selección española

España se ahoga en Zaragoza

Dos errores a balón parado condenan  a la selección a una derrota contra Suiza (1-2), con La Romareda llena hasta la bandera, en una noche de gala. Borja Iglesias debutó como internacional.

ESPAÑA - SUIZA
Una imagen del partido España-Suiza.
Toni Galan

Zaragoza vibró, empujó, alentó y encendió las calderas de La Romareda con 31.809 voces, pero a España le faltó fuelle y fútbol en su regreso a la capital aragonesa casi 20 años después. Como en aquella ocasión contra Grecia, la selección perdió. Lo hizo víctima de sus pecados originales, su dificultad para abrirle vías al gol y dominar el área rival, pero también de sus deslices a balón parado. Suiza le levantó el partido en dos saques de esquina y le condenó a un duelo a cara de perro en Braga el próximo martes con Portugal para clasificarse a la fase final de la UEFA Nations League. Los suizos le escribieron en latín el partido a España, ahogando su fútbol con aplicación defensiva, un orden cartesiano y las ideas más claras que una selección desdibujada, en la que el gol de Alba para empatar al inicio del segundo tiempo se evaporó demasiado rápido. El debut de Borja Iglesias ante la aclamación del pueblo zaragozano no terminó de afilar al equipo.

España fue fiel a los principios de Luis Enrique. No se salió del guión que le ha traído a este punto. Su 4-3-3 contó esta vez con la singularidad de Marco Asensio como delantero mentiroso, uno de los signos identitarios de la genética de la selección. El atacante del Real Madrid, sin embargo, no logró sintonizar al resto de las piezas. Akanji y Elvedi, los centrales suizos, nunca se dejaron arrastrar hacia la trampa y España se encontró, muy pronto, con problemas para fragmentar al rival y perforarle vías de ataque. Suiza, por su parte, se ordenó con un 4-2-3-1 empaquetado en muy pocos metros, con Freuler vigilando a Pedri y con diabólicas intenciones en las diagonales de Vargas, un constante arañazo en el sector de Eric García, Azplicueta y Busquets. Por ahí, no tardó en comenzar a tener problemas la selección española, incapaz de interpretar el idioma del partido.

Un cabezazo alto del omnipresente Sow y un tiro lejano de Granit Xhaka advirtieron a Unai Simón de que las cosas no serían sencillas. España se centraba en lo suyo, con mando, con la pelota pasando de pie en pie, amasando el juego con paciencia desde abajo y asumiendo todos los riesgos posibles. Eric García y Pau Torres conformaron una salida de balón con dos jugadores en la que los laterales, como es norma con Luis Enrique, se fijaban abajo para atraer al rival y atacarle la espalda de la presión. Pero ni Gavi ni Pedri lograron poner continuidad o lanzar a España de cara. No había agilidad ni precisión.

Suiza se defendía cómoda, organizada. Apenas le exigían girarse o correr hacia atrás porque España no proyectaba movimientos de profundidad.  El juego de la selección se fue condensando, espesando. La fluidez apenas le alcanzaba hasta el último tercio, donde le acosaron sus insuficiencias habituales. España está corta de veneno, no es esta una nota nueva de su fútbol. Es como un baile sin beso. La pelota danzaba, pero no mordía. Y con el ataque encallado, España observó cómo Suiza, un equipo incandescente, experto en duelos, combativo en las distancias cortas y con un plan claro de cómo dañar al rival, hallaba camino hacia Unai Simón. En un saque de esquina puesto con dulce de almíbar por Vargas, el central Akanki se elevó sobre todos y sobre todo y le pegó un cabezazo de mármol al balón para adelantar a Suiza. De pronto, comenzó a llover sobre Zaragoza.

Intentó quitarse el chaparrón de encima la selección. Sarabia firmó la mejor acometida, jugándose un uno contra uno frente a Widmer que se fue lamiendo el palo. No amenazó mucho más España, asumiendo el control del partido, pero con un gobierno suave, cándido, con poca pegada. Mientras, Suiza cargaba cuando podía con las oleadas de sus centrocampistas. En una de ellas, Shaqiri, un duende metido en el cuerpo de un levantador de pesas, se abrió paso entre las piernas de España con un acción maradoniana. Entre regate y regate, congeló el tiempo, y se plantó, algo escorado, en el fondo de la cocina de Unai Simón, a quien le obligó a taponar su tiro. Shaqiri no se andaba con bromas.

En el descanso encontró reposo España y ajustes que no tardaron en observarse. Los laterales ganaron metros y el centro del campo de Suiza debió elevar las atenciones defensivas hacia los flancos. Allí, en la zona de los pivotes, se abrieron espacios para que Marcos Asensio afinara el violín. El ‘falso 9’ sonó en toda la inmensidad del concepto: el futbolista del Real Madrid bajó, se giró, los centrales suizos dudaron y Asensio, después de un par de garabatos sobre el césped, le brindó un balón limpio de defensas a Jordi Alba. Su tiro se hundió en la profundidad de las redes de La Romareda y el empate introducía el partido en otra dimensión. Eso parecía. Porque Suiza no se encogió. Es una selección valiente, un hueso duro y amargo. Avisó Shaqiri en un tiro al palo que se anuló por fuera de juego. Y en un saque de esquina, de nuevo mal defendido, encontró un barullo Embolo del que sacó el gol y una nueva ventaja suiza. Aún salvó sobre la línea Unai Simón una escaramuza del incansable Vargas.

España necesitaba reconducirse y reprogramarse, y Luis Enrique optó por reformar todo el frente ofensivo. Asensio, Ferrán y Sarabia, los tres de arriba, se fueron al banquillo y entraron Yeremi Pino y los debutantes Nico Williams y Borja Iglesias, exzaragocista a quien la grada reclamó y reclamó en el campo. Los perfiles cambiaron, gente rápida, con desequilibrio, vibrante, con el Panda fijando y ofreciendo una referencia. España ganó, como se esperaba, revoluciones, su fútbol se electrificó con los cambios. Yakin no se quedó quieto y metió a Zakaria y Ndoye, atletas de alto recorrido, para compactarse y ganar potencia defensiva. España inclinó el juego hacia la portería de Sommer, con un intrépido Yeremi Pino y el acelerador de Nico Williams. Luis Enrique aún estiró más al equipo con Marcos Llorente, y un latigazo suyo obligó a Sommer a volar. Al reloj se le empezaron a caer los minutos y a España le entró la precipitación, descontrolándose su juego, sobreexcitado ante las prisas y la impotencia. Borja Iglesias cruzó demasiado un tiro, mientras Luis Enrique agotaba su última bala con Soler. Poco más pasó. España se estrellaba contra la pared mientras Zaragoza arrimaba el hombro.

La Romareda estuvo a la altura de la plaza de fútbol que es y del calor que desprenden sus gradas. No fue suficiente para que España le encontrara las cosquillas a Suiza. Zaragoza disfrutó, pero la felicidad se le quedó incompleta. Quizá la próxima vez... si la próxima vez no tarda dos décadas. Zaragoza se merece más España.

FICHA TÉCNICA

España: Unai Simón, Azpilicueta (Soler, min. 87), Eric García, Pau Torres, Jordi Alba, Gavi, Busquets, Pedri (Marcos Llorente, min. 70), Ferran Torres (Yéremy Pino, min. 63), Asensio (Borja Iglesias, min. 63) y Sarabia (Nico Williams, min. 63).

Suiza: Sommer, Widmer, Akanji, Elvedi, Ricardo Rodríguez (Steffen, min. 46), Freuler, Xhaka, Sow (Zakaria, min. 68), Shaqiri (Ndoye, min. 68), Vargas (Aebischer, min. 79) y Embolo (Seferovic, min. 86).

Goles: 0-1: min. 21, Akanji. 1-1: min. 55, Jordi Alba. 1-2: min. 59, Embolo.

Árbitro: Clément Turpin (Francia). Amonestó al suizo Akankji.

Incidencias: Partido de la quinta jornada en el grupo B de la Liga de Naciones disputado en La Romareda (Zaragoza) ante 31.188 espectadores.

Placeholder mam module
Partido España-Suiza, en directo
Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión