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El último 3.000 del zaragozano Tomás Urzanqui a sus 80 años

Este miércoles, 27 de septiembre, el aragonés realizará su último ascenso a un denominado “gran pico”, justo cuando se cumplen 60 años de la primera vez que lo coronó.

Tomas Urzanqui, la víspera de su aventura.
Tomas Urzanqui, la víspera de su aventura.
C.I.

El zaragozano Tomás Urzanqui no considera una proeza el hecho de que este miércoles, 27 de septiembre, vaya a coronar su último 3.000 a los 80 años de edad. Una heroicidad que muy pocos pueden siquiera plantearse. Así, el montañero aragonés, natural de las Cinco Villas, pretende despedirse de los tresmiles, porque de la montaña, asegura, “mientras pueda, no me separará nadie”.

Contundente, a apenas unas horas de marchar para el refugio de Goriz, punto de partida de esta aventura, el aragonés se mostraba tranquilo. No en vano, lleva varios meses preparándose. ¿El objetivo? Coronar la cima de Monte Perdido -conocido en aragonés como ‘As Tres Serols’ o Las tres hermanas-, que con sus 3.355 metros está considerado el macizo calcáreo más alto de Europa.

“Llevo haciendo montaña toda la vida. Desde que entré al Stadium Casablanca con tan solo 13 años”, rememora este vecino de Las Fuentes. Aunque primeramente le dio por el hockey sobre patines, no tardó en enamorarse del monte tras una excursión precisamente a Ordesa con tan solo 18 años. “Fue como abrirme a un mundo completamente nuevo. Desde entonces no he podido dejar la montaña nunca”, reconoce. Y aunque ha paseado por picos de todo el mundo, asegura que como en España, o en Aragón, “ninguno”.

Tomas Urzanqui sobrepone su pasión a los años.
Tomas Urzanqui sobrepone su pasión a los años.
C.I.

Hoy, con 80 años, este montañero de pura cepa decide despedirse de los tres miles, porque “comienzan a hacerse demasiado grandes”, reconoce, pesaroso. Y lo hace justo cuando se cumplen 60 años de su primer ascenso a este mismo pico, en el año 1963, cuando tan solo tenía 20. “Quería repetir la hazaña por este doble motivo, mi aniversario, y esta despedida”, admite. “Ahora seguiré, pero con metas más asequibles”, continúa.

Tras unos años algo más centrado en el mundo de la bicicleta, Urzanqui reconoce que volver a prepararse para este reto ha sido todo un esfuerzo. “La bicicleta de montaña me gusta, pero no trabajas los músculos necesarios para esto”, reconoce. Desde El Frasno, que ha sido su campo de entrenamiento durante varios meses, ha ascendido varias veces al Pico del Rayo (1.427 metros), ubicado en la sierra de Vicort -donde montó el belén montañero hace más de tres décadas- y el Moncayo (2.314 m.).

La salida estaba prevista en torno a las 8.00 de la mañana del miércoles, desde el mismo refugio, y quedarse a dormir allí para descansar. “En mis buenos tiempos me costaba unas cinco horas. Imagino que ahora serán seis, o seis y media”, explica Urzanqui. Además, realizarán fotografías y vídeos para guardar un recuerdo de este ascenso tan especial.

“Lo admiro más que a nadie”

Eso sí, el zaragozano no estará solo en esta aventura. “Nada más surgió la idea todo el mundo quiso acompañarme”, rememora. De hecho, cuenta con una comitiva de auténtico lujo, entre la que se encuentran montañeros aragoneses experimentados, como José Luis San Vicente e Isabel Cuenca; o Manuel Frías, todos ellos pertenecientes al grupo de Montaña de Tarazona. También la hija de Juan Berdón, Patricia, que “viene en representación de su padre, al que acaban de operar de la cadera, y que ha sido mi fiel compañero de aventuras toda la vida”.

Completa la expedición uno de sus hijos, José Urzanqui (46), quien reconoce, profundamente emocionado, que para él “compartir esta aventura con mi padre es un privilegio y un auténtico orgullo”. Y es que este maño presume de su padre a menudo: “Cada vez que hablo de todo lo que hace me hincho como un globo. Admiro cómo se toma todo en la vida. Es feliz, lo demuestra, pone ilusión en todo, y creo que es esto lo que le hace llegar tan lejos en todo lo que hace”, reivindica.

Sin lugar a duda, para este zaragozano que habitualmente comparte con su entorno más cercano las proezas del montañero octogenario, la palabra que mejor describe lo que siente en un día como este es admiración: “Lo admiro más que a nadie. Yo de mayor quiero ser como él”.

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