En el guión estaba escrito que el CAI Teruel se mediría en semifinales al Unicaja Almería. Y el conjunto naranja lo cumplió al pie de la letra. Sudó, eso sí, para eliminar a un combativo Tarragona SPiSP que no se lo puso fácil y que exigió del CAI un esfuerzo mayor. El primer partido de la Copa del Rey siempre está abierto a sorpresas, y el CAI se esperaba que el equipo catalán le pudiera dar un susto. Con paciencia, el bloque de Óscar Novillo fue comiendo la moral de un rival de primera que volvió a caer en cuartos de final. El CAI tiene esta tarde (18.00) la oportunidad de sacarse la espina de la pasada edición, cuando Unicaja le arrebató el sueño copero.

Óscar Novillo mantenía un discurso prudente antes del duelo. Su equipo tenía la obligación de ganar; sí, es lo que te toca si llevas el cartel de favorito. Es malo ese pensamiento de aficionado ‘hooligan' que ya imagina al equipo de la tierra levantando la Copa en domingo. Novillo lo aborrece. Sabe que en estos torneos coperos siempre hay sustos. El Tarragona no es un equipo cualquiera: en la Liga era el único que le había ganado al campeón de la fase regular, el Unicaja, y aterrizaba en Zaragoza con los últimos cuatro partidos del campeonato ganados. La escuadra de Luis Toribio presenta un juego ordenado, que se alimenta de la inspiración del internacional Saucedo. El opuesto sevillano, el capitán, un punta demoledor, todo pasión en la red, se perdió la Copa la temporada pasada en Almería por lesión. Y Tarragona lloró su ausencia en la derrota en cuartos a manos del anfitrión. El conjunto catalán se presentaba con una motivación especial. Pero se encontró con otro equipo que también tiene una cuenta pendiente con Unicaja.

El CAI Teruel, apoyado en un acertado saque, no encontró problemas para dominar el primer set. La pelota fluía con rapidez de las manos de Hernán, y la conexión con García-Torres, Batista y Pérez funcionaba. Tarragona sufría con la recepción y la zurda de Saucedo permanecía encogida. La grada turolense era una fiesta (8-4 y 16-11). Pero el CAI comenzó a perder frescura, y el Tarragona se calentó. El potente saque de Bernal empezó a hacer daño en la recepción turolense, fundamento del juego que abre el camino a su desarrollo. Y Saucedo encontró la motivación para poner en aprietos al CAI. Con 23-21 se llegaba al momento crítico del parcial. Dos puntos consecutivos de Tarragona, muy protestados por el equipo naranja, establecieron una dramática igualada. Con unos guarismos similares, sólo quedaba ver quién cometería el error. El Tarragona tuvo dos bolas para llevarse la manga. El CAI, aguantó, esperó el momento. Y García-Torres no perdonó.

El duelo era duro. Dos equipos jugando al límite, especialmente Tarragona. El CAI, a lo suyo, punto a punto. El marcador volvió a teñirse de naranja, como la colorista grada del Siglo XXI, vestida por unos 500 aficionados turolenses que empujaron a su equipo con ardor. El tanteo era igualado. El bloque turolense se amparaba en la pegada de García-Torres y Batista, impecable. Cada vez que el receptor dominicano volaba y remataba en las narices de Saucedo, el opuesto miraba al cielo y suspiraba: “¡No puedo con este tío!”. El Tarragona se aplicaba en defensa para romper la dinámica, la tecla perfecta para que al CAI le entraran las dudas. Pero ahí estaba Batista para desquiciar el orden impuesto por Toribio. Tres puntos suyos rompieron la manga (23-19) y las ilusiones de un Tarragona que veía que se le escapaba el partido.

La marea naranja comprendió que el CAI de sus amores necesitaba un último empujón y arreció con sus gritos. Ni Saucedo, ni Bernal, ni los dos ex Multicaja Oliveira y Chaso iban a bajar los brazos. Los puntos bailaban en el electrónico sin fijarse en una casilla. Hasta que mediado el set, el CAI dijo basta. El acierto en el saque de García-Torres y el brazo de Batista sentenciaron.

Hoy, duelo de campeones: Unicaja Almería-CAI Teruel. El siguiente capítulo del guión se conocerá a partir de las seis de la tarde en el Siglo XXI.