Indiscutible referencia ofensiva del renovado Real Zaragoza, Borja Iglesias materializa en sus 187 centímetros de estatura la esencia del equipo que han conformado la persuasión de Lalo Arantegui y la táctica de Natxo González. Un plantel joven, con ganas de crecer futbolísticamente en una de las entidades con más solera y prestigio de Segunda División y más que consciente del alto número de miradas que aún suscita gracias a su dimensión histórica.

El delantero gallego tratará de hacer olvidar a su predecesor, Ángel Rodríguez, cuyas 21 dianas impidieron el pasado curso la caída al abismo de la Segunda División B. La carta de presentación de Iglesias no puede ser mejor: 34 goles con el filial del Celta le erigieron como el máximo artillero nacional en la categoría de bronce hace tan solo unos meses.

El pasado domingo, el compostelano anotó ante el Granada su primer gol con la elástica blanquilla gracias un penalti que hábilmente provocó. Su firme disposición a lanzarlo es un signo inequívoco de confianza, aunque el gol se le haya resistido de momento fuera de los once metros. "Hasta ahora, para ser mis dos primeros partidos, me he encontrado cómodo", ratificó ayer. Unas buenas sensaciones con las que querrá continuar en el Nuevo Arcángel de Córdoba, adonde llegará fortalecido tras la "fuerza" que le demostró La Romareda hace tan solo cuatro días.

El punta de 24 años es consciente de sus habilidades. La buena capacidad de desmarque de la que ha hecho gala en estos dos primeros envites ligueros, especialmente en el último, se ha unido a una gran habilidad para maniobrar con su cuerpo y ganarle la posición a sus rivales. Una cualidad por la que se vio injustamente penalizado el domingo, cuando el colegiado Vicandi Garrido confundió envergadura y saber estar en el cuerpo a cuerpo con el uso de una fuerza excesiva, pero que resultará muy útil en el futuro. "Es lógico que a los jugadores que somos nuevos en la categoría se nos trate de forma distinta. Entiendo que poco a poco te irán conociendo, sabrán cómo eres y se encontrará ese equilibrio", explicó, comprensivo.

El ariete zaragocista pareció complementarse muy bien ante el conjunto de José Luis Oltra con la buena visión de juego de alguno de sus nuevos compañeros. "Los que jugamos por delante de él intentamos aprovecharnos de lo que ve, porque es especial", manifestó el gallego sobre Buff. Un anticipo de una conexión que habrá de trabajarse con el paso del tiempo y las jornadas, pero que podría hacer mucho bien al conjunto de Natxo González.

El balón parado, bien sea a través de los centros laterales servidos por Ángel Martínez y Alberto Benito o del buen golpeo en saques de esquina que exhibió Buff ante el cuadro nazarí, es otra de las facetas en las que el Zaragoza puede obtener un gran rendimiento gracias a la espigada figura de Borja Iglesias.

Pero, por encima de todos los recursos que puede aportar al equipo, prevalece el hambre de gol que ha traído a orillas del Ebro. Aunque el gallego no se marca una cifra concreta para esta temporada. "Es una cosa de que la que no suelo hablar mucho, porque al final siempre tiendes a ponerte un listón al que llegar. Y, cuando lo pasas, tiendes a relajarte. Ahora pienso en hacer el segundo y ayudar". Secundarios de peso como Gaizka Toquero le ayudarán a encarnar el papel protagonista que se le ha asignado en esta plantilla. Sobre el vitoriano, el punta contó que "no solo para mí, sino para el resto, te da esa fuerza que en el momento te falta. Porque solo verlo correr, trabajar como trabaja y aportar lo que aporta, te da vida".

Como espejo para Iglesias, las referencias de actuaciones goleadoras tan exitosas como la de Borja Bastón hace tres temporadas o Ángel el curso pasado. El potencial que se le intuye debe cristalizar. Es la hora de Borja.