REAL ZARAGOZA

En caída libre

El Real Zaragoza pierde víctima de sus propios errores y limitaciones ante un Barcelona carente de su brillantez pretérita. Sigue resistiéndose la primera victoria de la temporada

Expulsión de Ponzio
Real Zaragoza 0
FC Barcelona 2
EFE

No hay sábado ni domingo feliz para el zaragocista. Jornada tras jornada, el equipo colecciona derrotas en una suicida espiral hacia el pozo de Segunda División. El derrumbe institucional se ha filtrado al vestuario y alcanza de lleno al plano deportivo y social. La Romareda mastica hastío y frustración con aterradora naturalidad. La visita del Fútbol Club Barcelona propinó una nueva puñalado en el sufrido corazón blanquillo. Una derrota previsible y excusable pero que volvió a denunciar las limitaciones de una plantilla que nada en la mediocridad.No precisó el conjunto azulgrana esgrimir su versión más colosal para arrebatar el balón y los puntos a un contrincante desarmado. El Barça de ayer dista kilómetros de la seductora escuadra que ha tiranizado el fútbol español y europeo en las dos últimas campañas. Sin la brújula de Xavi y carentes de la vertiginosa fluidez de antaño, el conjunto de Pep Guardiola desfiló embutido en su versión más terrenal. Pero le sobró con aguardar los errores ajenos para recolectar un botín precioso que le mantiene en el apasionante pulso con el Real Madrid.

Es cierto que los jugadores zaragocistas ingresaron en el campo con una actitud bien diferente a la de hace una semana en San Mamés. Un mérito que contuvo el asalto culé durante casi toda la primera mitad. Pero poco más. En cuanto afloraron las carencias del colectivo local en forma de imperdonables desconexiones, el encuentro se transformó en un trámite para el enemigo. La infantil expulsión de Leo Ponzio o la pérdida de Ander Herrera que alimentó el primer gol catalán al filo del descanso, constituyen concesiones carísimas ante un contrincante tan talentoso.

Pérez Lasa incendió la grada con sus decisiones pero, basarse en la actuación arbitral para justificar la derrota, sería un acto estéril y mentiroso. José Aurelio Gay lo hizo en la rueda de prensa posterior, una prueba más de su inquietante deriva en las últimas semanas.

Sin un análisis más profundo y sincero, será imposible alcanzar el diagnóstico y las medidas adecuadas. La situación desesperada en que ha encallado el Real Zaragoza precisa de discursos realistas, alejados de ingenuos voluntarismos.

El panorama es desolador, tanto si se mira al palco como al césped. Las grietas que lastran al equipo son múltiples y, tal vez, irreparables.

En ataque se extraña una referencia letal. Ni Sinama Pongolle ni Braulio ni Marco Pérez lo son. El mano a mano fallado por el canario, en la aproximación más peligrosa, ejemplifica este vacío en un puesto tan definitivo como el nueve. Si exceptuamos los tres goles anotados ante el Málaga con 0-5 en el marcador, el Zaragoza solo ha convertido tres dianas en los otro siete choques.

En la retaguardia el paisaje es similar. Villa, Messi e Iniesta evidenciaron la lentitud de los zagueros. La clarividencia de Toni Doblas evitó un resultado más sonrojante.

Y en la medular, en la sala de mandos, se ha desistido de la misión de gobernar el juego. En resumen, un retrato fantasmal.