Por
  • Paola Mercadal

Quedan muchas cosas por mejorar

Las jugadoras del Casademont Zaragoza celebran el título de la Copa de la Reina, el pasado 2 de abril, en el pabellón Príncipe Felipe.
Las jugadoras del Casademont Zaragoza celebran el título de la Copa de la Reina, el pasado 2 de abril, en el pabellón Príncipe Felipe.
Oliver Duch

Hace nueve temporadas que me retiré como jugadora de baloncesto. Al comparar la época en la que yo jugaba con la actual, observo que, desgraciadamente, sigue habiendo muchas cosas por mejorar. La más importante es, sin duda, la profesionalización del baloncesto femenino, para que, por ejemplo, las jugadoras cobren y coticen 12 meses en lugar de 8 y no tengan que buscarse la vida en los meses de verano jugando en otros países o directamente irse al paro.

Otro aspecto en el que se debería progresar es en ayudar a las jugadoras jóvenes para que puedan compaginar sus estudios universitarios y no sean penalizadas por no poder asistir a clase o a los exámenes. Hay que entender el deporte como parte esencial de la formación personal y ayudar a compatibilizarlo. El éxodo, muy creciente en los últimos años, de una gran mayoría de los talentos de la cantera española hacia las universidades norteamericanas es un indicador muy elocuente de esta situación.

Lo que más ha cambiado en Zaragoza, afortunadamente, es la visibilidad del baloncesto femenino. El ‘boom’ que está habiendo con nuestro equipo de Liga Femenina, el Casademont Zaragoza, en gran parte debido a la consecución del título de la Copa de la Reina, es un fenómeno social. Ya antes de lograrlo el apoyo de los medios de comunicación, en especial la apuesta de la CARTV por televisar todos los encuentros, hizo que la visibilidad del equipo creciera exponencialmente. 

De este modo, se creó un vínculo entre afición y equipo que dimensionó el proyecto y que se materializó en un pabellón Príncipe Felipe con mucho público, entre el que destacaba la presencia de muchas niñas que ahora tienen un espejo donde mirarse y unos referentes a los que emular. La repercusión que ha tenido este equipo en la ciudad ha sido enorme. Basta ver que hay niñas y niños con la camiseta del Casademont con el nombre de las jugadoras en su espalda, algo que antes era impensable.

Se habla mucho también de que se están igualando las condiciones entre deporte masculino y femenino. Y es verdad que se han dado pasos adelante respecto a años atrás. Si salarialmente hay un abismo difícil de salvar, por lo menos creo que se debe luchar por igualar las condiciones de trabajo. En eso, el Casademont es verdad que ha incrementado los servicios y atenciones a las jugadoras. Antes no contábamos con podólogo o nutricionista y ahora sí lo hay. Pero echo de menos que se refuercen otras áreas muy importantes. Carlos Cantero, que con su excepcional labor al mando del equipo se lo ha ganado, debería tener más entrenadores ayudantes. Solo cuenta con ‘Jotacé’ Marcos y Porfi Fisac, sin embargo, tiene un nutrido grupo de asistentes.

Tenemos la suerte de estar en Zaragoza, una ciudad que siempre ha respirado baloncesto y ha tenido proyectos ambiciosos; pero si ampliamos el foco y miramos más allá vemos a clubes de la Liga Femenina con condiciones muy precarias, viajando en furgonetas a los partidos, con impagos a jugadoras o retrasos en los cobros, equipos que viajan con el cuerpo técnico muy justo…

Ojalá quede poco para esta ansiada profesionalización y para que todos los equipos puedan disfrutar de una buena estructura y visibilización. Me consta que en muchos aspectos el Casademont y la ciudad de Zaragoza están siendo referente y modelo para otros muchos clubes y ciudades.

*Paola Mercadal es exjugadora profesional de baloncesto.

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