ARAGÓN ES EXTRAORDINARIO

Datchball, el juego divertido en el que la maña es fuerza

Inventado por el profesor y entrenador Roberto Navarro en Brea hace tres lustros, este deporte tiene en Utebo su epicentro y está presente en 120 colegios aragoneses

En la cancha de datchball del colegio público Parque Europa de Utebo hay dos parejas de hermanos, de diferentes edades: Asier y Noa, Leyre y Diego. En la banda, arbitrando el informal partidillo, el entrenador y profesor de educación física del cole, Roberto Navarro. El juego de marras lo inventó Roberto, que también se ha encargado de popularizarlo, reglamentarlo, arbitrarlo y jugarlo.

"Llevo 17 años de funcionario docente. En el curso 2005-2006, con la mera intención de proponer un nuevo ejercicio en la clase de educación física, inventé un nuevo juego, el datchball. Todo fue gracias a un alumno, Alberto Manchas, que me comentó que había probado un juego con tres pelotas muy divertido, que se jugaba por equipos. Trabajé la idea, creé un primer documento de normas y la aceptación fue tal que se convirtió en un nuevo deporte, con su federación autonómica".

Lo del datchball empezó en Brea de Aragón, en el colegio Diputación Provincial. "Fue mi primer destino, estuve cuatro años allá y guardo un gran recuerdo. En el gimnasio de Brea, de dimensiones reducidas, hicimos equipos mixtos de cuatro jugadores; todos trabajaban, estaban activos".

Vídeo del datchball en Utebo en 'Aragón es extraordinario'

A Roberto le llamó la atención el modo de reaccionar de los alumnos al devenir de los partidos. "Se creó muchas expectación con los dos jugadores que aguantaban en el campo sin ser eliminados; un niño con Asperger, que presentaba dificultades para los juegos en equipo, se quedó el último sobre el campo, frente a una compañera que tampoco era la mejor lanzadora. Fue emocionante ver la sonrisa de ese chico cuando acertó en su lanzamiento final; a ella también la jalearon. Entendí que los lanzadores más fuertes eran también los primeros objetivos de los rivales, con lo que se producía una compensación natural de fuerzas".

A diferencia del balón prisionero, en el datchball no hay ‘cementerio’ –zona al fondo del campo rival donde los eliminados propios pueden interactuar con los que están en el campo– y se puede lanzar con bote para eliminar, por lo que los tiros hábiles pueden ser tan eficaces como los fuertes.

Las Jornadas de Educación Física en Aragón, que comenzaron en Calatayud en 2008, impulsaron el despegue colegial del datchball gracias a talleres con docentes; la tarea continuó en Mora de Rubielos en 2010 y en las siguientes citas. "Los maestros abrazaron el datchball como una herramienta útil y divertida para sus clases;hice un tutorial de difusión gratuita con el reglamento, para unificar criterios, compensar habilidades y que no se perdiese la esencia del juego. Finalmente se fijaron equipos de seis jugadores, que pueden ser tres chicos y tres chicas o cuatro y dos, manteniendo la proporción en busca de la igualdad".

Poco a poco, Roberto fue puliendo los aspectos colaterales, desde el respeto al rival a la honradez en los lances del juego. "Me gusta pensar que su nobleza de carácter en la cancha tiene algo que ver con el datchball, aquí no se fomentan las trampas y la pillería como en otros deportes y otras épocas". En Aragón ya hay más de 120 colegios que practican este nuevo deporte, además de 15 clubes por las tres provincias. Las familias se lo pasan de maravilla, no hay follones en los partidos y muchos padres se animan a jugar después de que acaban de competir sus hijos, incluso acaban haciendo sus equipos. Hay dos ligas federadas en España, Aragón y Castilla La Mancha. En sitios tan dispares como Cuenca. Huelva y Zamora hay mucha afición, también en la franja con Lérida. Nos vamos extendiendo; es un deporte aragonés que se ha hecho su hueco fuera de nuestra tierra".

"Nos gusta ganar, pero sabemos perder y mostrar respeto al rival"

El datchball se puede jugar en un espacio acotado por red en cualquier patio colegial, aunque se ha extendido mucho el uso de las pistas de pádel para disfrutar de este deporte; simplemente se quita la red, se disponen los equipos, se colocan los tres balones de espuma en el punto intermedio, dos a los lados y uno en el centro, y listos para jugar. Hay 18 metros de largo y 8 de ancho en categoría absoluta, aunque el campo se acorta en la parte final del juego para dinamizarlo.

A este deporte juegan seis atletas por bando; no pueden pasar al campo contrario ni tocar la cuerda divisoria, no hay contacto. El árbitro se coloca en el centro, grita ‘datchball’ y los jugadores corren a recoger las pelotas para empezar a lanzar, tratar de esquivar los lanzamientos rivales o agarrarlos… los lanzamientos se desactivan cuando tocan la pared, pero sí se puede usar el suelo, lo que faculta a lanzadores menos potentes a la hora de eliminar rivales. Cuando se coge una bola de aire se rescata a un compañero eliminado; los eliminados aguardan por turno a ser rescatados, sin perder nunca la proporción de chicos y chicas. Si pasan cuatro minutos sin eliminaciones, cuando ya quedan menos jugadores, el árbitro para el partido y acorta el campo para complicar más la partida. Cuando un equipo elimina por completo al adversario, gana un set; ganar tres sets supone ganar el partido.

"En competición –explica Roberto– se juega una vez al mes, tres partidos en un día, que suelen sumar alrededor de hora y media; es mejor para la conciliación familiar, porque hay fines de semana libres de madrugones y viajes para los padres. Los partidos son parejos, porque tras la ronda inicial se agrupan los equipos de nivel similar; aquí se trata de aunar diversión, superación, igualdad, competición, cooperación… no están reñidos estos conceptos, nos gusta ganar, pero sabemos perder y mostrar respeto al rival o reconocer su superioridad cuando toca".

Roberto reconoce que sin paredes el juego se ralentiza más. "Las pelotas se escapan en los lanzamientos, así que buscamos las esquinas de los patios o los gimnasios; también colocamos redes protectoras. En los pueblos las pistas de pádel se han generalizado, y son el escenario ideal".

El inventor del juego recuerda que "hay un gran equipo de maestros, compañeros y amigos que han hecho posible que el datchball se extienda y se valore, con la mera intención de propagar una buena experiencia. Yo solo no hubiera hecho nada; la asamblea de la federación aragonesa la forman 30 personas y contamos con 100 árbitros y monitores".

En el gimnasio del Parque Europa se aprecia un detalle revelador del espíritu imbuido a los alumnos; hay murales hechos por alumnos con historias de grandes atletas, desde el fondista checo Emil Zatopek al vallista Edwin Moses, imbatido durante más de 100 carreras consecutivas y doble campeón olímpico, el pertiguista ucraniano Sergei Bubka, el maratoniano y campeón olímpico Abebe Bikila, la campeona olímpica de salto de altura Ruth Beitia y la pionera Katherine Switzer, primera mujer en correr una maratón oficial (Boston, en 1967) y ganadora en Nueva York en 1974.

Artículo incluido en la serie 'Aragón es extraordinario'.

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