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El Casademont, al asalto del castillo del Wizink Center

El equipo aragonés recupera a Yusta y Thompson en su visita al todopoderoso Real Madrid. Los blancos pierden a Tavares, su gran torre, y a Rudy Fernández por covid

Jaume Ponsarnau, entrenador del Casademont Zaragoza.
Jaume Ponsarnau, entrenador del Casademont Zaragoza.
Guillermo Mestre

Al Real Madrid de las dos torres se le ha caído una. Tavares no estará este domingo (17.00) ante el Casademont. El covid ha apartado al baluarte de defensivo de los blancos. Su baja cambia cualquier planteamiento. La obsesión de Ponsarnau -de cualquier técnico- de sacarlo de su zona de confort ya no es tal. El Madrid ya no es un equipo tan impenetrable. Pero ojo: falta por derribar la segunda torre, un Poirier que ha transformado el baloncesto de Laso. Desde su llegada, los merengues cargan más el juego interior. En tiempos de ‘small ball’, en los que los pequeños suelen copar el protagonismo, el Madrid apuesta por sus dos torres, apoyadas en otra fuerza de la naturaleza como Guerschon Yabusele.

Este último lideró la victoria de anteayer ante el Baskonia, justo después de que se conociera el positivo de Tavares. El Madrid no acusó en exceso la ausencia del caboverdiano, pero se mostró como un equipo distinto. A Poirier la faltaba su torre gemela, y el juego gravitó más hacia el exterior. Problema menor para un equipo con tantos recursos como los merengues. Por más que hoy se presenten a la cita contra el Casademont con otra baja sensible como la Rudy Fernández.

Dijo Ponsarnau en la previa que esta ausencia no era comparable a la de Okoye. Y no le falta razón. El fondo de armario del Madrid le permite dejar en 10 o 12 minutos a jugones como Hanga, Randolph o Thompkins, que el viernes volvió a la convocatoria tras ocho meses de lesión. También el aragonés Alocén, aunque no llegó a saltar a la cancha y todo hace indicar que será hoy cuando Laso vuelva a incluirlo en la rotación.

No está siendo una temporada fácil para el base. Entre unas cosas y otra, el zaragozano lleva más de dos meses sin jugar. Primero fueron unos problemas de espalda. Después vino el contagio por covid… El caso es que no ha llegado a tener continuidad. Y está por ver el rol que Laso le asigna en este tramo crucial de la temporada. Empezando por el duelo de esta tarde ante muchos de los que fueron sus compañeros. Ante un Casademont que ve el partido como una gran oportunidad de olvidar lo ocurrido ante el Unicaja.

Ganar en el Wizink Center son palabras mayores. A día de hoy, solo al Barça se le puede exigir ganar allí, pero hay muchas formas de competir los partidos. Y todas distan mucho de lo propuesto hace semana y media en el Martín Carpena; de la derrota que el propio Ponsarnau definió, en la previa del partido de hoy, como una puesta en escena «calamitosa».

Doce días han pasado desde ese partido, el último que disputó el Casademont antes de ver aplazado el duelo contra el UCAM Murcia hasta en dos ocasiones. Ahí, en el ritmo competitivo, está otra de las diferencias del partido de hoy contra el Madrid. Los locales, al jugar anteayer contra el Baskonia, han tenido menos de 48 horas de descanso. Los visitantes, por contra, no juegan desde el 4 de enero. Cosas del trepidante calendario del baloncesto actual y, por supuesto, del maldito virus.

El Casademont recupera hoy a los jugadores contagiados. Thompson y Yusta estarán tras superar la covid. También Waczynski y San Miguel, que han mejorado de sus respectivas dolencias y hoy serán piezas fundamentales en la rotación de un equipo exigido por su situación clasificatoria. En estos momentos, los aragoneses están dos victorias por encima del descenso, pero con un partido más disputado que el Burgos, que es que lo marca.

Enfrente habrá un Madrid intratable, que suma 15 victorias en 16 partidos. Los blancos convierten 96,5 puntos por partido; mientras que el Casademont promedia 77,3. Las diferencias son notables. Por el exterior, puesto que el Madrid es el tercer es el tercer equipo que más triples anota, pero sobre todo por el interior, donde los merengues poseen a los citados Poirier (9,9 puntos por partido) y Tavares (9,8). Por suerte, este último no está. Queda por derribar la otra torre. Solo así se puede conquistar el castillo del Wizink Center.

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