Un desbordado Real Zaragoza cae ante el Levante con claridad

La blandura defensiva arruinó el partido desde el principio. Lanzarote, con dos golazos de falta, maquilló un marcador que pudo ser mucho más abultado.

Los partidos del Real Zaragoza fuera de La Romareda son una tómbola, un prodigio de errores defensivos que provocan goles por doquier, dado que los atacantes zaragocistas también están finos en las pocas ocasiones que genera el equipo en su labor ofensiva. En Valencia, ante el mejor rival probablemente de la categoría, este Levante recién descendido de Primera, el equipo de Milla claudicó fruto de su zaga de cristal y su falta de destreza durante los 93 minutos para hallar un mecanismo que atrancase la facilidad de combinación y desborde del medio campo y la delantera local.


El partido era, por su envergadura, un termómetro para medir el nivel en el que se halla ubicado ahora mismo el renovadísimo equipo aragonés. Y basta mirar el marcador y, sobre todo, las hechuras del juego exhibido, para encontrar la respuesta certera.


La primera parte fue, globalmente, caótica del Real Zaragoza. Un flan en defensa, inconsistente en la línea medular en términos defensivos, sin apenas generación de juego ofensivo y, por ende, sin llegadas claras en combinación al área levantinista. Todo se torció enseguida, en el minuto 2, y aunque hubo una fase de espejismo tras el golazo del empate de Lanzarote, el Levante no tuvo problemas para volver a volcar el marcador a su favor en el ecuador del primer periodo. Fueron tres los goles que encajó el aturdido Irureta, pero pudieron ser media docena tranquilamente.


El Real Zaragoza salió del vestuario ido. Sin tensión. No existió durante los primeros 9 minutos. Ahí, el cuadro granota anotó el 1-0 en un tremendo desajuste de Isaac y Marcelo Silva a sus espaldas que aprovechó el exzaragocista Roger para entrar en el área solo y encarar al portero blanquillo. Silva casi le hizo penalti en la desesperación, el chut de Roger lo sacó como pudo Irureta, pero el rechace le cayó a Jason, que seguía el ataque sin marca, y fusiló a bocajarro. Fue un aviso de lo que venía a continuación. Y, en el minuto 6, en pleno desconcierto zaragocista, un disparo de Morales (que volvió a dejar en evidencia a Isaac) fue despejado por Bagnack hacia atrás, golpeando el balón con virulencia en el palo derecho. Por suerte para el camerunés, esta vez no firmó otro gol en propia puerta por centímetros. La pelota se fue a córner.


Cani, el único que tuvo lucidez en tres o cuatro ataques sobre el área local, provocó una falta a 25 metros en la primera salida con cierta alegría de los aragoneses. Era el minuto 10 y Lanzarote la clavó en la escuadra de Remiro. Un bello tanto que solo sirvió para mantener la esperanza durante 13 minutos de nuevos agobios en la nerviosa y blanda retaguardia de los de Milla.


Campaña avisó por el otro lado, donde Casado también las pasó canutas para tapar los aluviones de ataque valenciano. Y Roger, en el 23, cabeceó a la escuadra un centro de Jason para hacer el 2-1 y poner las cosas en su sitio. Cada ataque azulgrana era un calvario para los zaragocistas. Ni Wilk ni Zapater sujetaban a los volantes Espinosa y Morales, y los tres estiletes levantinos, Roger, Campaña y Morales, podían siempre con los defensores blanquillos. Olía a catástrofe desde muy pronto porque nadie puso remedio a tamaños yerros.


Cani puso de nuevo cierta ilusión en la afición aragonesa a la media hora, con dos penetraciones que acabaron con un disparo lejano, intencionado, que rozó la escuadra y una entrada en el lateral del área que acabó con un centro atrás despejado por Postigo a córner con mucho riesgo. Poco más se vio al Zaragoza antes del descanso.


Si el zaragozano no fue capaz de gestar el 2-2, la réplica del Levante originó el 3-1 a falta de 8 minutos para el intermedio. Otra laguna de Isaac en su banda dejó un centro franco a Morales que Campaña, ante el marcaje con la mirada de Marcelo Silva y Bagnack, cabecease cruzado y batiera a Irureta de nuevo. Era un premio merecido para el lanzado equipo azulgrana, muy superior en todos los ámbitos al Zaragoza.


Ángel no vio un balón potable en 45 minutos. Xumetra peleó con Abraham varias veces pero sin éxito final. Lanzarote anotó el golpe franco y poco más. Cani, con altibajos, fue el mejor en la faceta de ataque, pero sin apoyos finales. Wilk anduvo perdido, como en un bosque de mil hectáreasa. Zapater no dio abasto. Y la defensa… con una solvencia impropia de un equipo que quiere ascender. Así que el pitido de Medié Jiménez para mandar a todos al vestuario fue un alivio inmenso.


De entrada, en la segunda parte, Milla dejó en la ducha a Isaac y metió a Fran. Todo un detalle directamente relacionado con lo expuesto. Un cambio, por otra parte, que no anunciaba modificaciones sustanciales en el método. Y así fue. El Real Zaragoza siguió jugando igual que en la primera fase. O sea, a nada. El Levante salió menos voraz pero, aun así, logró el 4-1 al cuarto de hora de la reanudación después de dos avisos de Morales y Roger, éste en un error monumental de Irureta en una recepción que pudo ser el gol tonto de la jornada. Roger anotó de penalti, tras una mano de Marcelo Silva en un regate del citado Morales, que trajo por la calle de la amargura también a Fran. El joven madrileño no mejoró a Isaac. No hay más que decir al respecto.


Bagnack sufrió una brecha en la cabeza en un choque con Roger, lo que derivó en su sustitución tempranera. Wilk acabó la última media hora como central pues Milla no lo sustituyó por Popa, sino por Javi Ros. El levantinista Campaña se retiró lesionado, lo que fue un bálsamo para la zaga aragonesa. Y, en medio de tanta incidencia, Lanzarote se sacó de la chistera otro golazo, el 4-2, en una falta directa desde prácticamente el córner que sorprendió a Remiro en la escuadra del primer palo. Lástima que el par de obras de arte de Lanza fuesen en vano, pura anécdota en un partido tan adverso en todo lo demás.


Faltaban 22 minutos y, para meterse en el partido, el Zaragoza necesitaba urgentemente otro tanto. No llegó porque tampoco hubo imaginación para fabricar ocasiones. El Levante levantó el pie del pedal cuando Roger sentenció con el cuarto tanto y, con Juan Muñoz de refresco en el lugar de Cani, Milla intentó encontrar el milagro por algún resquicio de la trama. No era posible porque la diferencia entre unos y otros fue abismal todo el tiempo. Solo Xumetra se acercó al 4-3 en un centro de Lanzarote, pero remató forzado, mal, sin llegar a encontrar portería.


La mejor noticia, cuando el partido concluyó, es que el roto fue menor al que se auguraba en el descanso. Lanzarote edulcoró las sensaciones finales con sus dos golazos. Pero nadie logró restaurar una evaluación más positiva respecto de los fallos graves y penalizadores que ya se sufrieron en Lugo hace 15 días. Los problemas siguen instalados en el equipo en los mismos puntos, en los mismos sectores del campo, en las mismas maneras de actuar de determinadas individualidades y, por decantación, en todo el bloque al unísono. Fue una goleada, pero llevadera si se tiene en consideración lo que pudo pasar y no pasó. Hoy en día, el Real Zaragoza no está para competir de tú a tú contra equipos como el Levante. Ese es el epílogo de este cuarto capítulo liguero en Valencia de un verde equipo zaragocista.


Ficha Técnica


Levante UD: Remiro; Pedro López, Chema Rodríguez, Postigo, Abraham (Toño, 81); Campaña (Lerma, 55), Natxo Insa, Espinosa; Jason (Montañés, 73), Morales y Roger.


Real Zaragoza: Irureta; Isaac (Fran, 46), Marcelo Silva, Bagnack (Javi Ros, 61), Casado; Wilk, Zapater; Lanzarote, Cani (Juan Muñoz, 69), Xumetra; y Ángel.


Árbitro: Medié Jiménez (Comité Catalán). Amonestó a Ángel (13), Roger (47) y Xumetra (71).


Goles: 1-0, min. 2: Jason. 1-1, min. 10: Lanzarote. 2-1, min. 23: Roger. 3-1, min. 37: Campaña. 4-1, min. 60: Roger, de penalti. 4-2, min. 68: Lanzarote.


Incidencias: Noche agradable en la capital valenciana después de un día de bochorno y calor. A la hora del partido, 28 grados y algo de viento. El césped del Ciutat de Valencia presentaba un aspecto impecable, una alfombra. En las gradas hubo 11.698 espectadores, de los que unos 400 eran zaragocistas.

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