REAL ZARAGOZA

Contra la corriente

El Real Zaragoza recibe al Deportivo dentro del lío generalizado en el que sigue sumida la SAD y su presidente, Agapito Iglesias. El equipo debe acometer el choque intentando evadirse de los retrasos en los pagos, la falta de fichajes o la compraventa del club.

Arrastre de pesos en uno de los entrenamientos de la plantilla zaragocista esta semana.
Contra la corriente
VíCTOR LAX

Poco o nada ha cambiado para bien en el ambiente zaragocista respecto de lo que fue el envoltorio del partido ante el Levante la semana pasada. Llega de nuevo el fútbol, la pieza motriz de todo este tinglado económico-político-social que se vive en Zaragoza desde hace casi un lustro, y en los días previos apenas ha habido un momento para atender a las cuestiones puramente deportivas.


El lío en el que se hallan metidos, en menor o mayor medida, todos los sectores del zaragocismo, no ha encontrado aún ninguna vía de solución. Los jugadores, colectivo peculiar especializado en pisar charcos gratuitamente, esperan todavía que Agapito les garantice el cobro de los débitos atrasados. Aguirre, a solo una semana del cierre del mercado, sigue a la espera de refuerzos. Agapito, abandonado -o como poco, orillado- por sus valedores de antaño del espectro político y financiero, trabaja sin luz y sin taquígrafos en busca de no se sabe bien qué solución a su atolladero. Puede esperarse cualquier veredicto. Una venta total de sus acciones. Quizá una parcial, con la incorporación de capital nuevo y de gente novedosa. La desembocadura en la ley concursal de forma voluntaria. Quién sabe si la misma estación del concurso de acreedores pero a través de una o varias denuncias de terceros. Desde fuera, accionistas, abonados, seguidores y simpatizantes blanquillos no saben a qué atenerse. Nada se ha aclarado con el paso de los últimos siete días y la incertidumbre en la burbuja zaragocista lo puede todo. Rumores, mil. Certezas (con Agapito de por medio), ninguna.


Por lo tanto, el duelo de esta tarde en La Romareda (17.00) ante el Deportivo de La Coruña, un combate entre dos iguales cuyo objetivo final es la permanencia en Primera División, no se acomete en las condiciones anímicas más recomendables por parte de nadie. Pero tampoco extraña. En los tiempos que corren por estos pagos, es el pan nuestro de cada día.


Aguirre, la cara vista amable y locuaz de este tétrico edificio blanquillo, dice que su gente, a pesar de estos condicionantes, está preparada para dar la talla como el otro día ante los levantinistas. En su retiro casi permanente a puerta cerrada, ha preparado con lejanía este envite ante el Dépor que debe convertirse en otros 3 puntos obligados si el Real Zaragoza quiere seguir aspirando, a largo plazo, a huir de la quema en la que lleva todo el curso enganchado.


Es un día delicado. Otro más. El inicio de la segunda vuelta provoca que se enlacen dos partidos seguidos como locales. Una ley no escrita del fútbol dice que es complicado ganar los dos cuando esto sucede. El sábado pasado ya se venció al Levante. Así que el reto de hoy tiene ese aderezo estadístico que insta a romper la tradición. Además, el Deportivo viene de caer en sus últimos cuatro partidos oficiales, dos de Liga y dos de Copa, por lo que las urgencias vuelven a apretar a los de Lotina.


Aguirre, que está en disposición de repetir el equipo que ganó al Levante, circunstancia que hace muchos meses ningún entrenador ha podido hacer por diversas causas, anunció ayer cambios en la alineación, quizá alguna sorpresa. La forma de jugar del Dépor, con cinco atrás y muy armado en defensa, quizá invite a meter dos delanteros y a prescindir de un medio.


El enfurruñado vestuario blanquillo sabe que ganar hoy es sinónimo de salir de la zona incandescente de la Liga por primera vez en cinco meses. La heterogénea y variopinta plantilla 'made in Herrera-Prieto' saldrá al campo con ese reto supremo, pues son sabedores de que afrontan en las próximas cuatro semanas otros tantos partidos clave en los que es necesario sumar cuantos más puntos mejor para hacer granero ante lo que se avecina en marzo y abril.


Mientras no se consiga afrontar los compromisos ligueros desde fuera del descenso, la forma de remar de los zaragocistas siempre va a ser contracorriente. Cuando el árbitro pite el arranque del choque, la responsabilidad volverá a ser mayúscula para cada uno de los jugadores del Zaragoza. Mucho más si, como sucede en las últimas semanas, las adversidades incontrolables por ellos y, también, las que ellos mismos se han generado a través de sus curiosas estratagemas, provocan que los remolinos a superar sean más de uno y de dos.


Propongamos, a eso de las 7 de esta tarde, un brindis por el éxito de la remontada en las aguas revueltas. Falta va haciendo algún punto de luz entre tanto barullo.