Un Real Zaragoza muy verde cae ante el Mirandés de manera imprevista

Un gol a la salida de un córner mal defendido supuso el 1-0 final. Los de Natxo González estuvieron ciegos en ataque.

Partido de pretemporada del CD Mirandés contra el Real Zaragoza
Partido de pretemporada del CD Mirandés contra el Real Zaragoza
Daniel Marzo

Verde. Muy verde está este remozado Real Zaragoza según se desprende del segundo amistoso del verano ante un rival de Segunda B, el Mirandés, que se impuso por 1-0 en el campo de Anduva merced a un gol de Albístegui nada más empezar la segunda mitad a la salida de un córner muy mal defendido por los aragoneses. La ceguera ante el gol, sobre todo en la primera parte, y la falta de reacción en el segundo periodo condenaron a la inesperada derrota a los zaragocistas. Se trata de un claro aviso de que es necesario apresurarse para mejorar el nivel de solvencia de un bloque al que le afloran muchas más carencias que virtudes a estas alturas de pretemporada, cuando ya solo restan 20 días para el inicio de la liga en Tenerife.

El primer tiempo, con el presumido dominio del Real Zaragoza, dejó sensaciones agridulces por la incomodidad que generó la presión constante del Mirandés, un equipo recién descendido a Segunda B al que Pablo Alfaro y Jesús Seba -dos aragoneses y exzaragocistas- están todavía reconstruyendo de arriba a abajo. Los de Natxo González entremezclaron buenos momentos, acciones potables en ataque, con lagunas defensivas y, sobre todo, falta de compenetración en la línea de medios, donde predominó la espesura. El 0-0 del descanso supo a poco, porque el cuadro zaragozano volvió a fallar hasta cinco ocasiones claras ante el marco de Sergio Pérez, aunque también hay que citar dos buenas llegadas al área de los locales, que estuvieron en un tris de superar a Ratón en el primer cuarto de hora.

Verdasca fue novedad en la defensa, demasiado inestable con la pelota. Eguaras fue titular en la media en su antiguo estadio, con buenas hechuras hacia atrás pero sin soltura ofensiva. Xumetra tuvo otra oportunidad en el extremo diestro, sin enseñar lo que se espera de él en cuanto a profundidad y soluciones. Y Febas fue esta vez el mediapunta, totalmente acogotado entre los jugadores rojinegros, que no le dejaron respirar. Así, las mejores jugadas llegaron siempre por la banda izquierda, a través del lateral Ángel Martínez y las apariciones de Pombo, guadianesco por otra parte.

El Real Zaragoza pagó de nuevo su mala puntería. En condiciones normales, tendría que haberse marchado al intermedio en ventaja. No obstante, el primero en avisar fue el Mirandés, en una acción de Igor Martínez (ex del Lugo) en la que superó a Grippo y, solo en el área, remató duro fuera, rozando el palo en el minuto 3. Dos más tarde, Borja Iglesias dio la réplica, errando un gol a bocajarro al rematar alto en el área chica un balón dejado por Xumetra tras un centro del vertical Ángel Martínez.

Sería de nuevo Igor Martínez, el más destacado de los burgaleses, quien rozaría el tanto en el 16. Tras una falta lateral mal defendida -la defensa zonal en estático necesita mucho pulimento aún por parte de Natxo-, el ‘7’ mirandés voleó solo en el área con todo a favor, fuera por centímetros cuando el gol ya se cantaba, con Ratón batido. Ahí se le acabó la inspiración a los de Pablo Alfaro. En los sucesivo, hasta cuatro llegadas nítidas del Real Zaragoza aglutinaron el fútbol de ataque del duelo.

Xumetra falló de cabeza en el 25 otro centro de Ángel Martínez al corazón del área y el portero local envío a córner junto al larguero. De la salida del saque de esquina llegó la más clara opción zaragocista: Grippo se elevó con poderío y su cabezazo franco se estrelló con violencia contra el palo derecho. Una pena. Pero el suizo demostró que es un arma útil este año en el balón parado. En el 33, Pombo marró un gol hecho, tras la mejor jugada ligada del Zaragoza, iniciada por Xumetra, con un buen desmarque de Iglesias y un toque final de Febas que dejó solo al canterano, cuyo derechazo se estrelló en el cuerpo del guardameta Sergio y se fue a córner.

Por fin, en el 38, de nuevo por alto, Borja Iglesias concluyó con un testarazo en parábola otro balón colgado al área rival y Sergio Pérez detuvo en la misma raya con apuros. El Real Zaragoza hacía daño por arriba, buena cosa en comparación con el año precedente. Pero falta tino, acierto, soltura y confianza a la hora de la verdad. Natxo González censuró a sus hombres varias veces el exceso de toques en el manejo del balón, sobre todo a Pombo. No quiere que nadie ralentice las transiciones, pide celeridad y profundidad para poder sorprender y no ser un equipo previsible y plano.

Tras el descanso, entraron en juego Jesús Valentín, Zapater, Papunashvili y Buff. Cambios de relevancia por sí mismos. En el Mirandés, que solo tiene 12 futbolistas del primer equipo, solo se cambió al portero. El inicio del segundo tiempo volvió a tener a los de Burgos como protagonistas en ataque, con dos llegadas peligrosas de Borja Sánchez en apenas dos minutos. En la primera, Verdasca, rápido, se cruzó a tiempo para salvar el gol. En la segunda, su disparo claro se marchó fuera cerca del poste. Fueron el aviso del 1-0 que aguardaba enseguida. Lo marcó Albístegui, en el minuto 50, solo en el segundo palo a la salida de un saque de esquina fatalmente defendido por esa defensa en zona que chirría.

El gol sirvió para que el Real Zaragoza acelerase el ritmo con el balón, lo que favoreció pérdidas evitables en muchas jugadas francas. A los de Natxo les costaba mucho rebasar las líneas de un bien plantado Mirandés. Buff intentaba mezclar con el insistente Ángel Martínez por la izquierda. Papunashvili no lograba engranar por la derecha con Benito. Y Febas continuaba perdido en el centro del ataque. De todo ellos derivó que Borja Iglesias estuviera desabastecido todo el tiempo. Los blanquillos no pisaron el área rival en 20 largos minutos de desconexión.

Natxo metió en juego a Raúl Guti y Oyarzun por el cansado Eguaras y el desdibujado Febas. El Mirandés también empezó a meter oxígeno, con su gente del banquillo procedente del filial, de Regional Preferente. Poco después, también entraron Delmás, Lasure y Zalaya para cambiar por completo la línea de zagueros. En ese ínterín, ya con 21 minutos transcurridos, llegó el primer remate a puerta del Real Zaragoza. Fue un mano a mano de Borja Iglesias, que arrancó desde la línea de tres cuartos, y estrelló su chut en los pies del portero Limones. No está teniendo suerte el gallego en sus primeros lances como ariete blanquillo. A falta de 18 minutos, fue sustituido por el filial Rubio para completar la totalidad de cambios en el habitual carrusel de los ensayos veraniegos.

Se encaró el último cuarto de hora con el partido roto, el Zaragoza deshilvanado y el Mirandés pletórico de ánimo por el inesperado marcador favorable del que gozaba. Cierto es que los resultados, a estas alturas, son lo de menos. Que lo más importante es que la plantilla se conozca, que crezca día a día en cohesión. Pero, sin duda, con triunfos todo es más fácil, más favorable. Y al Real Zaragoza le está costando arrancar. De tantas sustituciones, resultó que los mirandeses notaron menos la merma que el equipo de Natxo. No era lo esperado.

Faltó calma, cerebro, poso para afrontar la recta final del encuentro con el tanteador en contra. La superioridad presupuesta del Real Zaragoza no asomó por ningún sitio porque todo el mundo hizo la guerra por su cuenta. Ese nerviosismo que, en días de pruebas, no debería aparecer. Al Mirandés le resultó sencillo sujetar el triunfo ante este panorama. Destruir siempre es más fácil que construir. A los de Natxo el reloj se les echó al cuello y los ahogó en cada minuto que transcurría hacia el 90. No se vio a Buff, ni a Papunashvili. Tampoco a Oyarzun. Demasiada ternura en líneas generales. Así que toca espabilar de lo lindo.

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