baloncesto

La afición zaragozana trata de animar al Casademont a 4.000 kilómetros de distancia

Unas 300 personas se han dado cita en el Príncipe Felipe para ver el partido Cukurova-Casademont en los videomarcadores.

Algunos de los aficionados que se han dado cita en el pabellón.
Algunos de los aficionados que se han dado cita en el pabellón.
Toni Galan

El pabellón Príncipe Felipe ha distado mucho esta tarde de ser la caldera turca en la que se ha jugado el Cukurova-Casademont, pero aún así hay varios cientos de aficionados que han animado al equipo con pancartas y bufandas. El partido ha podido verse en los videomarcadores del pabellón (previo pago de una entrada para el partido posterior de los chicos) y la afición zaragozana ha tratado de que su aliento y apoyo cruce los 4.000 kilómetros de distancia que van de la capital del Ebro hasta Mersin.

“Esperábamos más ambiente, pero -claro- es un día laboral y las cinco de la tarde es una hora criminal si trabajas o tienes que ir a buscar a los pequeños al colegio”, decía María Ángeles Zapata, acompañada de dos amigas, que confiaban en las de Cantero “contra viento y marea”. “Lo que ha hecho este equipo es increíble. Siendo debutantes en al competición haber llegado a estar entre los ocho mejores equipos de Europa tiene un mérito excepcional”, decía poco antes del partido.

El público se ha colocado mayoritariamente en torno al palco para ver la pantalla frontal, pero también se ha pinchado la señal en los marcadores de las esquinas. En el primer tiempo se han celebrado algunos aciertos y cada vez que Leo Fiebich metía una triple resonaban los aplausos y renacía la ilusión. La segunda parte, conforme las turcas iban acomodándose en el campo y elevando la ventaja hasta los veinte puntos, la grada del Felipe se ha mostrado más fría. De hecho, tan sólo se han soliviantado con las dos técnicas a la nada elegante y menos deportiva Mabrey, recordando que fue la jugadora de los aspavientos en Zaragoza el pasado miércoles. 

“Están teniendo poco acierto, pero no están jugando mal”, decía Javier Lahoz, que llegó ya con el partido empezado. “Los primeros minutos han debido dar guerra, pero ahora están demasiado a remolque”, opinaba al filo del descanso, al que las de Carlos Cantero había llegado con una desventaja de once puntos.

“Sabíamos que no iba a ser fácil, así que no hay que venirse abajo”, decía Carlos Osés, al tiempo que aplaudía un tapón de Gulbe. En la siguiente jugada, canasta de Diallo para reducir diferencias y enardecer los ánimos en la grada zaragozana. “El problema es que a un marcador tan alto (44-33, al descanso) el Mersin tiene más posibilidades de ganar, pero, vaya, seguro que tras el descanso se ponen las pilas", opinaba.

Lamentablemente, a pesar de algún que otro arreón, no fue así y la gelidez se fue imponiendo entre los pocos asistentes. Estos aplaudieron a Mariona Ortiz cuando fue sustituida y, curiosamente, también a los jugadores de la sección masculina cuando salieron a calentar (a las 20.30 disputaban su partido también de cuartos de final, pero de la FIBA Europe Cup). Sulejmanovic fue el primero en aparecer para hacer una sesión de tiro de tres y su acierto fue celebrado por la grada. Rodrigo San Miguel y Porfirio Fisac también vieron los minutos finales del partido desde el túnel de vestuarios.

Las camisetas rojas con la palabra 'rasmia' reinaron en unas gradas un tanto desangeladas, en las que nada más acabar el partido Los Artistas del Gremio intentaron levantar los ánimos con su charanga en directo recorriendo los pasillos, al grito de "Casademont, Casademont".

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