Color esperanza

El Zaragoza recibe hoy, en su mejor momento del curso, al potente Oviedo. Un triunfo robustecería las aspiraciones y la moral de un equipo que quiere mirar la zona alta de la tabla.

Buen ambiente en el entrenamiento: Borja Iglesias, en un gesto cómplice con Toquero, entre las sonrisas de Ros y Mikel González.
Buen ambiente en el entrenamiento: Borja Iglesias, en un gesto cómplice con Toquero, entre las sonrisas de Ros y Mikel González.
Toni Galán

Definitivamente, este Zaragoza cansado de andar y de andar, de caminar siempre girando a este y secundario lugar, se ha pintado la cara del color de la esperanza. En Tarragona ya vimos que se ha quitado los miedos, que los ha sacado afuera. Este domingo ante el Oviedo tentará al futuro con el corazón. Lo que parecía imposible ya se puede intentar. La tristeza, en un día cada vez más cercano, pronto se irá. Saber que se quiere, querer que se pueda... Por fin el color de la esperanza.

Ha costado lo suyo, pero el equipo del león rampante se ha declarado creyente. Pero creyente de verdad, no esa sugestión inherente al inicio de toda travesía que aquí y en todos los lugares coincide con la apertura del calendario. Si otros años eran los nombres, este curso fue el de las sensaciones. El avance paulatino del ejercicio y la realidad incontestable de los resultados enfriaron las impresiones primeras. Así se clausuró un triste y aburrido 2017. El nuevo año trajo nuevos bríos, además de una facturación de puntos muy superior a la primera vuelta. Números de jerarquía en Segunda: 13 de los últimos 18 puntos, 10 de los últimos 12. Más datos: el Zaragoza ha marcado en sus últimos ocho encuentros. Junto a la creciente influencia de Cristian Álvarez, retratan a un colectivo por fin dominador de las dos áreas. Como consecuencia lógica, el alejamiento del peligro, con el descenso ya a ocho puntos. Y la aproximación a la promoción de ascenso a Primera, que queda a siete. Adiós al descenso: tranquilidad. Y este domingo, tres puntos ante el Oviedo para mirar de verdad al ascenso.

El nuevo horizonte del 2018 ha llegado tras la estabilización del once zaragocista. Natxo González ha dejado de darle vueltas al tiovivo del Zaragoza festivo, alegre e improductivo de la primera vuelta. Por fin se da sensación de solidez atrás, con Benito en el lateral derecho. En el centro de la defensa, la desaparición de Verdasca ha aportado estabilidad. El goleador Grippo y Perone cumplieron. En la izquierda hemos encontrado al mejor lateral zurdo de la plantilla, Dani Lasure. En el medio, Natxo le ha puesto los galones a Eguaras. Zapater, Javi Ros y el chaval Raúl Guti se juegan los otros dos puestos. En el vértice superior del teórico rombo, Febas desempeña el rol titular, aunque Buff ofreció unos minutitos muy buenos en su última comparecencia en La Romareda. Febas llega a la cita de hoy con un dedo de la mano fracturado. Férula mediante, podrá jugar ante el Oviedo.

Arriba, Pombo anhela celebrar otro gol de valor triple, aunque ahora ya halla el auxilio de Borja Iglesias. Acostumbrado a golear, el ariete gallego parecía confundido en este fértil arranque zaragocista de 2018. Era la nota disonante. Erraba hasta los penaltis. El problema era grueso: Borja no se iba de nadie, no participaba, solo chocaba contra los defensas rivales. De esto apenas hace dos partidos, en Alcorcón. Su rehabilitación resulta fundamental en cualquier aspiración. Con un ariete que percute y un portero que para (nos habíamos olvidado del hombre fundamental, Cristian Álvarez), todo resulta mucho más sencillo en un equipo en el que por fin coinciden las sensaciones con los resultados.

No hemos hablado nada del rival, el Oviedo. Señor equipo. Y señor entrenador, Anquela. Pero el Zaragoza sabe que la cuestión esencial es el mismo Zaragoza, que este domingo puede ganar su cuarto partido consecutivo en La Romareda. Ojo, el mismo número que todos los ganados al abrigo de su afición en 2017. ¿Es para estar esperanzados o no? Pues eso. Después de escuchar canciones tan manidas como la fiabilidad (banda sonora del último verano) o la tabarra de las sensaciones y tal, por fin el Zaragoza canta con alegría y se pinta la cara del color de la esperanza. Saber que se puede, querer que se pueda, tentar al futuro con el corazón...

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