Real Zaragoza

Víctor se pone galones

El joven futbolista fue el motor que precisaba el equipo para encarar con solvencia el duelo con el Tenerife; revolucionó a todo el Real Zaragoza.

Real Zaragoza - Tenerife
Real Zaragoza - Tenerife_8
REAL ZARAGOZA - TENERIFE

En este Real Zaragoza hasta ahora despistado, sin orden ni criterio, apareció el sábado la figura de Víctor Rodríguez, el alma de un triunfo necesario, imprescindible para el conjunto de La Romareda. El equipo había mejorado en la primera parte ante el Tenerife, pero precisaba salir de la monotonía, de esa línea previsible que permitía a su rival –un Tenerife llamado a sufrir- a defenderse con comodidad.


Paco Herrera ha entregado la batuta del juego a Barkero y Cidoncha. Y ninguno de los dos se ha mostrado, hasta el momento, a la altura de lo que exige el Real Zaragoza. A Cidoncha le pesa, tal vez la responsabilidad, la presión de jugar en una Romareda cansada, encendida. El futbolista procedente del Atlético no logra jugar y hacer jugar como se espera de él.


Barkero no ha conseguido adaptarse al equipo ni a la categoría. El jugador procedente del Levante estaba llamado a liderar la formación en el camino de regreso a Primera, pero parece fuera de tono, como superado por las circunstancias. Un tiempo de reposo y la seguridad de no ser imprescindible pueden contribuir a asentar al vasco y fomentar su juego.


El Real Zaragoza está envuelto en tan complicada dinámica que el ámbito deportivo es apenas una parcela más de la crisis en la que se mueve. Las cuestiones institucionales traspasan muros y se filtran por todos los ámbitos del club; y a ello no es ajeno el vestuario. Por eso, la escuadra precisa compromisos, liderazgos.


El sábado lo asumió Víctor Rodríguez; y ganó crédito. Ante su técnico y ante la afición, que ya conoce de lo que es capaz el joven futbolista barcelonés. Su convicción en su magistral lanzamiento de falta –recién entrado en el terreno de juego-, su capacidad de mover al equipo, su hambre de fútbol y de gol contagiaron al equipo, necesitado de un motor, pero con opciones para crecer, como luego demostró.


El Zaragoza necesita alma, vida. Y Víctor se la brindó. De eso sabe también José María Movilla, que fue otra de las piezas claves del cambio de imagen que ofreció el equipo. A ese dúo se le unió también la convicción de Montañés, que cada vez siente más su implicación en ese vestuario en el que es preciso sentirse militante zaragocista. Que es un paso más en el nivel de implicación.


“Yo veo ahora 12 o 13 jugadores enchufados”, expresaba Paco Herrera al final del encuentro. La implicación resulta fundamental. Y también el haberse soltado los nervios, el haber logrado esa primera victoria que pesaba a un equipo sobre el papel a llevar el mando en la Liga.


El partido deja también el sello del acierto en la llegada de Ángelo Henríquez. Pese a su juventud, el chileno ofrece una permanente sensación de peligro; encara, tiene desmarque y remate. Una gran tranquilidad para Paco Herrera… y para el zaragocismo.