Idiakez no da con la tecla

El Zaragoza enlaza su cuarta jornada sin ganar y empieza a perder algunos trenes. Su partido contra Osasuna no fue muy diferente a los jugados recientemente.

El Zaragoza enlaza su cuarta jornada sin ganar y empieza a perder algunos trenes. Su partido contra Osasuna no fue muy diferente a los jugados recientemente.
El Zaragoza enlaza su cuarta jornada sin ganar y empieza a perder algunos trenes. Su partido contra Osasuna no fue muy diferente a los jugados recientemente.
Oliver Duch

Mucho balón y poca dinamita. Al Zaragoza que este lunes se le volvió a escapar un partido –enlaza la cuarta jornada sin conocer la victoria y observa cómo algunos trenes comienzan a escaparse– cabe sacarle similares conclusiones que al que en el último mes perdió en Almería, le ganó el Lugo en La Romareda y empató en Albacete. Osasuna no se alejó en planteamiento a esos rivales y el Zaragoza se estrelló de nuevo contra la misma pared: un dominio inocuo, desafilado, con escaso contenido ofensivo. Amasó y amasó la posesión, pero pocas veces pudo conectar aquel punto en el que el juego se generaba y la zona donde debe finalizarse. Los rivales le tienen cogida la medida descaradamente a Imanol Idiakez, pero el entrenador donostiarra sigue sin encontrar soluciones, sigue sin tocar la tecla correcta que haga redondo al equipo, que le abra caminos hacia la portería rival.

Cuando el diagnóstico acaba siendo el mismo después de cuatro jornadas consecutivas sin ganar, se corre el riesgo de que el problema se cronifique. Desvela problemas, imperfecciones tácticas. El Zaragoza perdió en Almería con un 64% de posesión, contra el Lugo cayó con un 68%, en Albacete condensó un 65% de balón y, anoche, en La Romareda frente a Osasuna, repitió esos altos índices de control de la pelota. Al descanso sumaba un 68% y acabó el partido con el 57%. Sin embargo, el equipo aragonés no hace realmente eficaz esa superioridad en la posesión. Toca poco hacia adelante. Eguaras ha venido a corregir en cierto modo ese aspecto, pero aún no es suficiente: falta profundidad, desborde, ideas, movimientos de ruptura, progresión… Tiene el balón, pero no domina el juego.

El Zaragoza tuvo este lunes todo de cara para que por fin esa tendencia se corrigiera. Una afición inflamada, un tapete como césped y un gol que le ponía por delante. Parecía que el equipo aragonés se encontraría con ese escenario en ventaja que le daría las llaves del partido. Osasuna debía abrirse y despoblar el centro del campo. Los espacios deberían aparecer… Pero el Zaragoza no le encontró el tino a esa situación. Perdió la pelota, a sus futbolistas se le agotaron los pulmones (Eguaras, Zapater, Javi Ros… la zona que le había permitido respirar en la primera mitad…), Idiakez aun con todo no agotó cambios… Una vez más, al equipo se le emborronaba la lectura del partido.

¿Dónde se encuentra la fórmula? Surgirán debates de toda naturaleza. Sobre nombres y apellidos, combinaciones de centrales, disposiciones tácticas, configuración del centro del campo... Al Zaragoza se le aprecia una identidad. Es un primer paso. Sabe a lo que juega, pero no lo ejecuta bien. Por si fuera poco, volvió a regalar un gol. Es cierto. Pero, más allá, en el fondo de la cuestión, hay soluciones por hallar.

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