NARRATIVA FRANCESA

Zátopek: el campeón desgarbado

Jean Echenoz publica una brillante novela del atleta: Correr.

El escritor Jean Echenoz recrea vidas particulares.
Zátopek: el campeón desgarbado
OLIVIER ROLLER

Emil Zátopek (1922-2000) ha sido uno de los grandes atletas de fondo de todos los tiempos. Poseía “un estilo, en efecto, imposible (…) Emil parece que se encoja y desencoja como si cavara, como en trance. Lejos de los cánones académicos y de cualquier prurito de elegancia, Emil avanza de manera pesada, discontinua, torturada, a intermitencias. No oculta la violencia de su esfuerzo, que se trasluce en su rostro crispado, tetanizado, gesticulante, continuamente crispado por un rictus que resulta ingrato a la vista”, escribe Jean Echenoz (Orange, 1947) en su novela ‘Correr’ de un campeón –logró cuatro medallas de oro y una de plata en dos olimpiadas; en Helsinki, tras visitar a Paavo Nurmi, logró oro en 5.000, 10.000 y maratón- que fue bautizado como ‘La Locomotora Humana’.


Emil llegó al atletismo casi por casualidad: trabajaba en una fábrica de zapatos y fue elegido para participar en una carrera. Igual que su padre, detestaba los deportes. La novela empieza cuando los nazis llegan a su pueblo y lo dominan todo, y avanza levemente cuando los aliados, en concreto los rusos, toman la ciudad en medio de un clima de un desconcierto general.


Jean Echenoz, biógrafo a su modo de ‘Ravel’ en otra novela breve e intensa que ha publicado Anagrama, acota ahí el inicio de su narración. Poco a poco, asistimos más que a la forja de un campeón a la forja de un personaje. A Echenoz le interesa la psicología de Emil, su ingenuidad, sus paradojas: en 1946 ingresó en el ejército checo y compaginó los deberes marciales con la pasión por el atletismo. El libro rezuma humanidad: el joven va de aquí para allá en medio de la burocracia, de la nebulosa enfermiza del régimen, de la represión constante en Praga, a la que aquí se identifica con la ciudad del pánico. “Praga, donde, en esos años, todo el mundo tiene miedo, todo el tiempo, de todo el mundo y de todo, en todas partes”, dice Echenoz.


Todo eso le lleva a vivir situaciones tan chuscas como dramáticas. Una de las más curiosas en la que se produce en los Juegos Interaliados de Berlín en 1946: Checoslovaquia cuenta con un único representante, un atleta desmañado, de zafio y agónico estilo en la pista, que sacará una vuelta a sus rivales en los 5.000 metros. Empezaba su leyenda.


A Echenoz, sin énfasis y con un dominio preciso de sus materiales y del arte de narrar, le interesa no solo el hombre de las gestas, sino el ciudadano, el hombre amable y dulce (los dos adjetivos que mejor definen al atleta), desbordado por las circunstancias, que corre por placer y por rebeldía, y que bate récords. El régimen comunista de Gottwald, que morirá tras un enfriamiento contraído en los funerales de Stalin, lo utilizaba como un estandarte y lo reprimía sin contemplaciones: no le dejaba ir a los países occidentales o capitalistas por temor a que se fugase como Bacigal. Lo tenía vigilado, como se ve en la escena en que un periodista entrevista a su mujer Dana (campeona olímpica de lanzamiento de jabalina) y su asistenta, en realidad una mujer del aparato, ha grabado la conversación y lleva la cinta al partido, o como se ve en la manipulación de sus entrevistas (especialmente donde habló de París o de Brasil). Echenoz narra su evolución y a sus contradicciones, y explica, con rigor y talento, con ironía y lucidez, las claves de un personaje que asumió con dignidad su ocaso y que acabó denostado por el régimen tras su apoyo a Dubcek.


‘Correr’ se lee de un tirón porque es una novela magistral de ritmo e interés, medida en sus elipsis, que retrata a un personaje y a un deporte fascinantes, y que abarca una época donde vivir era enfrentarse a las sucesivas formas del horror y del espionaje. Zátopek fue, también contra los comunistas estalinistas, un corredor de fondo: burló, con sus victorias y su inocencia, al demonio de la perversidad. No siempre lo logró, y de esa derrota deriva su descenso a otros infiernos.