Real Zaragoza

Recordatorio de cabecera: aún faltan 12 puntos para respirar

El Zaragoza no puede recrearse ante el espejo observando su preciosa victoria en Elche. Salir de la zona de apuros le obliga a ganar al menos cuatro partidos más.

Recordatorio de cabecera: aún faltan 12 puntos para respirar
Aránzazu Navarro

El Real Zaragoza sigue fuertemente resfriado en la clasificación. Los escasos 38 puntos que ha sumado en 31 jornadas son el termómetro verdadero de su temperatura corporal. Aún tiene fiebre. Así que, paralelamente al disfrute, la celebración y la esperanzadora noticia que supuso el rotundo triunfo del pasado domingo en Elche por 0-3, todo el mundo ha de seguir mirando y tratando al paciente con cautela, cariño y ánimos. El 14º puesto en la clasificación al inicio de esta 32ª jornada, todavía más cerca de la cola que de la cada vez más inalcanzable zona de promoción de ascenso, es otro síntoma que no ha cambiado tras el éxito del Zaragoza en campo ilicitano. Solo se logró mejorar las constantes vitales, pero no acabar con el virus.

A los de César Láinez, recién llegado al banquillo para intentar sacar de la UCI a un equipo al que Agné había llevado a una situación crítica, al borde de la zona de descenso a Segunda B, todavía les falta por sumar alrededor de una docena de puntos para poder gritar ¡eureka! El partido frente al Real Valladolid, en La Romareda, aparece en el camino de la escuadra zaragozana como una nueva final. Con los mismos valores sanadores que tenían los 90 minutos de Elche hace siete días. Y, para que la mejoría iniciada allí, en el Martínez Valero, surta efecto progresivo, es necesario enlazar un triunfo con otro. El tratamiento medicinal exige cumplir a rajatabla la posología, no fallar en la cadencia.

Láinez se presenta en casa. Es un día tremendamente emocionante para él. En la grada, de entrada, habrá otra predisposición en relación a lo vivido en los últimos tres meses de caos deportivo en líneas generales, el que se ha llevado por delante a Raúl Agné irremediablemente. El público, en estos casos, sabe distinguir el antes y el después. Y, en tiempos de necesidad suprema, acoge la mutación con estímulos positivos. En la vorágine del banquillo en los últimos años, algunos se estrenaron con victoria en casa: Agné, Popovic... Es el sueño de Láinez. Y, por extensión, el deseo de todo el zaragocismo, que hace 15 días entró en parálisis de pánico tras caer derrotados 1-2 ante el Sevilla Atlético de una manera obscena, grosera, incluso hilarante por cómo fue el final de aquel duelo.

Si lo de Elche no tiene continuidad frente al Valladolid, el Real Zaragoza continuará maltrecho. El triunfo ante los pucelanos es imperioso. Como sea. A la conclusión de este partido quedarán solo 10 para el final de la liga. La marca temporal que siempre puso Luis Aragonés, 'el sabio de Hortaleza', para indicar el momento exacto en el que se consuman las clasificaciones finales, donde cuajan los títulos, donde se cierran los descensos, los ascensos, todo. Y al Zaragoza le faltan 12 puntos para alcanzar el ras de los 50 que suelen garantizar la permanencia. Es es aún mucho. Bastante. Una tarea ardua.

Debe ganar 4 de los 11 partidos que restan, o su equivalente (a base de empates, las victorias requeridas podían ir reduciéndose paulatinamente). Cuanto antes haga los deberes el nuevo Real Zaragoza de Láinez, más lejos quedará el sufrimiento, las especulaciones y los riesgos de caer en cepos ajenos, todos ellos acontecimientos e incidencias que trufan de sorpresas desagradables los finales de cada liga en todas las categorías. Y es que llega el momento de los resultados raros, inesperados. De las reacciones súbitas de auténticos cadáveres. De los despistes de algunos que consideran que su labor ya está finiquitada con antelación. Eso pasará a partir del mes que viene. Y, para entonces, al Real Zaragoza le interesa haber obtenido el alta médica y no quedar a expensas de males anejos.

Así que, como va a ser pauta habitual en los sucesivo y hasta el 11 de junio (día del juicio final de la liga regular), da igual quién juegue como titular, da lo mismo cómo disponga a sus hombres Láinez, da igual que el habitualmente perjudicial López Amaya, el árbitro andaluz de turno, tenga su enésima tarde tonta con el Real Zaragoza de por medio. Solo cuenta ganar. Llueva o haga sol; sople el cierzo fuerte o solo se sienta la brisa; marque primero el Valladolid o se adelante el Zaragoza; que López Amaya lleve las lentillas limpias o lo traicione el astigmatismo, como siempre le ha pasado con los zaragocistas a este impetuoso y singular juez de ¡40 años!, el que más epígrafes de 'otras incidencias' llena en las actas de los partidos a lo largo de la temporada.

Lo de Elche estuvo muy bien. Vino de perillas. Fue enormemente placentero para el agobiadísimo zaragocismo. Pero ya pasó. No cabe regocijarse en su contemplación. Hizo su papel. Frenó la crisis. Evitó el agobio, los primeros síntomas de asfixia real. Pero no se puede estirar ese chicle por más tiempo porque no va a dar más de sí: fueron 3 puntos y no cabe sacar más renta de aquel 0-3. El devenir de la liga, ya en su esprint final, obliga al Real Zaragoza a continuar ganando más partidos como ese. Al menos, cuatro. Y, el primero, por que lo dice el calendario, debería ser este ante el Valladolid en La Romareda.