Real Zaragoza

El espíritu del Real Zaragoza

El estadio de La Romareda sirve este miércoles de escenario del homenaje a Fernando Cáceres. La cita recupera los valores del verdadero Real Zaragoza, que hoy se echan en falta en la formación blanquilla.

Promotores del homenaje a Fernando Cáceres
A la venta las entradas del homenaje a Fernando Cáceres
GUILLERMO MESTRE

La ruleta del deporte empareja a veces acontecimientos de aspecto similar pero de muy distinto fondo. Después del triste espectáculo ofrecido por el Real Zaragoza en el estadio de La Romareda este sábado, el balón volverá a rodar el miércoles en el mismo escenario. Y aunque el entorno brinde similitudes, apenas nada se parece en lo profundo de ambas citas.


El zaragocismo, roto y desolado por la terrible herencia de la gestión de Agapito Iglesias, salta por encima del soriano y se enorgullece de los valores y del espíritu de los héroes de la Recopa. El estadio municipal se envuelve del sabor del verdadero Real Zaragoza para rendir un merecido homenaje a un ilustre blanquillo, Fernando Cáceres.


Recordar a Cáceres y ver a quienes este miércoles arropan al argentino deja un reguero de ilusiones y de sentimientos de orgullo. Se envuelve el corazón de aquellos tiempos en los que el Real Zaragoza, el de verdad, alejado todavía de los manejos políticos que le han conducido a lo que hoy es, llevaba su prestigio por los campos de España y de Europa.


Entonces, el zaragocismo se adornaba con la elegancia de los méritos de un equipo que se movía con solvencia por entre la aristocracia liguera, presentaba siempre su candidatura a la Copa y se asomaba con relativa asiduidad a la competición europea.


La afición valoraba entonces el respeto de los jugadores a los colores; la entrega, la convicción, las ganas de ganar, el espíritu del Real Zaragoza. Ese que se reivindica este miércoles, apenas unos días después de que la derrota ante el Numancia dejara una estela de dudas sobre las convicciones de los futbolistas.


Porque el Real Zaragoza exige mucho a quienes visten su camiseta. Y Cáceres y los que le acompañan ofrecen un claro magisterio. Y es que da la impresión de que los futbolistas hoy –algunos, al menos- no perciben los valores que envuelven a una institución como el Real Zaragoza. Se echa de menos la entrega por encima de todo; la lucha, la brega, la ambición, el aprecio casi reverente a una camiseta.


La juventud –envuelta de madurez- de algunos de los que conforman hoy la plantilla no les impide entender qué es el fútbol y cuál es la atención que se exigen ellos mismos y la camiseta que visten. Para otros, Cáceres y el buen puñado de aquellos que extendieron la admiración por el Real Zaragoza deben servir de ejemplo. Cuanto antes aprendan, mejor.