Solo un gol de cabeza entre los 25 marcados

La casi nula eficacia ofensiva en el juego aéreo, faceta irrelevante en el actual Real Zaragoza, es fruto de la estructura y el perfil de la plantilla.

Cabrera, en la acción en la que el Real Zaragoza marcó su único gol de cabeza en lo que va de liga. El uruguayo acaba de golpear con la testa una pelota peinada en el primer palo por Casado tras un córner sacado por Lanzarote, ante el Córdoba en octubre.
Solo un gol de cabeza entre los 25 marcados
Guillermo Mestre

El Real Zaragoza solo ha marcado uno de sus goles en lo que va de liga mediante un cabezazo. Y eso que, con 25 anotados en 18 jornadas, el cuadro aragonés es el cuarto más prolífico a la hora de sumar tantos en las porterías rivales. Fue aquel de Cabrera, en un córner ensayado, que sirvió para empatar 1-1 en La Romareda frente al Córdoba en el primer tropiezo casero de los zaragocistas, el 1 de octubre.


Cuando la liga está llegando a su mitad, esta cuestión no es casual. Se trata, por el contrario, de la desembocadura irremediable de la estructura y el perfil que el área deportiva del Real Zaragoza construyó durante el verano en la plantilla. Un equipo sin delanteros grandes, sin llegadores desde la segunda línea capaces de acometer balones colgados al área. Como dijo Agné en la rueda de prensa posterior al partido último ante el Oviedo, aludiendo a otras cuestiones de índole defensiva (para justificar la no presencia de Isaac en el lateral y sí la de Bagnack), el once inicial está formado la mayor parte de las veces por "un equipo de pigmeos". Y todo, además, con el aderezo de que dos piezas que destacan por su estatura, próxima al 1,90, como es el caso de Morán y Barrera, resulta que el juego de cabeza no es su fuerte porque no tienen grandes condiciones para acometer las pelotas que vienen del cielo (circunstancia técnica que no deja de ser un arte, un don, que no va unido muchas veces a la corpulencia).


Los nueve goles de Ángel han sido con los pies. También los seis de Lanzarote. Igualmente, los tres de Juan Muñoz. Casado también pateó su tanto al Huesca. Y Javi Ros el suyo al Almería. Lo mismo que José Enrique en Mallorca. O aquel de Cabrera al Mirandés, que también fue batido por Edu García por bajo. Y el de Dongou al Reus... Todos, menos el excepcional de Cabrera con la testa al Córdoba, han sido marcados por los zaragocistas a ras de suelo, de puntapié, sin apostar apenas por los remates por alto con la cabeza como arma atacante de los marcos contrarios. 


El Real Zaragoza no está concebido para utilizar los centros al área como método de generación de peligro ante los porteros adversarios. No solo a balón corrido, en jugadas de combinación ordinaria durante el juego. Tampoco a balón parado hay demasiado repertorio al respecto. El plantel carece de arietes de envergadura y especialidad en ese tipo de remates. Ni Ángel, ni Juan Muñoz, ni Dongou lo son. Tampoco los mediapuntas, Cani, Lanzarote, Xumetra, Edu García, Barrera (los filiales Pombo, Xiscu) dan la talla en esa modalidad cabeceadora. Ni, por supuesto, los medios centro, cuya morfología física (Zapater y Ros) o futbolística (Morán) los aleja por propia naturaleza de la búsqueda de los balones colgados al área. De los laterales de la defensa, solo Casado tiene en su pasado algún gol así, pero siempre a balón parado por motivos obvios de su ubicación habitual en el campo. Así que, normalmente, solo los centrales (con Cabrera como único baluarte real) pueden presumir de cierto veneno por arriba y, claro está, siempre en pelotas de estrategia, difícilmente en acciones de juego normal.


A nadie puede extrañar, por ende, que el Real Zaragoza solo muestre en su currículum a estas alturas de liga un solo tanto marcado de cabeza, aquel de Cabrera al Córdoba en un córner. De jugada, nada de nada. Es casi imposible por falta de fabricación, porque no se gestan movimientos encaminados a ello por falta de piezas. Cuando los rivales analizan al equipo zaragocista, sus vídeos no pueden recoger amenaza alguna en este sentido. Es un factor a despreciar para combatir las virtudes de los blanquillos, que no se encuentran por este flanco aéreo precisamente. 


Para que nada quede olvidado, hay que reseñar al margen de este informe un segundo gol anotado de cabeza este año por el Real Zaragoza en competición oficial. El inútil tanto que anotó Popa (sí, el rumano y destarifado Popa) en la eliminatoria copera ante el Valladolid a principios de septiembre. Su testarazo fue, claro está, a la salida de un córner. El joven e inédito zaguero ya no ha jugado más, así que se desconoce si aquel gol fue la derivada de una casualidad o, en verdad, hay un cabeceador en potencia en su figura.

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