obituario

Adiós a Manuel Clavero, el turolense que deslumbró al mundo con su jabalina

El atleta, natural de Samper de Calanda, falleció el 1 de febrero con 96 años. En 1956, obtuvo el récord mundial de lanzamiento de jabalina. Un hito que la Federación Internacional nunca le reconoció.

Manuel Clavero, durante una competición de lanzamiento de jabalina.
Manuel Clavero, durante una competición de lanzamiento de jabalina.
Heraldo

Ha muerto Manuel Clavero Minguillón, un aragonés sencillamente irrepetible. Natural de Samper de Calanda, un pequeño pueblo turolense de 725 habitantes, falleció el pasado 1 de febrero a los 96 años de edad tras una vida repleta de adversidades, que alcanzó uno de sus puntos más álgidos en octubre de 1956. Entonces, consiguió «sin querer» el récord mundial de lanzamiento de jabalina, con un registro de 89 metros y 66 centímetros.

El hito de Clavero, sin embargo, nunca recibió el reconocimiento de la Federación Internacional de Atletismo. ¿Por qué? El motivo radicaba en la revolucionaria técnica empleada por Clavero, conocida como ‘estilo español’, ‘estilo pastor’ o ‘estilo vasco’. Este singular ‘modus operandi’ consistía en mojar con agua jabonosa la jabalina, desde la encordadura a la cola. Después, empuñarla por la mitad y, utilizando el cuerpo como punto de apoyo, se realizaban dos o tres giros, para acabar soltándola por el hueco de la mano, por donde se deslizaba con facilidad.

«Lo batió sin querer, en Montjuic, cuando tenía 29 años. Cogió la barra, la quisieron probar al ‘estilo pastor’ y la lanzó. Cuando midieron, había conseguido el récord del mundo, pero como era un método que no estaba homologado, nunca se le reconoció. Es algo que arrastró toda su vida», reconoce Mabel, su hija mayor, que siempre encontró «un guerrero» en la figura de su padre. «Hablábamos mucho de deporte. Le decía: ‘Papá, cuéntame cuando batiste ese récord’. Y siempre me respondía: ‘Mira que nunca me lo reconocieron…’. No entendía por qué», lamenta.

Clavero, durante una prueba de lanzamiento de disco.
Clavero, durante una prueba de lanzamiento de disco.
Heraldo

Poco después, Clavero todavía alcanzó una distancia mayor que la obtenida en el estadio barcelonés (90 metros y 30 centímetros). Siempre al abrigo de un revolucionario estilo que en España creó Erauzquin y empleó, entre otros, Miguel de la Quadra-Salcedo.

«Se le dio mucha más voz a De la Quadra-Salcedo, cuando el récord era de mi padre. Lo tenía clavado como una espina», rememora la hija de un deportista que comenzó en el mundo del atletismo en 1947. Jabalina estilo clásico, disco, vallas, altura, pértiga… incluso esquí. No había prácticamente deporte que no hubiese practicado en algún momento de su vida el samperino, que trabajó como factor de circulación de Renfe y jefe de estación suplente.

«Estuvo ligado al deporte hasta sus últimos momentos. Estando ya muy malito, él nos pedía ver deporte. Mi padre falleció un jueves y el sábado anterior le estaba dando consejos a mi hijo, que juega al tenis», recuerda Mabel, con la voz entrecortada.

Todos lloran la pérdida de un atleta único. Su viuda, Maribel, sus hijas, Mabel y Naiara, sus nietos, Ibai, Hugo y la pequeña Valentina… Ellos recogen estos días el enorme legado que deja Clavero para siempre. «Él me hizo a mí ser deportista, me introdujo en el deporte. Hasta casi los 75 años estaba en el gimnasio y jugando a pelota en un frontón de San Sebastián», evocan sus familiares.

Huérfano desde muy pequeño

La maravillosa playa de La Concha y el imponente Monte Igueldo han sido testigos de la enorme trayectoria de este inconfundible aragonés, que en las últimas décadas ha contribuido a formar numerosas generaciones de atletas vascos. Fue la recta final de una vida tan plena como dura. Pero ahí, en la adversidad, es donde se forjan los verdaderos campeones.

Clavero se inició en el mundo del atletismo en Cataluña, donde llegó tras verse obligado a huir de Samper de Calanda como consecuencia de la Guerra Civil. Según él mismo relató en una entrevista con este diario al periodista Mariano García, puso rumbo a Barcelona junto a sus tíos en un tren blindado desde Samper, tras iniciarse los bombardeos sobre la localidad turolense. «Mis padres llegaron al punto de encuentro que teníamos y, al no estar, se fueron a la estación. Se enteraron de lo del tren y se lanzaron a buscarme como pudieron, siguiendo las vías y carreteras a pie, según las información que les daban, hasta que llegaron andando a Lérida», señalaba en 2009.

Toda la familia se reunió poco después en Barcelona, donde madre e hijo se encontraron «por casualidad» en pleno Paseo de Gracia. «No fue fácil su vida, quedó huérfano muy joven. Siempre recordaba con lágrimas el día que se volvió a juntar con sus padres tras tener que huir de Samper», lamentan sus hijas.

Ellas, junto al resto de su familia, buscan ahora consuelo tras la muerte de su padre, un aragonés extraordinario que llegó a competir en dos ediciones de los Juegos Olímpicos (Roma 1960 y Múnich 1972). «Vinieron un montón de atletas de su época a despedirse de él. El señor Clavero (así es como le conocían), era mucho Clavero. Estamos tan orgullosas de nuestro padre...», abrochan.

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