Diamanka, peligro de descarrilamiento

El senegalés, en siete días, pasó de ser titular ante el Albacete a quedarse en la grada en Tenerife. Con Carreras ha perdido protagonismo.

Pape Diamanka se lamenta de una ocasión perdida en el partido jugado ante el Mirandés.
Diamanka, peligro de descarrilamiento
José Miguel Marco

Pape Maly Diamanka fue el domingo el sorprendente descarte de Lluís Carreras en Tenerife, adonde habían viajado 19 hombres en una convocatoria de la que, por lo tanto, sobraba uno en el acta y el banquillo. Se preveía que, si Morán (que viajó tocado) no podía se alineado finalmente, él se quedaría sin vestir y Tarsí sería el titular. Y a la inversa. Si Morán jugaba definitivamente -como ocurrió-, quien asomaba como candidato número uno a ver el partido desde la tribuna era el filial Tarsi. Carreras, sin embargo, dejó sin vestir a Diamanka que, de este modo, pasó en tan solo siete días de titular ante el Albacete a descartado ante el Tenerife. Los dos extremos posibles.


La situación, lejos de ser puntual, acarrea muchos más valores añadidos que ponen en riesgo la estabilidad anímica del futbolista y su papel en el plantel. Tanto por el rol de importancia que el centrocampista senegalés ha desarrollado durante buena parte de la liga en esta plantilla y que, en los últimos tiempos ha quedado disminuido por decisión técnica y a consecuencia de la llegada de los refuerzos invernales, como por la propia personalidad, carácter y antecedentes del propio jugador. 


Diamanka ha sido una pieza básica en el juego del Real Zaragoza entre la jornada 6ª y el inicio de la segunda vuelta, con dos breves lagunas en las que faltó por sendas lesiones musculares. Aunque tardó en entrar en el equipo, tras un verano en el que le costó aterrizar en el club, el equipo y el entorno, Ranko Popovic lo introdujo en el once titular en Lugo y acabó convirtiéndose en el talismán de los triunfos y la remontada. Con él en el campo llegó la excelente racha de la primera vuelta en la que el Zaragoza fue 2º (tras empatar a cero en Mallorca en octubre) y 3º (después del triunfo 0-1 en Bilbao en diciembre). Con la permuta en el banquillo, Diamanka se resintió. Los malos partidos tras la llegada de Carreras (empate y pinchazo en casa ante el Huesca, derrotas ante Oviedo y Mirandés), seguidos de las incorporaciones para el medio campo de Javi Ros y Culio en el mercado de enero, acabaron por empujar al africano al banquillo y a tener una aportación mucho menos relevante. A veces, incluso nula.


Popovic lo mimó entre julio y septiembre hasta que su anárquico método futbolístico, de complicada adaptación a determinados sistemas tácticos, se hizo dúctil y engranó en las necesidades del grupo. Estuvo ya muy cerca de descarrilar en el inicio liguero, en cuyas cinco primeras jornadas no llegó a debutar. Pero fue recuperado para la causa de manera sobresaliente. Dejó tres meses de buenos partidos, de goles, de dinamismo, de trabajo a destajo. Pero, con el cambio de técnico, Diamanka ha vuelto a resentirse. En su primera rueda de prensa tras la llegada de Carreras (que ha sido la última), el senegalés, con sus peculiares declaraciones, destiló cierto desencanto: "Para mí no ha cambiado nada. Estamos jugando igual. Es el mismo sistema y estamos jugando como cuando estaba el otro entrenador. Estamos haciendo lo mismo", dijo en sala de prensa con desdén.


En cuanto Juliá y Valentín, los responsables del área deportiva que relevaron al mentor de Diamanka (Ángel Martín González), contrataron los refuerzos de Ros y Culio, Pape Diamanka perdió protagonismo. Los nuevos, debutaron en la línea medular ante el Leganés. Diamanka ese día no pisó el césped. En Córdoba, el siguiente choque, sustituyó a Hinestroza en el último cuarto de hora para sujetar el 0-2 favorable.  En Pamplona, siete dias después, no salió del banquillo ni un solo segundo. Frente al Lugo, asomó en los últimos 15 minutos en vez de Ros y ayudó a la remontada. Una semana más tarde, en Vitoria, volvería a quedarse fuera de la terna de sustituciones, no jugó nada de nada. En este mes, un febrero nefasto para Diamanka, su papel cambió de forma radical. Y también su día a día.


Las sanciones sobre Culio y Ros, simultáneas tras las tarjetas vistas en Mendizorroza ante el Alavés, llevaron a Diamanka a la titularidad la semana pasada ante el Albacete en La Romareda. Carreras quiso dar oxígeno al senegalés (también a Dorca, que vive una situación similar tras la llegada de los fichajes invernales) y le devolvió, aunque fuese puntualmente, al once inicial. Pero Diamanka no estuvo a la altura exigida. Jugó una mala primera parte, llena de errores, de falta de iniciativa y de aplicación táctica en las pautas que pide el preparador catalán. Y lo sustituyó nada más volver del descanso. Lo mandó a la ducha en el minuto 51 y sacó al campo a Sergio Gil. Ahí ha concluido, por ahora, el sendero de Diamanka, que ha jugado más de 1.000 minutos en 16 partidos, en los que ha marcado dos goles.


El futbolista africano declaró en su día, en una entrevista a HERALDO DE ARAGÓN, que este año era para él culminante en su carrera. Que, o explotaba como futbolista profesional y lograba alcanzar la Primera División o, probablemente, tras su deambular por el Rayo Vallecano (con el que debutó en la máxima categoría), el Valerenga noruego, el Sestao y el Leganés antes de venir al Real Zaragoza, podría estar fraguándose un fracaso de índole personal respecto de sus anhelos cuando, siendo un niño, dejó a su familia en su país para intentar ser alguien importante en el balompié mundial.


"Este verano me planteé llegar al primer nivel como sea y me voy a dejar todo en el Zaragoza para lograrlo. Lo necesito. Yo vivo de esto y tengo que ser futbolista de Primera como sea. Vine a España a buscarme la vida jugando a fútbol y no quiero fracasar. Lo dejé todo en Senegal y solo me sentiré bien si lo logro", indicó abiertamente Diamanka. Todo esto preside la manera de ser y de pensar del '23' zaragocista cada día. Tanto en los entrenamientos como en los partidos. Diamanka, a sus 25 años, está en una encrucijada. Como la que vivió y resolvió sui géneris el verano pasado en Leganés, cuando no sintió a gusto y decidió no renovar su contrato con los madrileños, que se activaba automáticamente si jugaba una serie de partidos. Él mismo se autodescartó en varios de ellos, lo que provocó la correspondiente polémica en el club de Butarque, que le acusó de fingir una lesión y lo declaró en rebeldía al final de la temporada. El Zaragoza, con Martín González, pescó enseguida en aquel mar revuelto.


El cambio de papeles durante una temporada, mucho más cuando hay por medio permutas de entrenadores o el 'staff' deportivo, suele generar chispazos en muchos clubes y en muchos protagonistas si no son gestionados con mano izquierda y hay entendimiento entre todos los afectados. El caso de Diamanka, por ahora, no ha evidenciado humo y, por ello, no se adivina fuego. Pero su paso del campo a la grada en solo una semana es un caso que hacía mucho tiempo no se daba en el Real Zaragoza. 


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