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El rompecabezas

REAL ZARAGOZA

El Real Zaragoza busca su propia identidad. El partido del sábado puso de relieve las caras de una formación aún descompensada, a la que es preciso trabajar y que corre el peligro de caer en la ansiedad. Marcelino la modela.

También yo me pregunto por qué el equipo ha jugado dos partes tan diferentes. No tiene explicación". Marcelino le pone voz al dilema del zaragocismo. ¿Qué le pasa al Real Zaragoza? ¿Por qué no acaba de funcionar? ¿Por qué reencarna viejos fantasmas de un pasado demasiado cercano? La campaña está apenas recién empezada y aunque nadie alaba el despegue, es aún muy pronto para hacer cábalas sobre el futuro del equipo. Pero la sinceridad del entrenador y el desconcierto de los aficionados invita a ofrecer un mapa general de la situación del equipo. El técnico y sus ayudantes tienen ante sí la tarea de conformar una escuadra competitiva de entre un puñado de jugadores a los que aún tiene que acabar de conocer y, sobre todo, que deben aún entenderse entre sí. Con todos ellos, deben reiniciar la pretemporada, acondicionar su estado físico a las necesidades del equipo y, de paso, establecer una mentalidad ganadora, que no se puede confundir con un estancamiento en la ansiedad. Un puzzle de piezas complejas que ha parecido tornarse en rompecabezas.


1. La confección de un equipo. Las llegadas a última hora del portero Toni Doblas -apuesta singular- y Jorge López, junto a Caffa y Songo'o, obligan a Marcelino a modificar de forma constante las alineaciones. No es que el entrenador no haya mantenido un equipo tipo, sino que en los tres partidos oficiales los ha cambiado de forma sustancial. Ha mutado la vanguardia y la retaguardia y las pruebas se han extendido a las bandas y a los pivotes. Es lógico: el equipo no funciona y el retraso en los fichajes le obliga a probar en partidos oficiales lo que el resto de las formaciones han llevado a cabo en pretemporada. Le falta aún terreno para establecer su equipo tipo.


2. Una nueva pretemporada. No es solo Marcelino quien tiene que volver atrás: los propios futbolistas precisan desandar su mal andado y iniciar una pretemporada. Es natural que Jorge López estuviera el sábado como un pulpo en un garaje; que Caffa viva más de su aire que del juego de conjunto; que falte entendimiento con Arizmendi, Braulio... Los jugadores se acaban de conocer en el vestuario, nunca han jugado juntos, no existe ningún tipo de compenetración. Es trabajo de ensamblaje al que deben entregarse en cada sesión de entrenamiento.


3. Puesta a punto. Los objetivos de un equipo marcan los picos de forma de sus jugadores. Hay formaciones que deben tener a sus hombres en plena forma en el despegue liguero; a otros, les interesa comenzar más suave y acelerar la puesta a punto con el paso de los partidos. ¿En qué estado de forma han llegado los refuerzos? Es muy complicado que se amolden al plan de trabajo de los preparadores físicos, que ahora tienen el reto de ubicarlos en el plan general de la formación.


4. Adaptación a la categoría. Es natural que el Real Zaragoza se convierta en el rival a batir de la Segunda División. El adversario le sabe jugar al cuadro zaragocista; tiene claras las ideas y, en su modestia -la de un club de Segunda- explota sus armas para derrotar a una formación que hace apenas un años soñaba con la Liga de Campeones. El cuadro de La Romareda aún no sabe cómo afrontar los partidos: no tiene claro si ha de jugar a fútbol o contagiarse del espíritu del pelotazo de su rival; al no existir compenetración, falta capacidad creativa, implicación en el juego de conjunto y, desde luego, ahí nadie juega de memoria.


5. Búsqueda de la credibilidad. Ganar es hoy ya una obligación para el Real Zaragoza. Y no solo por la importancia de sumar tres puntos. El equipo aragonés precisa adquirir una mentalidad ganadora, tal vez, la que se le supone en la Segunda División. Ganar invita también a aparcar un peligro en el equipo: la ansiedad. El cuadro de Marcelino no puede permitirse el lujo de dejarse llevar por la inquietud y los nervios cuando acaba de iniciarse la competición. Pero eso solo se consigue con una victoria cuanto antes. Además del respaldo moral, es una garantía de credibilidad. Sabe Marcelino que la única vía que se le permite al Real Zaragoza es la del ascenso. Y es imprescindible ofrecer a la afición de La Romareda una garantía de credibilidad. No es posible seguir sembrando dudas, tras un despegue en el que se ha sumado un punto en dos partidos y el equipo está eliminado de la Copa.


Son las piezas que Agapito y Pedro Herrera han puesto en manos de Marcelino. A él cabe ahora manejarlas con propiedad.

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