Real Zaragoza

El valor de la confianza

Más allá de los tres puntos, el equipo aragonés precisaba ganar el pasado sábado para apuntalar su autoestima y romper con temores y fantasmas.

Víctor Rodríguez, motor de la reacción del Real Zaragoza
Real Zaragoza - Tenerife_2
REAL ZARAGOZA - TENERIFE

Había muchas cosas en juego el sábado en La Romareda. El Real Zaragoza precisaba los tres puntos para avanzar en la clasificación. Ese era, sin duda, el valor tangible de lo que el equipo se jugaba; ganar para sacar la cabeza del pozo de la Segunda. Y comenzar a escalar así en busca del objetivo primero del ascenso.


Pero el Real Zaragoza se jugaba muchas otras cosas en el partido ante el Tenerife. Por encima de todo, la confianza. Su lamentable inicio liguero generaba escepticismo en el entorno zaragocista y dudas profundas en el seno del club. Esa falta de fe se traducía partido a partido en el juego del equipo, que encadenó una serie de citas grises, en la que el equipo no estaba a la altura de lo que se le exigía.


Explicaba el entrenador, Paco Herrera, que el equipo precisaba acertar con un cambio de chip mental que garantizara el salto de calidad que mutara el juego y los resultados. Pero cada partido la confianza parecía diluirse para hacer del Zaragoza un equipo vulgar, sin norte, sin argumentos futbolísticos. Para desesperación del zaragocismo.


La mentalidad cambió por fin el sábado y, sobre todo en la segunda parte, con la entrada de Víctor Rodríguez y Movilla, el Real Zaragoza se convirtió en un equipo distinto: ambicioso, creativo, capaz de jugar con sentido en conjunto y con gol.

Los cambios permitieron liberarse también a otros jugadores llamados a desempeñar un papel fundamental en el proyecto blanquillo. Y el mecanismo comenzó a funcionar con solvencia y rigor.


“Era lo que necesitábamos”, clamó Paco Herrera al final. Y tiene razón. De un plumazo acabó con argumentos con fantasmas y temores; el equipo salió de la penumbra y mostró de lo que es capaz, la jerarquía que se le pide al más serio aspirante a volver a Primera División.


Logró por fin la primera victoria, dio valor a su estadio, brindó una satisfacción a su sufrida afición y, sobre todo, mostró que tiene posibilidades para incrustarse en la zona noble de la clasificación.


Más allá de los tres puntos, el triunfo aportó un puñado de intangibles que ahora el equipo debe rubricar en sus próximos compromisos. Y como decía Víctor Rodríguez, el motor de la reacción blanquilla, la victoria tendrá valor si el equipo consigue de nuevo los tres puntos en su cita con el Castilla, en la próxima jornada.


De momento, se ha garantizado el valor de la confianza.