Un partido para redoblar la confianza

Espoleada por su espectacular estreno ante Costa Rica, España quiere sellar su pasaporte a octavos condenando de paso a Alemania.

Un momento del partido entre España y Costa Rica.
Un momento del partido entre España y Costa Rica.
Reuters

Hace apenas una semana, el Alemania-España de este domingo en el estadio Al Bayt se contemplaba como un duelo por todo lo alto en el que las dos selecciones más poderosas del grupo E, ambas aspirantes al título, se jugarían el primer puesto. Sin embargo, el estreno de la 'Mannschaft' y La Roja en Catar 2022 ha sido tan opuesto que las coordenadas previstas para el partido han dado un vuelco. Tras el 7-0 ante Costa Rica, la selección de Luis Enrique vive en un estado chispeante de ilusión, confianza y autoestima. Esta España joven y talentosa se cree capaz de todo. A Alemania, en cambio, su sorprendente derrota ante Japón le ha dejado en estado de shock, sumida en el miedo al abismo, a reeditar la pesadilla del pasado Mundial de Rusia. Por el lado anímico, la verdad, no se recuerda un choque tan dispar entre estas dos grandes selecciones.

Ocurre, además, que los horarios de juego han añadido al partido un ingrediente más de tensión. Si los resultados de la primera jornada no fueron ya de por sí suficientes para convertir el grupo E en un polvorín, resulta que el Japón-Costa Rica se disputará este domingo a las once de la mañana y lo que ocurra puede ser decisivo. Las cuentas son muy fáciles de hacer. Una victoria de los nipones, que tampoco extrañaría a nadie dado el pobre nivel mostrado por los ticos, obligaría al equipo de Hansi Flick a ganar. Sólo le serviría la victoria. Con una derrota volvería a casa directamente, como en Kazan hace cuatro años tras caer ante Corea. Y con un empate, pues poco más o menos. No estaría muerto pero sí casi enterrado. Necesitaría que España perdiese con Japón en la última jornada y luego hacerle una masacre de goles a Costa Rica.

Así las cosas, es evidente que el encuentro va a estar marcado por un factor crucial: la manera en que Alemania vaya a ser capaz de manejar la enorme tensión que soporta ante un rival al que admira y respeta hasta ese punto en el que, a veces, se insinúa un cierto temor sobreentendido. Y es que, desde la victoria en la Eurocopa de 2008, pasando por la histórica semifinal del Mundial de Sudáfrica o el 6-0 de hace dos años en la Nations League, España ha acabado por tener un ascendente futbolístico sobre los alemanes que nadie hubiera imaginado hace quince años, cuando enfrentarse a los germanos era hacerlo contra un equipo en la mayoría de los casos inasequible, de una cilindrada superior.

¿Cómo reaccionará Alemania? Nadie lo sabe, pero si hay algo claro es que Luis Enrique y sus jugadores deben plantearse el peor escenario, el de una 'Mannschaft' competitiva que puede ganarles y complicarles la clasificación hasta el punto de obligarles a ganar a Japón en la tercera jornada. Para empezar, porque los alemanes tienen talento y se han renovado. Contra Japón solo jugaron tres futbolistas que sufrieron en sus carnes el 6-0 en La Cartuja y no son precisamente comparsas: Sule, Gundogan y Gnabry.

Por otro lado, tampoco hay que olvidar que la derrota contra Japón fue engañosa. Es cierto que Flick provocó un cortocircuito quitando a Gundogan en la segunda y que a su tropa le faltó solidez defensiva cuando su rival le apretó, pero también lo es que, antes de encajar el empate, pudo haber resuelto el partido tranquilamente. Y, de haber sido así, a estas horas nadie estarían hablando de la caída del imperio germano.

Perseverar

A España, por tanto, le toca hoy seguir siendo ella misma. Perseverar en su versión más sugerente y hacer prevalecer sus argumentos ante un rival que, como aseguró en la víspera Luis Enrique, es el que más se le parece en el Mundial. Como esto es cierto, es impensable que Alemania ofrezca las facilidades suicidas de Costa Rica. Y mucho menos que se rinda a los veinte minutos. La Roja ni va a poder tener el balón con la comodidad faraónica del martes ni desde luego sus defensas y Unai Simón van a poder jugar silbando durante los noventa minutos (o mejor sería empezar a decir los cien, dados los interminables descuentos, casi prórrogas, que se están viendo en Catar).

Para La Roja el partido es un todo examen. Al fin y al cabo, el verdadero nivel de una selección no se comprueba desarbolando como un huracán a enemigos pequeños sino superando las dificultades que le plantean los grandes, de la misma manera que la potencia de la locomotora, como bien dijo El Gallo, no hay que demostrarla soltando un rugido y un chorro de vapor tras detenerse en la estación de Chamartín sino subiendo Despeñaperros. Este es el reto de España y Luis Enrique se dispone a abordarlo no solo con mucha convicción sino también con algunos cambios en el once que, por supuesto, no han trascendido. Especulando un poco, ya que no queda otro remedio, se puede pensar en la titularidad de Carvajal como lateral derecho, en que Rodrigo no ejerza como central y en que Morata, suplente ante Costa Rica, salga de inicio.

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