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El triunfo silencioso de Álvaro Sanz

El centrocampista aragonés, formado en las categorías inferiores del Caspe y del Real Zaragoza, debutó este domingo con el primer equipo del Barça. Solo tiene 20 años y una prometedora carrera por delante. 

Álvaro Sanz, en su debut con el Barça en Son Moix.
Álvaro Sanz, en su debut con el Barça en Son Moix.
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El debut de Álvaro Sanz con el Barça es el triunfo del trabajo silencioso. Quienes conocen al joven centrocampista, formado en las categorías inferiores del Caspe, saben el esfuerzo que hay detrás de este estreno con el primer equipo azulgrana. Y no solo del propio futbolista; también de unos padres que tuvieron que recorrer kilómetros y kilómetros para acercarle el sueño de ser jugador profesional.

Sanz, de 20 años, llegó al FC Barcelona en 2015, cuando todavía era cadete, y este domingo disputó sus primeros minutos a las órdenes de Xavi Hernández. La lesión de Nico acercó su irrupción en Son Moix en el 71’, en la recta final de un encuentro que el mediocampista zaragozano no olvidará nunca.

Álvaro jugó de interior y exhibió su variedad de registros. Sobresale por su buena lectura del juego, acompañada de un despliegue que le convierte en un futbolista muy versátil. Entiende el juego con y sin balón; y quienes le han visto crecer destacan, por encima de todo, su generosidad.

Carlos Burillo, ex entrenador del CD Caspe, fue la persona que más marcó sus inicios en la escuela de fútbol del club bajoaragonés y lo define como “un trabajador nato que, además, atesora calidad”. Así, de la mezcla de ambas aptitudes, surge un futbolista total. “Maneja ambas piernas, no rehúye el contacto, se posiciona bien en el campo... es muy completo", explica Burillo, y recuerda que ya cuando era un niño se veía que “podía llegar lejos”.

Sanz estuvo en Caspe hasta acabar la categoría de benjamín y, ya como alevín, pasó a las categorías inferiores del Real Zaragoza para convertirse en uno de los mayores talentos de la Ciudad Deportiva. Su juego le llevó a ser convocado por la selección aragonesa, donde Aitor Pardo, que en aquellos años dirigía al combinado sub-12, pudo dirigir a quien considera un “talento natural” para el deporte.

Era diferente al resto. Tenía mucho fútbol, sobre todo por su brillante coordinación con ambas piernas, pero también una madurez inusual en un chico de su edad”, recuerda Pardo, destacando la “responsabilidad” que Álvaro Sanz mostraba cuando apenas era un niño de 12 años.

Con la selección tuvo una etapa brillante, y en el Zaragoza también hasta que se lo llevaron”, añade Pardo, sobre el momento en el que los ojeadores del Barça captaron a Sanz como nuevo talento de La Masía. Era 2015, el chaval acaba de dar el salto a cadete, y le quedaba un largo camino por recorrer.

Su primer entrenador en Can Barça fue Cristian Catena. Más adelante, con García Pimienta comenzó a alternar el pivote defensivo -su posición natural- con el lateral derecho, y su buen rendimiento en ambas demarcaciones lo convirtió en un fijo hasta que una fractura en el quinto metatarsiano del pie interrumpió su progresión en la recta final de la pasada campaña.

Por suerte, en la presente, ya con Sergi Barjuán en el banquillo, Sanz ha vuelto a ser pieza indispensable en los esquemas del Barça B. Hasta el punto de que en el debut de Barjuán como entrenador del equipo, antes de la llegada de Xavi Hernández, lo convocó para el partido contra el Alavés.

Era 30 de octubre y Álvaro Sanz no entró al campo. Le quedaban dos meses para cumplir la fantasía de estrenarse con el primer equipo del Barça. Las bajas que el cuadro culé presentó en el estadio de Son Moix este domingo, en la victoria (0-1) ante el Mallorca, acercaron el estreno del caspolino, que disputó un total de 24 minutos insuficientes para que el Real Zaragoza perciba, de momento, derechos de traspaso. 

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