La portería, un asunto de máxima importancia y responsabilidad para Lalo

Después de muchos años de inestabilidad y malas elecciones, encontrar un guardameta solvente es una tarea de fina orfebrería para el Real Zaragoza.

Primer plano de una portería de La Romareda.
Primer plano de una portería de La Romareda.
Guillermo Mestre

La portería del Real Zaragoza quema hace demasiado tiempo. Nadie se instala en ella con seguridad, con continuidad, con solvencia, con garantías. Los guardametas pasan a una velocidad incluso superior a los entrenadores desde hace más de una década... y eso ya es decir mucho. Este verano de 2017, por enésima vez, el Real Zaragoza está moviéndose con intensidad en el duro y caro mercado de porteros en busca de otra apuesta para el puesto de titular. Es una espiral inacabable desde, probablemente, los tiempos de Cedrún (en lo relativo a un largo periodo de constancia) y, posteriormente, en mucha menor medida, de Láinez o César Sánchez. Hasta el internacional Juanmi, que tuvo un año sobresaliente (en el que el Real Zaragoza aspiró a ganar la liga) careció de un ritmo largo y firme de rentabilidad cuando estuvo en Zaragoza.

Esta vez le toca la ardua tarea y la gran responsabilidad a los miembros de la nueva área deportiva, Lalo Arantegui y José Mari Barba. Hace tiempo que intentan hallar un portero que arraigue y convenza en Zaragoza después de una larga serie de fracasos y malas campañas de quienes fueron apuestas de los anteriores responsables del club en ese ámbito futbolístico.

El último fiasco lo encarna el portero Irureta, que vino de la mano de Juliá con la vitola de titular veterano y experimentado en el pasado mes de julio. El vasco lleva cinco meses destarifado en la plantilla. No cuenta y tiene la recomendación de buscarse una salida hacia otro lugar. La figura de Saja, el argentino de 38 años que vino como parche en enero, asumido estaba que era algo pasajero. Y Ratón, el joven procedente del filial que ha terminado jugando más partidos este año en el once inicial, todavía no alcanza el grado suficiente como para depositar sobre él toda la carga de rango que exige el proyecto del Real Zaragoza en el futuro inmediato.

Irureta ha sido el último mal paso en la elección de porteros. Antes tampoco cuajaron, por diversos motivos, Manu Herrera, Bono, el joven Whalley, el casi inédito Alcolea, el longevo Leo Franco... esto, dentro del marco cronológico de los cuatro años ya vividos en cadena en Segunda División.

Pero el mal de ojo viene de más atrás. El Real Zaragoza bajó de Primera con Roberto Jiménez. El madrileño, que pareció caer de pie en una de las milagrosas salvaciones previas al desastre final, no alcanzó nunca un nivel aceptable de regularidad, dentro de un equipo que no generaba seguridad atrás y hacía encajara demasiados goles a cualquiera. Roberto, irregular y discutido al final, tampoco pasó a la historia como un guardameta de largo recorrido y de poso en el vestuario y entre la afición. Con él, Leo Franco ya vivía aquel vestuario como suplente habitual.

En los tiempos pre-Roberto, tampoco dio consistencia al marco blanquillo el andaluz Toni Doblas. Mucho menos, el criticado Carrizo, también traído desde Argentina para volver de retorno en pocos meses por su deficiente rendimiento. El veterano López Vallejo, con años buenos en su juventud osasunista o madurez onubense, se marchó del fútbol en Zaragoza con mucha más pena que gloria. No alcanzó los mínimos que ya por entonce pedía a gritos la portería zaragocista (2008, 2009).

Una vez llegado al momento bisagra del citado César Sánchez, a mediados de la primera década del siglo XXI, quizá el último tramo del discurrir del Real Zaragoza en el que sí se sintió que la portería estaba bien guardada, aún se puede bucear un poco más, hacia atrás, para ver que el pronóstico de los técnicos nunca tuvo buen tino cuando se decantaron por los fichajes de los porteros o, quizá, visto desde otro prisma, fueran los propios guardametas los que no soportaron la presión del Real Zaragoza y no alcanzaron en el club aragonés el nivel que acreditaron antes en otros lugares.

En este caso entran los nombres de Valbuena, Luis García, Konrad, Mondragón, Chilavert, Bermell, los fugaces canteranos Miguel Martínez, Rubén Falcón, Zaparain, Belman, Sánchez Broto, Mario...

Parece obvio, con esta retrospectiva, que el Real Zaragoza es una trituradora de porteros. Por hache o por be, así lo demuestran los números, las vivencias de casi todos ellos. No hay manera de encontrar alguien que dé personalidad y seguridad a un puesto tan crucial. Ahí está Lalo Arantegui enfrascado a estas alturas de junio. Palabras muy mayores. Enormes.

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