El cariño al Real Zaragoza tiene hoy forma de fila, de esa impresionante manifestación de respaldo al equipo en el momento más delicado. Al margen de la controversia por el precio de las localidades, la alargadísima espera en busca de una entrada pone de relieve el empeño de todo un pueblo por acudir a respaldar al equipo en el momento de máxima necesidad.

Hoy se ha puesto de relieve la grandeza del equipo, el inmenso cariño que arrastra. Y se hace tangible esa contundente realidad: la soberanía del Real Zaragoza reside en el pueblo, por más que la propiedad sea de Agapito Iglesias.

La Romareda volverá a ser el domingo el refugio, el hogar de un equipo que jugará con el viento a favor, con el respaldo de un estadio lleno. Ha sido la afición la que ha logrado recuperar a un equipo timorato, acogotado por una terrible racha que logró romper en el estadio municipal ante el Mallorca. La victoria se refrendó luego frente al Rayo y ahora es imprescindible ratificarla ante el Athletic.

La afición volverá a ser este domingo el jugador número 12, y el 13, y el 14… Porque está convencida de que la permanencia es posible y nunca va a dejar solo a su equipo. A partir de ahí habrá que poner los cimientos de un proyecto nuevo, a lo altura de lo que merece el Real Zaragoza. Aunque primero resulte imprescindible sujetarse a la salvación. Ganar para vivir.