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El Barça pierde identidad

Los últimos partidos del equipo azulgrana han puesto en duda la credibilidad de su fútbol.

Ernesto Valverde, técnico del Barcelona, durante el entrenamiento de ayer del conjunto azulgrana.
Ernesto Valverde, técnico del Barcelona, durante un entrenamiento del conjunto azulgrana.
Alejandro Garcia/EFE

Cualquier otro club del mundo relativizaría un par de mal resultados consecutivos y se protegería de las críticas instando a echar a un vistazo a la clasificación, pero al Barça no le sirve de escudo el liderato en la Liga, por 'mejor goal average' general que la Real Sociedad, ni el primer puesto en el Grupo F de la Liga de Campeones, con un punto más que el Borussia Dortmund antes del pulso directo en el Camp Nou entre ambos equipos en la quinta jornada. Ganando se clasificaría, pero empatando o perdiendo quizás tenga que jugarse el pase a octavos en Milán ante el Inter.

El equipo de Ernesto Valverde ofreció otro partido europeo lamentable el martes en casa ante el Slavia de Praga (0-0), con sensaciones muy parecidas a las vividas el pasado sábado en la segunda parte ante el Levante, que remontó (3-1). Esta vez sí mereció ganar por número de ocasiones claras, seis enormes paradas de Kolar y un larguero de Messi,y porque Ter Stegen apenas tuvo que intervenir, pero ni esa estadística calma al aficionado culé. Cada vez que el aguerrido equipo checo se desplegaba, pisaba área y acorralaba al Barça. Al Slavia le faltó remate, pero intimidó una y otra vez con un fútbol colectivo intenso, solidario y valiente. La respuesta azulgrana fue a base de acciones individuales de Messi y compañía, más peligrosas, sí, pero sin un patrón de juego detrás. Y eso es lo más alarmante.

Jon Aspiazu, ayudante de Valverde, ya insinuó lo que iba pasar cuando en las entrevistas previas a los partidos argumentó la titularidad de Arturo Vidal "porque será un partido de brega". Efectivamente, el Barça, con Arthur en la grada por decisión técnica, renunció a su estilo como ya suele hacer a menudo cuando se enfrenta a equipos superiores físicamente, casi todos en ese sentido, y valientes en la presión alta, con cada día más imitadores del Liverpool.

Como en Anfied el día de la remontada red, el enfoque de Valverde es resultadista. Como sus jugadores van a sufrir sacando el balón tocado desde atrás porque el juego de posición ya sólo es un bonito recuerdo del pasado, decide ser directo y aceptar el intercambio de golpes pensando que la mayor calidad individual ofensiva y defensiva se impondrá en las áreas. Pero Messi no siempre marca, puede pasar, y Ter Stegen no siempre lo para todo, también posible, como sucedió la triste noche de Liverpool o la pobre tarde de Valencia, partidos en los que estuvo por debajo de su nivel. Es lo que tiene prescindir de la esencia del juego combinativo que permite mandar en los partidos para conceder menos llegadas y crear ocasiones a través del dominio, no de los arreones.

Las víctimas son los centrocampistas, desubicados en los partidos rotos y de ida y vuelta, sin saber si tirar la presión alta o esperar. Frenkie de Jong se salva por su recorrido, pero a Sergio Buquets le cuesta más por una cuestión de edad.

Como los problemas nunca llegan solos, Jordi Alba sufrió una nueva lesión muscular y podría estar varias semanas de baja con la circunstancia agravante de que Junior, fichado para cubrirle las espaldas, ha dejado de contar para Valverde, quien prefiere un lateral derecho como Semedo para jugar por la izquierda. Luis Suárez sigue de baja en una delantera en la que Messi y Griezmann ni se miran para pasarse el balón. Y Piqué se perderá por sanción el partido vital ante el Borussia Dortmund del 27 de noviembre. Umtiti deberá recuperar ritmo competitivo lo antes posible.

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