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El conserje que descubrió a Roro Riquelme en Zaragoza: "Vi que era un genio y me lo llevé al Balsas"

El jugador del Atlético, que el jueves debutó con la selección, vivió un año y medio en Zaragoza. Su primer equipo fue el Balsas Picarral y su entrenador Eusebio Algaba. 

El zaragozano Eusebio Algaba, primer entrenador de Rodrigo Riquelme, posa junto al futbolista cuando este tenía 7 años.
El zaragozano Eusebio Algaba, primer entrenador de Rodrigo Riquelme, posa junto al futbolista cuando este tenía 7 años.
HA

En la partida de nacimiento (futbolística) de Rodrigo Riquelme no pone Madrid, sino Zaragoza. El recorrido laboral de su padre lo trajo a esta ciudad temporalmente cuando apenas era un niño, y Eusebio Algaba, entrenador de las categorías inferiores del Balsas Picarral, fue el primero que se percató de su talento al verle jugar –junto a su hermano Alejandro- en el patio de una urbanización de la avenida Gómez Laguna.

Roro, como así se le conoce ahora, vivía en el número 15. Eusebio trabajaba –y sigue trabajando- como conserje en el 19, y su hijo Joel no tardó en entenderse con los Riquelme a través del balón, a través de esos partiditos improvisados en los que se empezó a fraguar el futbolista que es hoy. Un mediapunta habilidoso y con mucha calle. Un joven que conoce mejor que nadie lo que cuesta llegar, y quizá por eso, a diferencia de otros, ha convencido a Simeone de que hay ‘gambeteros’ sacrificados.

A la vera del Cholo se ha hecho un hueco en el Atlético de Madrid en Primera División y ha recibido la llamada de la selección nacional. Este jueves se estrenó a las órdenes de Luis de la Fuente en el compromiso ante Chipre, tras un largo recorrido que han seguido con atención los románticos del fútbol base aragonés.

El Balsas puede presumir de haber sido su primer club. Era la temporada 2006-07 cuando Algaba le hizo ficha para jugar en el equipo de fútbol sala, y así comenzó a erigirse como el súper clase que es. Como un genio que destaca por su conducción de balón y su descaro para enfilar hacia la portería contraria.

«Entonces ya era así», resume el que fuera su míster, y recuerda que los planteamientos eran muy sencillos con Roro en el equipo. «Cuando la cosa iba mal, se la daban y ya está. Era un fuera de serie, de los que sabes que van a llegar», valora Eusebio, sobre los primeros pasos del futbolista en el pabellón del Arrabal.

Un talento innato 

«Lo ganamos todo. La liga, la copa de Aragón… Incluso se llevó el trofeo al mejor jugador en el Torneo Inmortal Ciudad de Zaragoza siendo prebenjamín y jugando con los chicos de dos años más», añade el que fuera su técnico, que sigue guardando en cinta ‘vhs’ los vídeos de aquel rubito menudo que, con la camiseta avispa del Balsas, se escurría entre los rivales.

«También mantengo relación con la familia. Hicimos buenas migas a pesar del poco tiempo que estuvieron aquí. Son gente encantadora», cuenta sobre los Riquelme, que llegaron a la capital aragonesa antes de la Expo –el padre es constructor- y después regresaron a Madrid para que Roro se siguiera formando en Las Rozas y en el Rayo Vallecano hasta llegar al Atleti.

Riquelme, en su debut con la selección española el jueves.
Riquelme, en su debut con la selección española el jueves.
Efe

Antes, el centrocampista tuvo tiempo de completar un breve periplo por el Amistad, donde, a las órdenes de Juanjo Mejía y en las dimensiones de fútbol 7, se calzó sus primeras botas de tacos. Las mismas Adidas que sigue luciendo –en otro color- y que esta semana asomaron en el Chipre-España de clasificación para la Eurocopa 2024.

«Ojalá sea el primero de muchos», aseguró Roro al cumplir la fantasía de estrenarse con la absoluta. «La selección es lo máximo, es la élite. Y creo que he estado a la altura», completó el jugador que, en una tarde-noche tan especial, seguramente se acordó de aquel señor llamado Eusebio que le puso la avispa del Balsas sin saber que un día sería futbolista profesional.

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