César Láinez: "El éxito pasa por un equipo que no baje los brazos"

El nuevo técnico del Real Zaragoza expone su punto de vista sobre la situación del equipo, analiza defectos, sugiere soluciones y reflexiona sobre su papel de entrenador.

César Láinez posa a la entrada de la Ciudad Deportiva del Real Zaragoza
César Láinez posa a la entrada de la Ciudad Deportiva del Real Zaragoza
Aránzazu Navarro

¿Qué predisposición se ha encontrado en el vestuario a su llegada? ¿Cómo lo han recibido?

La predisposición siempre es buena cuando hay un cambio de entrenador. Evidentemente, los que no contaban para el anterior técnico, ven ahora una oportunidad abierta. Y los que contaban, aprecian la posibilidad de no seguir contando y salir del once titular. En general, por lo que he contrastado y por lo que he vivido este año con ellos, creo que es un buen vestuario. Espero darles la confianza que necesitan y se revierta todo.

En un cambio así hay que tocar una serie de resortes para buscar la necesaria revolución positiva. ¿Cuál es la primera medicina de choque que va a aplicar en Elche? ¿Savia nueva?

Si aventurara lo que viene, llevaría mal camino. Son los jugadores los que tienen que ver cuál va a ser la evolución. Vamos a aprovechar muchas cosas que se hicieron bien con Luis Milla. Y otras que también funcionaron con Raúl Agné. Pero, está claro, hay que ponerle algo más porque con lo hecho hasta hoy no ha sido suficiente. Quien haya visto al filial podrá imaginar cuál es el punto de partida en la esencia del juego. Habrá que cambiar algunas cosas. Por fuerza.

¿Cómo se convence al jugador de todo eso, más aún cuando hay tanto veterano en el vestuario y usted vive su primera experiencia en un banquillo profesional?

Los resultados son los que van a afianzar la confianza de los jugadores en el entrenador. Si solo vamos de palabra y los resultados no llegan, habrá desconfianza, surgirá la apatía y el equipo no funcionará. Yo voy a exigir lo mismo que yo me exigía como jugador y lo que me exigieron en situaciones similares, que yo también sufrí en activo. No voy a pedirles nada que yo no pudiera hacer cuando jugaba: rectitud, actitud en el campo.

Dentro de su inexperiencia, su gran ventaja es que fue futbolista de élite y atravesó por circunstancias similares. Seguro que apela a su bagaje personal para entrar en acción ahí dentro. ¿Qué lema va a utilizar?

Competitividad. Esa es la clave. Mucha competitividad. Cuando estás en estas circunstancias tan adversas, hay que morir en el campo. Si nos da para 60 o 70 minutos de rendimiento máximo, pues eso es lo que hay que dar. Después, el entrenador ya verá qué hacer. Pero lo que no se debe hacer nunca es ser dispersos. Desde el pitido inicial, esto consiste en recuperar todos los balones, en impedir que el rival esté un solo segundo cómodo. Hay que transmitir hacia fuera que queremos la pelota, que buscamos mandar en el partido, que somos eficaces defensivamente y que buscamos la portería rival. Esa es la actitud necesaria. Si logramos eso, habrá resultados.

Su llegada al banquillo, en situación de máxima emergencia, evoca los episodios similares del pasado con los técnicos de la casa, los Luis Costa, Manolo Villanova o Manolo Nieves. Usted lo vivió vestido de corto. ¿Les ha pedido consejo?

No he hablado con casi nadie porque, desde el domingo por la noche, no he tenido tiempo de nada. Pero hay unas bases fundamentadas en mi cabeza que relacionan esto con la intervención urgente de un entrenador de la casa. Lo tengo muy fresco aquello que vivimos nosotros, sobre todo, con Luis Costa. Un entrenador de casa no llega con ideas novedosas a estas alturas. Somos gente que hemos convivido en el día a día con los anteriores técnicos del primer equipo, has tratado los problemas del equipo desde al lado, comentando las cosas con la gente comprando el pan, por la calle, viéndolo como un aficionado más. No venimos de fuera, de lejos. Y eso te hace distinto. Ahora no caben cambios drásticos porque no hay tiempo. Pero sí que hay que dar una vuelta de tuerca a muchas cosas para intentar la reacción. Aquellas experiencias me sirven.

Agné se despidió de la plantilla el martes. ¿Habló con usted? ¿De qué manera se han pasado el testigo?

Sí. Raúl y yo hablamos una hora antes de marcharse. El relevo lo hemos hecho de la manera más profesional, como dos compañeros que hemos trabajado juntos cinco meses. Agné lo ha hecho con elegancia, estuvimos charlando y fue él quien pidió que habláramos. A mí me daba reparo pedírselo porque no sabía si eso podía resultar cortante para él. Raúl me contó todo lo que pensaba que era bueno, también todo lo que consideraba que era malo. Y me trasladó su confianza en la gestión del equipo en lo sucesivo, lo que yo le agradezco sinceramente.

¿Coincide en los criterios que le trasladó Agné sobre el actual equipo?

Yo no he gestionado la plantilla desde dentro en estos ocho meses de temporada. Los he visto desde la grada o por televisión. Necesito tiempo para evaluar esos pareceres. Pero esa hora con Agné me ha dado mucha información que, sin duda, me va a servir. Raúl se ha portado muy bien conmigo.

Estamos prácticamente en abril, en el esprint final. El tercer entrenador tiene muchos hándicap a estas alturas. No hay pretemporada ni mercado invernal. Todo está gastado hace días. Así que la ley del fútbol dicta que usted está en manos de los jugadores en un porcentaje muy alto. No caben milagros.

Yo voy a ser lo que ellos quieran. No se puede modificar de raíz en menos de tres meses lo que hicieron Milla y Agné en ocho. Voy a intentar congeniar las cosas buenas del equipo para sacar adelante estos 12 partidos. Las urgencias son inmediatas, no hay tiempo que perder, ni espacio para fallar. Para tener éxito en este escenario es necesario que el equipo no baje nunca los brazos. Y que los jugadores no se echen a la espalda un saco de lastre de responsabilidad añadido a los problemas que ya tenemos de por sí. Hay que gestionar sobre el campo las cosas buenas que sabemos hacer.

¿Cómo le gustaría que jugase ‘su’ Zaragoza desde el próximo domingo en Elche?

Insisto en que no podemos hacer nada que no se haya hecho ya. No caben inventos a final de marzo.

Así que no habrá una revolución demasiado exagerada.

No sé cómo se interpretará desde fuera lo que hagamos. No lo sé. Ya veremos cómo lo calificáis vosotros (los medios de comunicación) o la afición.

Zapater, Cani, también Edu García… la gente de Zaragoza, los veteranos, ¿son indispensables para usted como nexo de unión con el resto del equipo?

Lo más importante ahora, no es lo que cada jugador pueda participar en el juego. Es mucho más relevante el rol que aporten respecto del resto del grupo. En este sentido, estos futbolistas son importantísimos. He hablado ya con muchos y veo gente muy implicada. Vamos a ver si somos capaces de que esas cabezas se tranquilicen y los errores graves se minimicen.

Al Zaragoza se le han escapado los últimos partidos más por detalles puntuales que por juego. ¿Cómo se corrige eso?

Minimizando eso errores. Son fallos individuales, sobre todo. No son colectivos, momentos en los que el equipo no gestione bien una jugada defensiva. A Saja no se le había escapado ningún blocaje desde casi 40 metros y quizá ya no se le escapen más, pero le pasó el otro día en La Romareda. Un error así condiciona el partido. O que a José Enrique, el lateral más fiable de la temporada, le pillen la espalda es otro error individual. Son detalles que impiden sumar puntos. Eso se minimiza si la actitud y la atención son máximas. Si en los entrenamientos se trabaja con concentración y además valoras ese error, en la competición los minimizarás.

Parece que al equipo le superan los momentos calientes…

Y eso que hay gente con experiencia.

¿Cómo se explica, entonces, que un equipo con tanto veterano exhiba tan poco oficio? Madurar partidos, gestionar ventajas, dominar los minutos finales….

La camiseta del Real Zaragoza sigue siendo algo grande. Estoy seguro de que muchos jugadores con otra camiseta darían mucho más. No porque no lo quieran dar aquí, sino porque estar en el Real Zaragoza conlleva unas obligaciones y una responsabilidad… Esos errores no se gestionan igual en otros sitios, porque aquí todo eso se magnifica mucho más.

¿Hay espacio para los chicos del filial aun con la dificultad de la situación actual?

Sí. Todo el que entrene con nosotros tendrá opciones de entrar en la convocatoria y de jugar. Hay una cuestión muy clara en este sentido: los chicos del filial vienen de un equipo en una dinámica ganadora, con la cabeza limpia y un estado emocional distinto a los de arriba. La cabeza, en situaciones así, se obtura en el día a día. Si ese jugador del filial es capaz de rendir lo mismo que el otro, creo que incluso sería beneficioso para el grupo, sería una sensación de liberación. Yo no creo en las categorías, sino en los rendimientos. Si yo en 2001 fui capaz de saltar a la portería en un momento tan complicado y jugar además una final de Copa con solo cuatro partidos en Primera –y siendo portero–, no sé por qué no voy a apostar por ellos.

Conoce como nadie la naturaleza de la posición. ¿Cómo explica la inestabilidad sufrida en la portería este año? ¿Contempla un nuevo cambio?

Cuando hay muchas variaciones ahí es porque el equipo no funciona. Es el mayor síntoma de que las cosas no van bien. Cuando hay rotaciones, se debe fichar, nadie se hace con el puesto… A mí me ha pasado todo eso. En cambio, cuando hay estabilidad y normalidad, un equipo funciona. Con Juanmi jugando todo un año y siendo internacional, aspiramos a ganar la liga. Ahora, en esta miniliga a la que nos enfrentamos, vamos a ver si acertamos. Queremos un portero que nos dé seguridad. Es imprescindible. Un portero debe dar puntos. Aportar. No estar por estar. Hay que elegirlo bien y darle unas pautas.

Durante las últimas semanas, con Raúl Agné, ha sido frecuente que varios jugadores trabajaran a medio gas en los días previos al partido, pero luego jugaba. En su época, había una máxima con Chechu Rojo o Luis Costa de que quien no entrenaba el jueves no jugaba el fin de semana.

Pues esa máxima se me ha quedado grabada a fuego. Debe ser una línea a seguir.

Muchas veces ha reivindicado al hombre de club que usted reconoció en técnicos como Manolo Villanova, Manolo Nieves o Luis Costa. Una figura borrada del presente del Zaragoza. ¿Toma este paso adelante en el primer equipo también como una oportunidad para convertirse en eso, un profesional del club, asentado durante toda una vida en su organigrama?

No sé si va a significar eso. Yo cuando vine al Zaragoza como segundo técnico de Emilio Larraz lo hice para ayudar. Emilio es la persona por la que yo ahora estoy aquí sentado. Si no me hubiera llamado, no estaría en este lugar. Cuando salió del club, fue la persona que me dijo que estaba preparado de sobra para todo lo que viniera. Me llamó y luego salió, pero fue él quien confió en mí. Hemos trabajado con los chicos y creo que la pasada campaña fue buena. También la actual lo está siendo. Narciso Juliá me dijo que tenían dudas de que yo entrenara al filial, y le respondí que me diera el infantil aunque fuera. Yo soy feliz entrenando. Ahora no estoy aquí por crecimiento profesional, sino para ayudar al club en estos tres meses. Yo hubiera preferido que Agné hubiera ganado diez partidos más y el domingo enfrentarme al Illueca. Si ahora salvamos esto, será la mayor alegría posible. Siempre digo que mi mejor recuerdo como futbolista fue el ascenso de 2003.

Insiste en su perfil de técnico formativo, ¿no se plantea a medio o largo plazo una carrera de entrenador en un primer equipo?

¿Sabe qué pasa? No suelo soñar con las cosas. Vivo de las realidades. Siempre lo he hecho. Yo nunca soñé con jugar en el Zaragoza, pero se hizo posible. Lo disfruté mucho y encima gané títulos. Siempre he sido de disfrutar del momento. Me gustar formar críos, disfruto de ello, del filial… No me planteo nada más allá de estos tres meses. Conseguir los puntos y darle al Zaragoza su tranquilidad.

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