Cosas de delanteros

Álvaro Vázquez regresó a la titularidad bendecido por dos goles claves para el triunfo contra el Oviedo. Su alegría la compartió con Marc Gual, condenado a la suplencia.

Álvaro Vázquez recibe la felicitación de Pombo nada más abrir el marcador
Cosas de delanteros
José Miguel Marco

Borja Iglesias dejó una herencia envenenada, cicuta, en el ataque del Real Zaragoza. Llegó como un delantero de Segunda División B y salió como uno al que apenas le han bastado un puñado de partidos para serlo de nivel de selección española. Borja era único porque incluso en sus peores momentos, aquellos en los que no marcaba, se dudó de él y se abrieron debates sobre si era futbolista para el Zaragoza y para la categoría -porque los hubo, porque en esta plaza siempre los hay-, sumaba de otros modos. Era y es un delantero total: para empezar, para continuar y para finalizar. Algo único, selecto, más para un club como el Zaragoza actual y su economía. Pero se le convenció.

Tras su doloroso adiós, el club trajo a Álvaro Vázquez y Marc Gual como referencias principales para su relevo. Si Borja estuvo prácticamente solo en la delantera del equipo, bien complementado por Pombo o Papunashvili a lo largo del año en materia goleadora, este temporada había dos puntas de rango alto, por esfuerzos a la hora de contratarlos y por la competencia que hubo para traerlos. Lo que sigue es de sobras conocido: ante todo, les ha faltado gol, muy lejos de las cifras de Borja, números que están ahí como una sombra comparativa, un precipicio por el que se han ido cayendo tanto Álvaro como Marc.

El caso de Gual es representativo. Este viernes, se fue al agujero de la suplencia, víctima del desacierto en el remate, no de nada más. A Gual le estaba pasando factura la ansiedad en el gol porque estaba sumando en muchas otras facetas del engranaje colectivo. Hacía jugar a los compañeros y al equipo. Pero el gol es el gol. Y lo trajo Álvaro Vázquez para batir al Oviedo. Su partido hasta el 1-0 estaba muy lejos de lo que Gual había incorporado en partidos anteriores a nivel de juego. Pero Álvaro, a la segunda que tuvo, la enfocó en el lado adecuado. También él falló una clara, como las falló Pombo o Zapater, una muy sencilla que contrasta con el taconazo genial, la espuela de oro, que armó en el segundo gol. Una maniobra tan complicada, tan inverosímil, que abrió preguntas sobre cómo había fallado la anterior y metido esa. Pero el gol es así… viene cuando menos se espera, se va cuando más lo intentas. El Zaragoza fue todo pólvora una vez más, remató 19 veces ayer, pero le faltó de nuevo un mejor detonador, marcó dos goles. Y Gual no estuvo en el campo…

Su relevo lo tomó Álvaro Vázquez, el Lobo, y sus zarpazos marcaron la diferencia. Le dedicó los dos a Marc Gual, a quien abrazó al final del partido, signo de su unión y amistad. Un buen síntoma entre dos delanteros mejores de lo que solo dicen sus números de gol. Mientras, atento a todo, en el palco, Miguel Linares afilaba el cuchillo de la competencia...

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