REAL ZARAGOZA

Aguirre, a largo plazo

El entrenador del Real Zaragoza afirma que no está de paso y que, cuando acordó su fichaje con Agapito, pensó en un proyecto de tres o cuatro años. La posible venta del club daría al traste con sus proyectos.

Javier Aguirre, en la sede del Zaragoza
Aguirre, a largo plazo
ARáNZAZU NAVARRO

Javier Aguirre va de cara, torea de frente y por derecho. El entrenador del Real Zaragoza no tuvo ayer ningún problema en analizar con sinceridad, calma y perspectiva su aterrizaje en el equipo aragonés, tres meses después de que se produjera en sustitución de José Aurelio Gay.


De entrada, el paso de este breve tiempo le ha reforzado en sus criterios, al principio generadores de incredulidad y escepticismo en un colectivo, el zaragocista, que observaba en la más absoluta miseria moral cómo su equipo era último en la tabla y caminaba hacia un nuevo descenso. «Cuando le di el sí a Agapito, le hice una pregunta: "¿Qué quieres de mí?". Él me respondió: "Que salves al equipo". Y yo acepté y a trabajar. Hasta hoy, todo va según lo planificado. No sé si tenemos dos puntos más o menos de los que estimaba entonces. Es difícil saber cuál es la ruta crítica a seguir. Lo que sí creo es que, desde que vine, hemos pasado de tener un 33 por ciento de posibilidades de descender a un 10 o 12 por ciento. Ahora somos ocho o nueve equipos los que peleamos en la cola. Entonces, solo estábamos tres», describe ilusionado el mexicano.


Aguirre no hace ningún requiebro a los vaticinios y, con la cautela propia del caso, expone su estimación sobre lo que el Zaragoza necesita de aquí a mayo. «Casi hemos recuperado el déficit de puntos que arrastrábamos del inicio del campeonato. Ahora, con 16 o 17 puntos más en otros tantos partidos que nos quedan, creo que estaremos en Primera División el 22 de mayo. Ha escampado un poco. Aquello que era negro profundo cuando yo vine, hoy es menos sombrío», apunta con esperanza.


Pero el Vasco, que afirma estar embebido al cien por cien por su arriesgada tarea de evitar el descarrilamiento del equipo rumbo a Segunda, está viéndose lanceado inevitablemente por los acontecimientos externos que envuelven su cometido al frente del Real Zaragoza. De hecho, Aguirre reconoce que sus planes de futuro se han abollado con todo lo que está sucediendo en las últimas semanas. Así de claro lo explica: «Acabo de alquilar un chalet en Zaragoza.


Lo acabo de amueblar entero. Mis tres hijos viven en el extranjero y tengo intención de traérmelos. Ya estoy buscando escuelas para el año que viene. Yo soy un convencido de que el trabajo verdadero de un entrenador se muestra estando tres o cuatro años en un club. Ahí eres capaz de controlar y aplicar tu mano, con determinados perfiles de jugadores que tú vas eligiendo, con un trabajo de cantera, con un estilo de juego definido? Lo hice en Pachuca, en Osasuna y en el Atlético. Y espero hacerlo aquí. Así lo hablé con Agapito el día que firmé», afirma con tono pasional.


De repente, cambia el registro y se pone muy trascendente. «Pero si Agapito vendiese el club, todo se podría ir a hacer puñetas. Yo quiero seguir aquí muchos años. Renovando temporada a temporada, como a mí me gusta. Pero pensando siempre a largo plazo, renovando cada final de contrato porque todos estemos contentos. Claro, si Agapito no está, todo se va al carajo», razonó en voz alta.

Resulta evidente que las condiciones medioambientales han llevado a Aguirre a unas circunstancias que no son como él las previsualizó cuando, en noviembre, decidió venir a sacar al Real Zaragoza de las arenas movedizas de la clasificación. «Cuando le di el sí a Agapito, no contaba con todos los elementos que se están dando alrededor del equipo en estos últimos tres meses. Él me dibujó un escenario parecido, pero desde su óptica, evidentemente», admitió el técnico blanquillo.

Intenta estar al margen

Aguirre está teniendo que hacer un gran esfuerzo para no perder la concentración en sus deberes puramente futbolísticos. «No me está distrayendo lo que está sucediendo porque tengo mucho trabajo. Si tuviera tiempo para pensar, seguramente sí me distraería. Si tuviera 40 puntos, tenga claro que ya estaría involucrado en el tema, buscando soluciones, mejoras, acercamientos. Pero no tengo tiempo para eso porque me faltan muchos puntos para lograr mi reto. Invierto toda mi energía en eso y dejo que las cosas rueden sin mi participación, que sería estéril probablemente», dice con desazón.


Aun así, el mexicano se ha visto salpicado inevitablemente por alguno de los conflictos que están golpeando la actualidad del equipo. Por ejemplo, con aquella reunión con los capitanes en su vestuario cuando la plantilla forzó la máquina en busca de cobrar en vísperas de viajar a Cornellá. «Ese día me enteré de los problemas económicos de Agapito con la plantilla. Escuché, pregunté qué querían que hiciera, me dijeron que les acompañara y fuese testigo. Y así lo hice. Fui testigo mudo de unos y otros. Me alegro de que haya llegado a un feliz término.


Involuntariamente, por el cargo, te ves involucrado en asuntos como éste. Salvo ese día y otro que vine después a las oficinas para terminar con ese problema, han sido los jugadores los que lo han solucionado con una gran actitud», recuerda el entrenador, que también comprende que, tras el 4-0 encajado en Barcelona, surgieran dudas dentro y fuera del club. «Fue un momento difícil. Lo de Cornellá daba pie a pensar mal de los jugadores. Piensa mal y acertarás, se dice. Se podía asociar la falta de rendimiento aquel día con la falta de pago. Pero nada más lejos de la realidad. Lo que han demostrado los futbolistas en días posteriores es un voto de confianza a su actitud. Los chicos están bastante comprometidos», asume.


Aguirre todavía anda ubicándose y cuadrando las coordenadas bajo las que discurre el día a día zaragocista en estos alborotados momentos. Y cada vez tiene más claro dónde está. «Yo me fijo en lo que escriben de mi trabajo, por ver cómo nos ven desde fuera. Veo quién lo escribe, de dónde viene, con qué intención. Y lo guardo. Y hago caso omiso en muchos casos y, en otros, pongo atención a lo que se dice. Veo que hay gente que dice las cosas por aportar algo; otros, como ataque personal a Aguirre o a Agapito a través de Aguirre. Soy autocrítico y también me ayuda mucho mirar por la ventana», advirtió el mexicano con intención.