La amarilla retirada a Buff, un retrato a Pérez Pallas y al criterio arbitral

El Comité de Competición, a instancias de las alegaciones del Real Zaragoza y de las imagenes del partido ante el Alcorcón, anuló la tarjeta del suizo. Una metáfora.

Oliver Buff, controla el balón durante el partido.
La amarilla retirada a Buff, un retrato a Pérez Pallas y el criterio arbitral
Guillermo Mestre

Quédense con esta imagen del pos partido del Real Zaragoza ante el Alcorcón. Una metáfora monumental. El Comité de Competición retiró a la primera la tarjeta amarilla que, increíblemente, el árbitro gallego Pérez Pallas mostró al zaragocista Buff nada más salir al campo, en el minuto 60.

Los jueces de la primera instancia federativa hicieron caso, obviamente, a las alegaciones presentadas de inmediato por el Real Zaragoza y, tras visualizar brevemente el vídeo adjunto, no tuvieron más remedio que anular el castigo disciplinario que Pérez Pallas decidió aplicar contra el suizo blanquillo. Un futbolista de toque, ofensivo, creativo, que siempre recibe, casi nunca da. Y que, por este fallo (nunca mejor dicho) del árbitro pontevedrés, se vio incorporado contra natura al listado de tipos bruscos de ese encuentro, junto a colegas del perfil de David Navarro, Esteban Burgos o Errasti, tres de los seis amonestados del Alcorcón el día de autos.

El singular colegiado vigués vio patada donde no hubo ni contacto. Enseñó la cartulina amarilla a Buff por "derribar a un contrario en la disputa del balón", según escribió en el acta. El Alcorcón clavaba los tacos en la espinillera de Febas un minuto antes y el juez del partido miraba al cielo silbando. Y, 60 segundos después, sus particulares ojos divisaban una acción punible, con tarjeta incorporada, de un Oliver Buff que ni tocó físicamente al adversario.

No hay más que hablar como corolario a lo vivido el pasado domingo en La Romareda ante los alcorconeros y con Pérez Pallas como elemento representativo del neocriterio arbitral que impera en el fútbol español al inicio de esta temporada 2017-18. Un desconcierto. Una actitud que, por ahora, en los choques del Real Zaragoza, viene favoreciendo las marrullerías y la reiteración en las jugadas antideportivas (antifutbolísticas, cabría decir) en contra del intento por generar fútbol plástico y de cierta calidad ofensiva (los agarrones por la espalda en los marcajes a Borja Iglesias tendrán, sin duda, otro apartado más adelante).

Ya pasó algo similar el primer día en Tenerife, con el emergente árbitro manchego Arcediano Monescillo (una decepción, con lo bien que parece venir) y su condescendencia con las patadas de Vitolo, el medio centro tinerfeñista que se puso como el Kiko de sacudir tobillos a Febas y demás jugadores zaragocistas ¡sin ver una sola tarjeta en toda la noche!

En Lugo, este viernes, el quinto arbitraje corre a cargo del valenciano (de Alicante) Ais Reig. Otro termómetro para calibrar si el problema es que el Zaragoza toca demasiado el balón, si el inconveniente es que Natxo González intenta jugar demasiado al toque con jugadores de cierto nivel técnico, o si el punto de disfunción se halla en la filosofía arbitral vigente, que tal vez aconseje abordar la Segunda División al 'estilo Bordalás' (antiguamente, 'estilo Maguregui'), de juego raso y patada al hombro, según reza el acervo popular hace décadas. Es decir, jugando al límite del reglamento, entendiendo por límite los dos lados de la raya, lo que vale y lo que debería estar prohibido y castigado y, sin embargo, los árbitros están tolerando. Habrá que tomar nota.

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