Esto obliga a explotar la eficacia en el área contraria, justo donde allí al conjunto aragonés se le han evaporado varias victorias en partidos que llevaron la firma de su dominio, el último, hace unos días, en Mallorca. Pero también contra el Lugo o frente al Mirandés. La dirección deportiva tramitó hace unos días la baja del lesionado Jaime con el ánimo de acelerar todo lo posible esa nueva incorporación de naturaleza ofensiva. La idea es hacer lo propio con Cezary Wilk en los próximos días. Sin embargo, la primera barrida en el mercado ha sido infructuosa.

A la falta de liquidez inmediata hasta que se sumen nuevos patrocinadores, se le unen otras limitaciones: solo se pueden fichar jugadores sin equipo o con contrato en clubes españoles. Esto reduce el margen de maniobra. Borja Viguera fue uno de los nombres manejados, pero la cosa no fue más de ahí, de una mera posibilidad, porque ni el Athletic tiene vocación de cederlo ni el jugador de salir de allí.

Así que el Zaragoza, todo apunta, no podrá sumar a este futbolista hasta enero, aunque el club va a intentar, en la medida de lo posible, que todo refuerzo posible se incorpore antes a la dinámica de trabajo del equipo, durante el mes de diciembre, para así estar ya disponible desde el primer partido del nuevo año, frente al Huesca, en principio, el día 3 de enero.

El gol, además, es difícil de encontrar y garantizar. Esta misión lleva implícita que algo se quedó en la carpeta de las tareas pendientes el pasado verano. Los refuerzos de Ángel y Ortuño presentan rendimientos desiguales en ese apartado. Ortuño lleva cuatro goles (uno de penalti) en seis titularidades como delantero centro. Una buena cifra. Mientras que Ángel, apenas ha sumado dos en liga (uno de penalti) más otro en Copa del Rey. Pero el problema está más allá y se ha acentuado tras la lesión de Jaime.

Faltan complementos goleadores, veneno en la segunda línea. Solo cuatro tantos portan la firma de centrocampistas: los extremos Hinestroza y Jorge Díaz han marcado uno cada uno y los mediocentros Diamanka y Wilk, igual. Pedro –mucho tiempo fuera– no se ha estrenado. Tampoco Aria. Ni Ángel en esa demarcación de extremo derecho. Está claro que el Zaragoza de los tres centrocampistas y un único delantero central necesita más dinamita en los extremos o las llegadas de segunda línea.

Mientras Martín González peina las opciones, el Zaragoza intenta sobrevivir con sus carencias, una vez que sus virtudes defensivas le equilibran y se han consolidado como razón de ser del equipo. La mejora debe venir por el lado de la creatividad y la capacidad de ataque. El Zaragoza es de los equipos que menos rematan de Segunda, con 44 remates, solo empeorado por Llagostera (43), Valladolid (41) y Lugo (39).

Aun así, presenta un buen coeficiente de eficacia: marca un gol cada tres remates. Su rentabilidad es de las mejores de Segunda y eso le permite estar donde estar, más después de sufrir cinco partidos sin marcar de 12 jugados. Solo equipos de la zona baja se han quedado sin anotar en más partidos que los aragoneses.

El Zaragoza es el único equipo de la zona alta que suma más de cuatro partidos sin marcar. Se quedó a cero frente a Córdoba, Osasuna, Lugo, Girona y Mallorca. Sus 13 goles los ha distribuido en 7 partidos: un fiel retrato de su fútbol ahorrativo. Entre los equipos a los que más les cuesta marcar en los partidos proliferan aquellos fondeados en la tabla de la clasificación.

El colista Llagostera solo ha marcado en cinco encuentros. Igual que el Bilbao Athletic. Seis veces sin marcar acumula el equipo menos goleador de la categoría, el Mallorca. Entre esos conjuntos, se mueve el Zaragoza en términos ofensivos. Una cuestión a mejorar con ajustes tácticos, pero sobre todo con hombres con gol.