fútbol regional

Luismi, el llanto del fútbol verdadero

Masiva despedida al malogrado futbolista del Fuentes fallecido el pasado jueves en accidente de tráfico.

La capilla se quedó pequeña en el adiós a Luismi.
La capilla se quedó pequeña en el adiós a Luismi.
Toni Galán

Entre el Marruecos-Portugal del Mundial y el derbi aragonés en La Romareda, un llanto inconsolable resquebrajaba el Hallelujah de Cohen. El Tanatorio de Servisa se quedó pequeño para albergar tanto dolor. Era el dolor en el adiós a Luis Miguel López Andrés, el inconfundible Luismi, el chaval de 23 años que perdió la vida en la carretera el pasado jueves cuando salía del entrenamiento del Fuentes. Era el dolor del fútbol verdadero.

Una hora después de concluida la ceremonia, los compañeros de todos los equipos que hizo grandes Luismi seguían rodeando el féretro, cubierto por la camiseta blanca del Fuentes, roja del Montecarlo y verde del Stadium Casablanca. También fotos de gestas pretéritas o tan presentes como el reciente partido de Copa del Rey ante Osasuna. Flores y abrazos para intentar anestesiar la verdad, la vida arrebatada, y, sobre todo, para arropar al padre, Míchel; a Marisol, la mamá; y a Mar, la hermana.

Desde luego, no era gratuita la muestra de dolor. No solo las del director general del Deporte de Gobierno de Aragón, Mariano Soriano, o de Óscar Fle, presidente de la Federación Aragonesa, sino la presencia masiva de cuentas personas conocieron a este muchacho que paso a paso saltó del Santa Isabel al Helios, del Helios al Stadium, del Stadium al Montecarlo, del Montecarlo al Casetas, del Casetas al San Juan, y del San Juan al Fuentes. Había mucho sincero pesar por Luismi. Tanto como reconocimiento y cariño hacia sus padres y su hermana. Porque Míchel no era egoísta ni iba de enterado pese a que había jugado al fútbol. Porque igual que su hijo sumaba desde el campo, él también sumaba desde la banda. Porque se hacía querer. Igual que Marisol y Mar. Porque su dolor era nuestro dolor. Dolor también del rival. Porque los rivales también conocían la valía deportiva y humana del defensa fallecido. Quién mejor que Iñigo Garriga, entrenador del Delicias de Regional Preferente, el último equipo contra quien jugó Luismi el pasado fin de semana.

En el altar nos confirmaron Héctor, Pablo Vila y Pablo López lo que todos sabíamos, las virtudes que adornaron al bravo defensa y gran amigo. Amigos de siempre, de cuando ya empezaba a despuntar en Helios en ese formidable equipo con los gemelos Carlos y David Vicente. De cuando lo fichó Marco Menjón para el Stadium Casablanca. De cuando hacia raya en la defensa del Montecarlo en Liga Nacional Juvenil. O de cuando con 19 años le dijo Nacho Forcén que el San Juan eran Luismi y 10 más. En la puerta de la capilla, en las puertas del cielo, le esperaba su compañero en el último viaje, Pablo Soláns, el copiloto que salió ileso en el accidente del pasado jueves. Desde su entereza se divisaba una y otra orilla del curso torrencial de la vida. Y muy cerca de Pablo, Iván Ballestero, entrenador del Fuentes de Jesús Linares. Y unos metros más allá, interrogando al infinito, David Falcón, el segundo entrenador, tan cerca en el accidente cuando la vida de Luismi ya se extinguía.

Y en medio de este llanto de deportistas de verdad, la necesaria reflexión, el abrazo para estos campeones que hace apenas un mes tutearon al mismísimo Osasuna en la Copa del Rey. La alegría del Fuentes que vimos orgullosos por la tele tornaba en tragedia. En estos días de Mundial de Catar en invierno, de fútbol bien lejos porque así la ordena y manda el dinero, el imprescindible subrayado para Luismi y su equipo, el Fuentes. No, no es una cuadrilla de amiguetes que se juntan los fines de semana a echar unas risas. Es un señor equipo que entrena como si fueran profesionales, con primer y segundo entrenador, preparador físico y entrenador de porteros. Un colectivo que en pleno día de la Inmaculada dignificaba el fútbol sudando en el campo hasta las diez de la noche (22.00). Un grupo ejemplar que vio salir del campo a Luismi en su coche acompañado por Pablo y minutos después lloraba su muerte. El llanto aún duraba ayer, dos días después. El llanto del fútbol verdadero.

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