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Más que una consolación: "Hay que valorar el primer bronce europeo del club"

La plantilla del Casademont ya se encuentra en Zaragoza, tras conseguir el tercer puesto de la Basketball Champions League.

Rodrigo San Miguel, tras ganar el bronce.
Rodrigo San Miguel, tras ganar el bronce.
BCL

Si la cara es el espejo del alma, puede decirse que el conquistado por el Casademont es el más feliz de los bronces. La expresión de los jugadores e intengrantes del cuerpo técnico sobre el parqué del Complejo Cultural Nagorny de Nizhny y a su llegada este lunes al aeropuerto de Zaragoza era transparente: solo cabe disfrutar una gesta de gran alcance para el baloncesto aragonés.

El viernes se perdió una oportunidad histórica quedando fuera de la final, sí, pero un tercer puesto también es histórico. El Casdemont Zaragoza jamás se había colgado el bronce en una cita europea, por lo que lo conseguido el domingo en terreno ruso merece ser valorado en su justa medida.

La cabina del avión de regreso, con la medalla de bronce colgada.
La cabina del avión de regreso, con la medalla de bronce colgada.
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En una temporada de continuos altibajos, el equipo aragonés se presentó en Nizhny Novgorod en su mejor momento, o, al menos, en el momento más fiable. Luis Casimiro, tercer entrenador del curso, ha conseguido darle estabilidad a un proyecto que antes fluctuó con la dirección de Diego Ocampo y Sergio Hernández. Casimiro lo ganó casi todo antes de viajar a Rusia, pero una final es otra historia. Las eliminatorias son para equipos trabajados, consolidados, y al manchego, probablemente, le faltó tiempo para presentarse en Nizhny con el Casademont Zaragoza convertido en un bloque ganador.

La ansiedad del estreno, la pésima primera parte completada contra el Pinar Karsiyaka, las desconexiones momentáneas… son defectos de un equipo en proceso, al que en la final de consolación hay que reconocerle el tremendo mérito de reponerse del batacazo de las semifinales para firmar su choque más completo en la final de consolación.

El Casademont quiso jugar el partido que nadie quiere. Recordó que hace solo cuatro años, con Tecnyconta como patrocinador principal, este mismo equipo estaba peleando por no descender a LEB. Salió a comerse al Estrasburgo y, como recompensa final, obtuvo esa sonrisa extendida desde el Nizhny Novgorod hacia Zaragoza, hacia Aragón, hacia todos los aficionados a un equipo al que Europa le sigue debiendo una.

Es una alegría para una ciudad de baloncesto. Como zaragozano, siempre había soñado un premio como este. Yo, evidentemente, quería levantar la Copa, pero puede ser que al año que viene volvamos”, señaló, nada más finalizar el encuentro ante el Estrasburgo y con la medalla de bronce colgada al cuello, el capitán Rodrigo San Miguel.

Después del cuarto puesto cosechado el año pasado en la Champions, este tercero tiene que ser visto como un paso adelante, como un avance hacia la gloria que sigue esperando. “Cuando empezó este torneo soñábamos con el título, pero hay que darle valor al tercer puesto. Entre todos hemos conseguido la primera medalla de bronce para este club y es un gran paso para Zaragoza”, añadía Jonathan Barreiro.

“Esta medalla también es de toda la gente que nos ha apoyado desde casa, también de toda la gente que el otro día fue al Príncipe Felipe para animar desde la distancia. En nombre de todo el equipo, doy las gracias a nuestra afición”, completaba el gallego, coincidiendo con el sentir de otro hombre fundamental en la gesta como Nicolás Brussino. “Este triunfo compensa el sufrimiento de la temporada. Hemos jugado muy buen baloncesto; hemos luchado hasta el final, dando todo lo que tenemos, y la gente tiene que estar contenta con nosotros porque siempre intentamos dejar Zaragoza en el lugar más alto”, valoraba este último.

“Es una lástima que no podamos festejar este triunfo con la afición porque también se lo merece. Han estado desde su casa apoyándonos durante todo el año y ojalá que la temporada que viene podamos celebrar algo juntos. La experiencia que hemos sumado con este tercer puesto es importante”, sentenciaba el argentino, sobre un aspecto, el del apoyo de los aficionados, que también quiso destacar el canterano Javi García.

Sergi García, junto a Justiz y el fisioterapeuta Javier Matero, en el vestuario.
Sergi García, junto a Justiz y el fisioterapeuta Javier Matero, en el vestuario.
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“Para mí es más especial que el oro U-18 que gané con la selección. Este es el club de mi vida, el club que amo desde que soy pequeño, y es muy importante para mí. Hubiese sido bonito ver la mitad del pabellón repleto de gente de Zaragoza, pero no ha podido ser”, concluyó García.

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