Sobran palabras, solo los hechos solucionan problemas

El Real Zaragoza, de nuevo sumido en los vértigos de la cola tras el fiasco en Córdoba, debe ganar al Sevilla Atlético en La Romareda para evitar males mayores.

Agné, su ayudante, Rodri, junto al equipo en el entrenamiento del viernes en La Romareda.
Agné, su ayudante, Rodri, junto al equipo en el entrenamiento del viernes en La Romareda.
Raquel Labodía

El tiempo de las palabras, las argumentaciones táctico-técnicas, las filosofías, las censuras, los subterfugios y demás batería de literatura que rodea al equipo de fútbol durante infinidad de semanas al año ha quedado derogado. En el Real Zaragoza ya solo cubican los hechos. Los protagonistas deben hacer, no decir. Deben generar beneficios, puntos, no jugar medio bien o merecer réditos que luego se van al bolsillo ajeno. No está vigente el blablabla. Ahora rige el 'tanto tienes (puntos), tanto vales'.

Es realmente sencillo presentar a modo de información previa los partidos del Real Zaragoza en este último tramo de la competición. Se juega el futuro, la vida, el equipo aragonés en cada lance. Porque, como hace ya días que se tiene asumido que la pelea por la promoción de ascenso se ha ido de tiro por completo y que, según mandan las varas de medir en la clasificación, lo que hay que luchar a brazo partido es la elusión del descenso a Segunda B, se trata para Agné y sus muchachos de una carrera contrarreloj para intentar pasar cuanto antes de los 35 puntos que ahora tienen en el puesto 14º a los 50 que suelen garantizar la permanencia en Segunda de no mediar una catástrofe.

Así que ese el mandamiento primero. Ganar, sumar de 3 en 3 a ser posible, hasta cinco veces más. Sabiendo que quedan solo 13 jornadas. No conviene dejar deberes para muy al final. Además de que el calendario se complicará en ese trecho último, no es recomendable jugar con fuego cuando los marcadores de los partidos se hacen imprevisibles, sorprendentes a rabiar y dejan a más de uno cada año convertido en estatua de sal, muerto para sus aspiraciones vitales más primitivas.

Llega el Real Zaragoza de consumar el enésimo fiasco de la temporada. Un chasco monumental en Córdoba, el peor local de la liga, que le remontó en los últimos 20 minutos de manera increíble el 0-1 inicial que los de Agné debieron ampliar o remachar en la recta final del duelo pero que terminó en un 2-1 adverso que aún paraliza la sangre al zaragocismo. Fue un golpetazo morrocotudo en el orgullo y la autoestima de todos, jugadores, técnicos y afición en general. Con este preámbulo, aun doliente, es el Sevilla Atlético, un filial con edad juvenil en muchos muchachos, el visitante de turno en el estadio zaragozano. Un perfil de partido extraño, pues los equipos B de los 'primeras' son bichos raros en el ámbito profesional de la Segunda División. Suelen ofrecer patrones de partidos atípicos, lejos de lo ordinario. Cualquier cosa puede ocurrir, para bien o para mal del Real Zaragoza. Y, en este caso, no es un tópico. Es un pronóstico fundado.

Ahí tendrá que saber moverse el Real Zaragoza del catatónico Agné, que además lo tendrá que ver desde la grada (una cabina de radio, seguramente) por la expulsión que sufrió en El Arcángel por protestar. El partido de ida, donde el Sevilla Atlético le dio la vuelta a la ventaja zaragocista para ganar 2-1 al final (algo semejante a lo del último día en Córdoba) ya fue una lección de lo que puede pasar con los muchachos hispalenses. Cuidado con su ímpetu, con su descaro, con su calidad de fábrica, con las ganas de mostrarse en un coliseo histórico como es La Romareda, un acicate extra para los prometedores chicos que dirige Diego Martínez.

Agné tiene que cambiar. Por fuerza, dado que uno de sus titulares favoritos, Xumetra, está operado de un tobillo y tiene para dos meses de ausencia. Dongou es la principal baza para entrar en ese hueco en el once inicial, acompañando así al tocado Ángel, que debe confirmar su presencia a última hora tras un problema muscular sentido el miércoles. También llega justo Zapater, con dolor en la espalda. Asimismo, Edu García sufrió en el último entrenamiento un pinchazo en un muslo y su concurso es dudoso, pese a que las pruebas médicas desvelaron que no tiene nada serio. Y Fran, que iba a volver al lateral derecho por su versatilidad ofensiva, no estará en La Romareda pues pidió permiso al club en la noche del viernes para marcharse a tierras granadinas de urgencia, para poder asistir al entierro de su abuelo, un ser muy importante en su vida que falleció este viernes. Queda por ver qué movimientos tiene pensado acometer Agné en un once base que, como tantos otros desde agosto, no ha funcionado con regularidad.

Las figuras de Samaras, del joven Raí Nascimento, de Edu Bedia, de Jesús Valentín... parecen levantar el dedo pidiendo más protagonismo ante las bajas consumadas y las abolladuras que presentan varios de los titulares de los últimos tiempos.

Ha llegado la liga a un punto para el zaragocismo que, realmente, las cuestiones relativas a las alineaciones y demás motivos de conversación intersemanal han quedado devaluadas. Lo único que cuenta ahora es vencer al rival de turno. Da igual cómo. La mente del zaragocismo pide pararse en seco de una vez, todos; templar nervios, todos; y... ganar como sea. El antecedente del 3-0 al Numancia hace 15 días es un estímulo positivo. Ese día se hizo algo así, lo que ahora de nuevo es menester. Nadie se acuerda del formato ni del mecanismo, solo del 3-0.

No cuenta nada más que eso, ganar. Hasta la celebración del 85 aniversario de la fundación del Real Zaragoza, en este 18 de marzo de 2017, sienta en esta fecha señalada como a un santo dos pistolas. No está el Zaragoza para tartas, velas, soplidos y canciones alusivas al cumpleaños. La cosa, por fea, está muy seria. Y, sabido es, no se concibe en cabeza humana que nadie aparezca en un velatorio contando chistes. Por eso, para que este sábado por la noche -cuando el partido haya concluido ya- el zaragocismo pueda sonreir, siquiera por unos días, y respirar con hondura y sin pitos bronquiales, los pupilos de Agné deben sumar los 3 puntos ante el Sevilla Atlético e irse así a los 38. Aún quedará por remar, pero la orilla no se verá lejana. De no lograr ese objetivo, agárrense que vendrán curvas.

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