Todos, en la hora de la verdad del Real Zaragoza

Papunashvili y Mikel González volvieron al once inicial. Vinícius, Oyarzun y Ángel Martínez jugaron tiempo después. Toquero y Verdasca tocaron el banquillo... Ante el Lorca, fue día de alistamiento general.

Los jugadores del Real Zaragoza celebran el 1-0 marcado por Papunashvili en el partido ante el Lorca FC.
Todos, en la hora de la verdad del Real Zaragoza
José Miguel Marco

A bote pronto, la mente tiende a quedarse en el análisis de un partido como el que ayer jugó el Real Zaragoza ante el Lorca FC con el vital triunfo aragonés que estira un poco más la sobresaliente racha de resultados de la segunda vuelta. Es el núcleo de lo ocurrido.

Simultáneamente, el cerebro invita a fijarse en la clasificación de inmediato para poder ver, con gusto, que la zona de la pelea por el ascenso queda ya ahí mismo, a mano de los zaragocistas. Enorme estímulo anímico, ahora ya palpable tras varias semanas de remar y escalar sin efectos visibles en la tabla a consecuencia del enorme retraso y déficit de puntos acumulado en una deficiente primera mitad de torneo.

Asimismo, en una matinal como la de ayer en la que el Zaragoza fue tan superior al vicecolista, quien más y quien menos puede considerar que, en esta etapa de bonanza en la solvencia de la plantilla, en los detalles de la fortuna y en las rentas numéricas, el equipo blanquillo ya es capaz de ganar partidos sin tener que forzar la máquina, dándose ratos de asueto a sí mismo y sin el prurito de hacerle sangre a un rival malherido. Eso pareció durante muchas fases del duelo ante los lorquinos. Como si el Zaragoza solo forzase la máquina ante cuando lo necesitaba de veras, graduando su potencia como hacen los grandes. Un síntoma hasta ahora, por supuesto, nunca apreciado por aquí en lo que va de curso, donde el sufrimiento y la insuficiencia motora fueron siempre las monedas comunes.

Pero siendo, todos estos, detalles de hondura en la evaluación del presente zaragocista, tal vez los rasgos más útiles, los inputs de mayor profundidad personal y humana que recibió el equipo ayer estuvieron relacionados con el mensaje que les llegó desde el banquillo en forma de guiño de reclutamiento general.

A Natxo González, ciertamente, le vino bien que, ante un adversario menor en la categoría, que camina con claros síntomas de asfixia a estas alturas de marzo y su desahucio de la categoría parece inminente, se le juntasen las bajas por sanción de Grippo y Pombo y, también, la del Buff por la lesión que sufrió el día anterior en Soria. Después de mes y medio de mutación radical en sus conceptos previos y de dejar de lado sus clásicas rotaciones –a veces exageradas, como en Albacete o Valladolid antes de Navidad–, Natxo tuvo que aparcar momentáneamente su modus operandi de los últimos 45 días, el del equipo fijo y sabido de memoria por todo el mundo, y volver a tirar de banquillo.

Se trataba de un partido perfecto para introducir dos cambios de envergadura, como lo eran cambiar un defensa central y un delantero. Eso le permitió devolver a la titularidad a Mikel González y a Papunashvili. El vasco no jugaba desde Zorrilla, el 19 de diciembre (casi tres meses). El georgiano no era titular desde Granada, en la última derrota, el 19 de enero (casi dos meses).

Pero es que, además, dentro del abanico de posibles escenarios que podían darse en este choque ante los murcianos, acabó surgiendo el que patrocinaba la inclusión de tres sustituciones diferentes a las habituales, en las que los menos utilizados por Natxo sintieran de nuevo el olor de la hierba pisada dentro del campo. Con todo en ventaja, el último cuarto de hora permitió al técnico devolver al rol de útiles a los Vinícius, Oyarzun y Ángel Martínez. Aunque fuera anecdóticamente, los tres volvieron a jugar unos minutos tras muchas semanas de ostracismo por mor del volteo de criterio de Natxo en el manejo de la plantilla, hecho que ha terminado siendo el sostén de la reacción del Zaragoza.

También Toquero y Verdasca se sentaron en el banquillo tras muchos días fuera por motivos diferentes. El punta vitoriano retornó a un acta tras caer lesionado el 5 de enero. El central luso lo hizo después de tres semanas de grada y ropa de paisano a causa de su mal rendimiento durante largo tiempo.

Fue un día de gran utilidad grupal para Natxo. Llovido del cielo. Porque, en la hora de la verdad, todos pueden ser necesarios.

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