentes tramos de la vida del fútbol español ha tenido vigencia y, en otros muchos, ha estado abolida por completo. Un método selectivo que se ha utilizado puntualmente, según las modas y los gustos de los regentes de la Federación Española –ahora, la Liga de Fútbol Profesional– para decidir ascensos, descensos o permanencias en las categorías de élite.

El Zaragoza se dispone a retomar una senda que, en los albores del club –años treinta, primeros cuarenta y los cincuenta del siglo pasado– fue un hábito y que, sin embargo, en los tiempos modernos prácticamente nunca transitó.

El último episodio de promoción en el que el Real Zaragoza formó parte del reparto de protagonistas tuvo lugar en junio de 2015. Acabó 6º en la liga, eliminó al Girona sorprendentemente en la semifinales del ‘play off’ (remontando un 0-3 de la ida con un 1-4 para la historia del fútbol mundial) y cayó in extremis en la vuelta de la final en Las Palmas, con un fatal gol de Araujo, el 2-0, a falta de solo 7 minutos para el final del choque último.

El antecedente promocional que se tenía en el cerebro y la retina del zaragocismo cuando se vivió ese momento de hace un trienio era mucho más lejano en el tiempo. Databa de junio de 1991, es decir, 24 años atrás. Entonces, peleó por la permanencia en Primera División contra un aspirante al ascenso desde Segunda, el Real Murcia. Ese pasaje ante los murcianos fue durante una larga horquilla de 59 años, la única rareza en forma de promoción, dado que la anterior a aquella de 1991 se había disputado en 1956.

Este reencuentro con los partidos de promoción en junio de 2018 ya no suena tan raro como el que se sintió hace nada, justo en la llegada a la propiedad de la SAD de los patronos de la Fundación Zaragoza 2032 tras la demolición del agapitismo. Será la undécima desde el nacimiento del club.

Un hábito en los primeros pasos

En sus primeros 10 años de andadura, aquel incipiente club, entonces aún Zaragoza FC (lo de Real no se añadiría hasta 1951), llegó a disputar hasta cinco promociones. Las dos primeras, en 1933 y 1934, para intentar salir de la Tercera División, pozo en el que tuvo que empezar a competir tras su génesis. Falló a la primera intentona, donde el Sabadell aguó el ascenso en Torrero de manera inesperada, echando por tierra una notable trayectoria de los zaragocistas en una larga y dura fase programada en eliminatorias a ida y vuelta, hasta cuatro. Justamente igual mecanismo de competición que el que rige ahora, eso sí, solo con la necesidad de superar dos cruces para lograr el objetivo del ascenso. Baracaldo, Logroño y Valladolid habían caído antes a pies de los aragoneses, pero ese esfuerzo resultó inútil al final.

En el segundo asalto al ascenso a Segunda, un año después, el Zaragoza volvió a fallar in extremis en la promoción. Pero la reestructuración y ampliación de las categorías superiores, acabó dejando en anécdota esa fase de ascenso y el 90 por ciento de los participantes en ella subieron en los despachos. Entre ellos, el Zaragoza.

El primer gran éxito obtenido sobre los terrenos de juego llegaría en el cuarto año de vida del club. En 1936, poco antes de estallar la Guerra Civil Española, los Alifantes culminaron su debut en Segunda con el ascenso a Primera División. Un brillantísimo curso que debieron culminar en la promoción, pues era el filtro obligado entonces para subir a la primera categoría. El Zaragoza se batió en una liguilla de seis equipos con el Celta, el Arenas de Guecho, Murcia, Gerona y Jerez, en la que los dos primeros subían. Y fue segundo, tras los vigueses. El conflicto bélico que destrozó España durante tres años, entre julio de 1936 y abril de 1939, demoró posteriormente de manera inevitable el estreno zaragocista entre los mejores hasta un trienio después de aquel ascenso.

El cuarto episodio promocional tuvo el sentido inverso para los zaragocistas, lamentablemente. En la liga de Primera, en su segunda participación, el Zaragoza quedó penúltimo (11º). Y tuvo que defender su puesto con el 4º de Segunda, el Castellón, aspirante al ascenso en una promoción que, ese año, estaba diseñada a partido único en campo neutral. El duelo, a cara o cruz, se jugó en Chamartín (actual Santiago Bernabéu) y saltó la sorpresa. Ganó el Castellón 3-2 y los aragoneses perdieron la categoría tristemente.

Doce meses después, en su rol de favorito de Segunda, el Zaragoza cumplió durante la liga 41-42 y pugnó, de nuevo en la obligada promoción, por recuperar su sitio en Primera. En la clásica liguilla a seis, el Betis y los zaragocistas fueron los mejores y dieron el salto arriba dejando atrás a Murcia, Sabadell, Sporting y Salamanca.

Las liguillas de los cincuenta

El lustro final de los años cuarenta supuso un calvario societario y deportivo para el Zaragoza. Fue un tiempo de crisis económica, de malas gestiones en el club, que acabó incluso con sus huesos en Tercera División durante dos campañas y estuvo al borde de la desaparición. Seguramente, ese fue el periodo más parecido, por sus efectos nocivos y demoledores para la ilusión del fútbol en la ciudad, a la década vivida por el Zaragoza contemporáneo a causa del letal agapitismo. El triturado club que heredaron los gestores de la Fundación Zaragoza 2032 con el objetivo de evitar la desaparición, la liquidación de toda esta historia, está intentando salir de una crisis financiera y societaria sin parangón que, en todo caso, podría asemejarse a aquellos tiempos de hace más de medio siglo.

La salida del infierno al que se vio abocada la entidad a mitad del siglo XX la encontraría el recién nombrado Real Zaragoza en la primavera de 1951. Y lo hizo, de nuevo, a través de una nerviosa promoción. En la liga regular, el Sporting de Gijón fue mejor y ascendió directamente. El cuadro zaragocista debió pelear en otra liguilla de seis en la que, como novedad, participaban cuatro aspirantes de Segunda y dos de Primera (el antepenúltimo y el cuarto por la cola) que estaban castigados a defender su puesto en la élite. Los dos primeros, se ganaban la plaza entre los mejores el año siguiente. Y, de la mano de Las Palmas, el Zaragoza logró ese objetivo, superando a Málaga, Murcia (los dos ‘primeras’), Sabadell y Salamanca.

Pero el club era todavía inestable y volvería a descender. En tiempos donde las promociones eran el momento estelar de la temporada para muchos clubes ascensores, el Real Zaragoza aún disputaría dos más hasta conseguir estabilizarse con cierta regularidad en Primera. En 1955, con resultado negativo, pues los dos ‘primeras’ que defendían su puesto en la liguilla de seis, Español y Real Sociedad, ese año sí lograron imponer su jerarquía y dejaron a los aragoneses, al Oviedo, al Atlético Tetuán y al Granada sin opciones. Un año después, en 1956, El Zaragoza y el España Industrial sí ganaron la promoción , por encima de Oviedo, Murcia, Betis y Alavés.

Enseguida, llegaron Los Magníficos. Después, Los Zaraguayos. Más tarde, el equipo de Beenhakker. Etapas sobresalientes, con títulos, clasificaciones excepcionales, participación en las competiciones europeas y una calidad de fútbol de alta escuela que, durante los años sesenta, setenta y ochenta, alejaron al Zaragoza del mundo de las promociones. Además, cuando accidentalmente el equipo cayó a Segunda en este tiempo, el sistema de promoción estaba derogado y solo se ascendía directamente.

Solo el referido episodio ante el Murcia en 1991, en el que se defendió la categoría de Primera con la permanencia, hizo de puente entre los tiempos del fútbol en blanco y negro y los de color. Ahora, el 2018, llega la segunda promoción de la era digital. Que sea para bien.

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