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Mark Davis: "La Copa con el CAI fue la mayor alegría deportiva de mi vida"

El alero continúa siendo el mayor anotador de la Copa del Rey. Hoy evoca la gesta que hizo campeón al club aragonés ante el Joventut de Badalona en 1990

Mark Davis sostiene la portada del Heraldo del 14 de febrero de 1990, con el triunfo del CAI.
Mark Davis sostiene la portada del Heraldo del 14 de febrero de 1990, con el triunfo del CAI.
Eduardo Bayona/Archivo HERALDO

Pasan los años, pero el tiempo no erosiona la leyenda del antiguo CAI Zaragoza. Décadas después, los jugadores que hicieron grande a la entidad aragonesa, los que la pusieron en vanguardia del baloncesto español y europeo, continúan poseyendo récords de la Copa del Rey, el certamen que reúne a los mejores clubes españoles y que hoy arrancará en Granada en su edición de 2022. El tiempo pasa, decía, pero ellos siguen siendo los mejores: Kevin Magee continúa siendo el máximo reboteador; Andy Toolson, el máximo triplista; y Mark Davis, el máximo anotador, con 44 puntos que hicieron campeón al CAI en la final de 1990 ante el Joventut de Badalona. Tras lustros de silencio, Mark Davis evoca ese momento, uno de los mayores logros en la historia del deporte aragonés.

Treinta años no son nada… Ya hace más de tres décadas que Mark Davis entró por derecho en la historia de la Copa del Rey española. ¿Qué recuerda de esa noche mágica en Las Palmas?

Muchas cosas. Fue un partido inolvidable. Porque el título de Copa con el CAI fue la mayor alegría deportiva de mi vida. El partido perfecto, redondo.

Ya lo creo: usted enchufó 44 puntos, que se dice pronto.

Yo metí 44 puntos, pero todo el equipo hizo un gran partido. Ellos, que eran un muy buen equipo, nos metieron menos de 70 puntos (76-69). Eso quiere decir que defendimos muy bien. Mis 44 puntos fueron decisivos porque a ellos no les dejamos anotar. Todo el equipo se dejó la vida en defensa.

Pero usted solo metió las dos terceras partes de los puntos que el Joventut de Badalona…

Eso es cierto. Estuve muy acertado, anotando con muy buenos porcentajes de tiro. Y, sobre todo, con acierto en los lanzamientos finales.

¿Evocamos los últimos instantes del partido?

Perfecto.

El Joventut tenía balón para empatar (71-69), pero Belostenny le puso un gorro monumental a Lampley.

Recuerdo esa jugada. Ellos pudieron anotar y Álex estuvo sensacional taponando el lanzamiento. Después, en la siguiente jugada, yo metí el triple que sería decisivo, pues nos fuimos de cinco puntos en el marcador y prácticamente no quedaba tiempo.

He visto mil veces la jugada, pero me encantaría que la narrara su autor.

La recuerdo perfectamente. Después del tapón, Pepe Arcega condujo el ataque y me marcó la jugada. Me dijo que tenía que lanzar yo.

¿Les dio tiempo para hablar en la pista?

Claro. Alex (Belostenny) también cruzó la pista. Nosotros atacamos en estático, Belostenny salió a bloquear, bloqueó muy bien al defensor (Jordi Villacampa), y pude lanzar con espacio y en una posición muy buena.

Triple y Copa.

Así fue. Todos sabíamos que el partido estaba ganado en ese momento. Aunque, la verdad es que siempre nos sentimos ganadores. Ese equipo tenía mucha personalidad, por eso remontamos cuando íbamos abajo en el marcador.

El CAI venía de caer en Italia en las competiciones europeas, había cesado al entrenador (Moncho Monsalve) y le había dado las riendas a un joven técnico, Chuchi Carrera. ¿Cómo se rearmó el equipo para la Copa?

Fue muy importante que el capitán, Fernando Arcega, nos hablara antes de comenzar la Copa. Nos dijo que teníamos que ser un equipo, que teníamos que estar unidos, que éramos la ilusión de mucha gente. Yo me llevaba muy bien con todos compañeros, especialmente con Quique Andreu.

¿Cuál era el secreto del CAI?

Que éramos un equipo, que nos llevábamos bien y que había buenos jugadores. Además de Pepe, Fernando o Quique, también Paco Zapata, Joaquín Ruiz, los jugadores jóvenes de la cantera. Era un conjunto muy completo y con algo muy importante: que todos los jugadores sentíamos la camiseta, sentíamos el equipo como algo nuestro.

Fundamental eso último que acaba de decir.

Es lo que pienso, lo que viví en Zaragoza.

No me ha hablado del presidente, de José Luis Rubio.

Ganador. Rubio era ganador. Un ejecutivo especial, muy al estilo de la NBA. Estaba muy pendiente de los jugadores, de que estuviéramos bien, de que nos sintiéramos bien. Transmitía energía, ilusión, optimismo. Después de la derrota de Italia, él estaba optimista. Rubio quería que el jugador estuviera contento y hacía todo lo posible porque estuviera contento.

Algo muy parecido me dijo Toolson el año pasado.

Claro. Muy inteligente, porque un jugador contento rinde más.

¿Qué recuerda de su llegada a Zaragoza con el título?

Una alegría inmensa. También recuerdo cuando fuimos a la catedral.

Al Pilar.

Sí. Yo no soy católico practicante, pero fue precioso.

Tranquilo, amigo, la Virgen del Pilar acoge a todos aunque no sean practicantes. Y más a usted, con lo que hizo por Zaragoza…

Muchas gracias. Yo sigo recordando ese momento. También sigo el baloncesto de cerca, pues mi hijo Johny Davis, que juega en la Universidad de Wisconsin, está a punto de entrar en la NBA.

Y si no va a la NBA, que fiche por el Casademont Zaragoza, que falta nos hace…

Mejor que pruebe en la NBA. Tengo cuatro hijos, dos de ellos gemelos. Los pequeños también juegan muy bien.

Muchas gracias por atendernos después de tanto tiempo.

Muchas gracias por acordaros de mí, de ese momento tan importante de mi carrera.

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