Estas dos trayectorias tan encontradas, tan asimétricas, se reúnen el sábado (20.15) en el estadio gerundense en un partido, por ello, muy llamativo. Se trata de un duelo cuyas credenciales obligan a anunciar el favoritismo del Real Zaragoza, aunque no deje de ser una imagen ciertamente distorsionada de la verdadera realidad a tenor del potencial que posee en su plantilla el Girona.

Pero lo cierto es que los catalanes han empezado la temporada torcida y, por el momento, no han sido capaces de encontrar el buen camino. Justo lo contrario que acontece en el seno zaragocista tras el bache de credibilidad que generaron las dos derrotas consecutivas vividas en La Romareda hace un mes ante Córdoba y Osasuna. Y este Girona, que el año pasado fue la gran revelación de la categoría y que, increíblemente, con 82 puntos, no logró el ascenso directo por un solo gol en el ‘golaverage’ particular con el Sporting de Gijón, recibe este próximo fin de semana al Zaragoza sumido en una peligrosa dinámica para sus intereses de volver a aspirar a la Primera División, sueño que arrebató de cuajo el propio Real Zaragoza en una histórica eliminatoria de promoción remontándole un 0-3 en Montilivi con aquel estruendoso 1-4 de los de Popovic en una tarde de ensueño.

Cunden los nervios en Gerona. Empezaron perdiendo 2-3 como anfitriones ante el Numancia y, posteriormente, los otros tres visitantes del pequeño campo rojiblanco han cosechado allí empate tras empate: 0-0 el Huesca, 2-2 el Llagostera en el derbi provincial y, hace diez días, 1-1 el Almería. Estos son sus duelos de este año. El curso pasado, en junio, ya lo concluyeron en su feudo con dos varapalos supremos, el citado 1-4 frente al Real Zaragoza y, días antes, el traumático 1-1 ante el Lugo que les echó a perder la fiesta del ascenso en el minuto 93, momento fatídico en el que los lucenses igualaron el tanteador y dieron el empujón a Primera al Sporting. Es decir, la afición del Girona vive momentos de grandes dudas, de fundada desazón. Pablo Machín, el entrenador que apuntó a héroe para la historia durante mucho tiempo en el curso pasado, ya oye ruido de sables a su alrededor.

El Real Zaragoza va a encontrarse, por lo tanto, a un adversario herido, un tanto desnortado, extrañamente asomado al balcón de Segunda B: el Girona llega a la 10ª jornada en el puesto 16º, con solo 10 puntos, a tiro de piedra del colista. Y, menos mal para ellos, que han sido capaces de lograr dos triunfos lejos de casa (0-1 ante el Bilbao Ath. y 1-2 en Oviedo), puntos que les permiten flotar y no estar hundidos, situación a la que les abocaría su nefasta racha en Montilivi que, ante los zaragocistas, van a intentar cortar por cualquier medio.

Ahí, en estos parámetros de navegación, entra en juego el caché del actual Real Zaragoza como visitante. El equipo serio y solvente a domicilio que viene de ganar 1-3 en Albacete y que, antes, igualó consecutivamente en Miranda (1-1), Leganés (1-1) y Lugo (0-0), teniendo además a mano la victoria ante mirandeses y lucenses a poco que su pólvora goleadora hubiese estado en mejor estado en acciones muy claras ante las porterías rivales.

El Real Zaragoza aterrizará este sábado 24 de octubre en Montilivi con el rostro de un coco terrible al que los gerundenses temen como a una tronada. Primero, porque el Girona camina sin brújula cuando sale a jugar en su campo. Segundo, porque los zaragocistas llegan presumiendo de que nadie les ha metido mano en las alforjas cuando han sido huéspedes. Y tercero, porque está aún caliente el 1-4 de la promoción que reventó las ilusiones de la afición local por competir a estas alturas en Primera División. Se trata de un partido de dinámicas opuestas.