Hay futbolistas que han nacido para jugar en un sitio y Borja Iglesias lo hizo para vestirse siempre de corto en La Romareda. Es su casa de adopción, el lugar donde salió del cascarón en la temporada 2017-2018, allí donde surtió el chispazo de una relación íntima de amor y cariño con una grada como pocas hay en el fútbol. Zaragoza quiere a Borja Iglesias y no podía ser en otro estadio donde el Panda se pusiera la camiseta de España por primera vez y debutara como internacional.

Fue el absoluto protagonista antes, durante y después del partido. En lo futbolístico, porque España salió a jugarle a Suiza sin delantero, con Morata y él en el banco en un duelo al que pronto se le apreciaron las dificultades de la selección para intimidar el área. Por eso, la gente no tardó en reclamar a Borja sobre el césped. En lo ambiental, el Panda estuvo en las gargantas de todos. La Romareda lo pidió a Luis Enrique. Cuando saltó a calentar, un temblor se notó por debajo de los asientos. Nada comparable a cómo lo recibió La Romareda cuando puso un pie en el campo y su nombre sonó en la megafonía. El estadio explotó. Zaragoza se entregó a su fútbol y lo empujó hacia un gol que no llegó, pero que intentó y buscó, en la misma región del campo donde tantas veces dejó su huella en su paso por el Real Zaragoza.

Te puede interesar

España se ahoga en Zaragoza

Búscate en la Romareda: partido España-Suiza

En cierto modo, a Borja Iglesias aquella temporada le cambió la vida. Vivió demasiadas cosas en lo deportivo y en lo personal que lo maduraron hacia el futbolista y la persona que es ahora. Siempre cercano a la gente, sensible, singular, nunca ha borrado su sonrisa y nunca se ha olvidado de Zaragoza. Puede parecer que aquello, después de irse al Espanyol o al Betis, fue una etapa de paso. Pero no. Como se observó ayer, el Panda sigue muy vivo en La Romareda, un campo huérfano de ídolos en su vida cotidiana, en esa rutina gris de la Segunda División. Así, Zaragoza se reencontró con uno de los últimos hijos a los que ha acogido como uno de los suyos. Desde el momento en el que Borja Iglesias debutó como futbolista internacional con España, ya había algo que celebrar. De algún modo, La Romareda recordó y se vio intentando subir a Primera.