Conflicto del entrenador con Lanzarote

Agné descartó al jugador hora y media antes del partido.

Lanzarote se dispone a tirar una falta.
Lanzarote, en una imagen de archivo durante un partido en La Romareda.
Guillermo Mestre

Manu Lanzarote no se vistió de corto ayer para jugar contra el Lugo. Ni como titular, ni como suplente. Fue uno de los cuatro descartados por Raúl Agné hora y media antes del partido (el entrenador del Real Zaragoza convocó el pasado sábado a 22 jugadores para evitar así debates previos al choque). De los cuatro -Ratón, Isaac, Bagnack y él-, fue el más llamativo, el más sonoro, el de mayor peso específico dentro del equipo por cuestiones de calidad y aportación individual en su rol de atacante.

Con el paso de las horas, acabó trascendiendo la existencia de un desencuentro serio entre Lanzarote y Agné. De un conflicto de pareceres que viene de semanas atrás y que, definitivamente, ha derivado en un divorcio de complicado arreglo. Mucho más, dada la personalidad de ambos implicados, muy marcada, muy arraigada, cada uno en su rol.

Ayer, Lanzarote no se quedó en el palco, enfundado en su chándal oficial, porque físicamente no estuviera apto para jugar. Sería absurdo esgrimir esa razón después de haberlo convocado el sábado tras el último entrenamiento. Fueron motivos técnicos. En este caso, aderezados con un intercambio de posturas, sustentados en un choque de criterios en el que, obviamente, mandan siempre los galones del entrenador, tenga razones sólidas o no para adoptar una medida de tanta trascendencia para el equipo.

Lanzarote venía de estar prácticamente dos partidos apartado del grupo. No viajó a Murcia en la semana pasada. En la anterior, en Tenerife, fue suplente y solo salió al final del choque, con el marcador adverso, a la desesperada, sin apenas tener tiempo ni de sudar. El club, de manera oficial, adujo en su día que el extremo trabajaba al margen del equipo durante ese tiempo dentro de "un trabajo individualizado de regeneración". Algo intangible, con nomenclatura atípica, que se dio por bueno desde fuera al ser ya costumbre la nebulosa en la que se aprecian desde hace mucho tiempo este tipo de cuestiones que se consideran de régimen interno.

Manu Lanzarote fue sustituido el día 8, en el primer partido de este 2017, ante el Girona en La Romareda. Fueron sus últimos 56 minutos sobre el campo. Esa tarde, era el único que estaba aportando ideas en ataque. Acababa de hacer un jugadón que casi acabó en gol. El partido estaba por romper, con el 0-0 aún en el marcador. Nadie entendió la decisión de Agné que, con el discurrir del reloj, se convirtió en causa mortis del equipo aquel día, con aquella derrota por 0-2 que inició la crisis actual. Cuando Lanzarote se fue al banquillo para que entrase Xumetra, lo hizo lentamente, frenando una reacción en caliente, mascullando sus cosas. Su desacuerdo quedó patente de inmediato en ese mismo instante. A partir de ahí, las cosas ya no han sido igual que antes. Lanzarote arrastra molestias físicas. Habrá necesitado de dos semanas de «regeneración». Pero también tiene un conflicto con Agné.

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