Pauner: "Estoy muy orgulloso de completar las '7 Cimas'"

El himalayista aragonés relata su ascensión al monte Vinson, el pico más elevado de la Antártida, y su posterior retención durante más de diez días en el campo base.

Carlos Pauner, en el monte Vinson.
Carlos Pauner, en el monte Vinson.
Heraldo

En la noche del domingo 16, Carlos Pauner superó todas las adversidades climatológicas y coronó la cima del monte Vinson, el pico más elevado de la Antárdida (4.897 metros). Con su ascensión, el montañero altoaragonés culminaba su proyecto ‘7 Cimas’, que nacía varios años atrás con el ambicioso objetivo de alcanzar el punto más alto de todos y cada uno de los continentes del mundo. Antes fueron el Everest (2013), el Monte Elbrus (2015), el Aconcagua (2015), el Kilimanjaro (2016), la Pirámide de Carstensz (2016) y también el Denali (2017). Ahora, con el Vinson (2018) le coloca el broche dorado a un proyecto que terminará con una película que mostrará a todos los aragoneses el reto cumplido de Pauner. Un éxito que engrandece aún más el brillante palmarés del himalayista de Montañeros de Aragón en el que sobresalen por derecho propio los 14 ochomiles del planeta.

¿Qué supone para usted alcanzar la cima del monte Vinson?

Estoy muy contento. El tiempo aquí en la Antártida es muy difícil porque hace mucho viento, frío y poder subir ha sido una suerte, la verdad. Estoy muy orgulloso de completar el proyecto que nos marcamos hace ya unos años.

¿Cómo fue la ascensión?

Subimos al campo dos y tuvimos que esperar un día entero porque hacía muchísimo viento. Al siguiente día, el 16, salimos temprano pero seguía haciendo mucho viento y regresamos otra vez al campo dos. Aguantamos, paró un poquito el viento y decidimos atacar la cima. Nos costó unas seis horas y media y llegamos sobre las 21.00 hora española. El día aguantó bastante bien porque paró el viento lo suficiente para poder atacar la cima. Llegamos arriba y luego bajamos sin problemas al campo dos.

¿Qué tipo de ascensión era?

No era una compleja ni difícil. El problema principal eran las condiciones climatológicas de la zona. Primero sales del campo y caminas por un valle, giras a la izquierda y ves el monte. Te montas en la arista y tiene una parte bonita, más técnica, que es la llegada a la cima. Arriba el paisaje es espectacular. Las montañas de la cordillera, la meseta de hielo… es precioso.

Menciona las temperaturas extremas. ¿De cuántos grados estamos hablamos?

El día de la cima estábamos a -30º y con algo de viento, con 10 o 15 kilómetros por hora. La sensación térmica era de -35º. Había que tener mucho cuidado para cualquier cosa. Incluso para hacer las fotos. Ha habido gente que se ha congelado algún dedo porque es muy fácil. El viento es muy frío. En la ascensión nos respetó pero esa misma noche soplaba a cerca de 60 kilómetros por hora.

Regresan al campo base, cambia el tiempo y la avioneta no les puede recoger. Así hasta superar los diez días atrapados en el campo base.

Estábamos dentro de la niebla, no salía el sol y no se daban las condiciones mínimas para asegurar la visibilidad y la seguridad del vuelo. Terminamos hartos de estar esperando, la verdad. Estábamos bien porque teníamos comida, había cocinero... pero es muchísimo tiempo sin hacer nada. Solo esperando para que cambiara el tiempo, nos recogieran y pudiéramos volver a casa.

Pasó incluso las fiestas navideñas allí.

Sí, dentro de lo que cabe, hicimos una pequeña fiesta de Navidad con toda la gente del campo base. Pero la sensación era muy angustiosa porque no podíamos ni salir a andar. Son 150 kilómetros de glaciares con grietas y no podíamos ni salir a dar una pequeña vuelta.

Y, ¿cómo se pasan más de diez días esperando a ser recogido de un campo base?

Hay que crear una rutina. Me levanto por la mañana y voy a desayunar. Leo un poco algún libro que tenemos y después escucho un rato música. Luego llega la hora de comer y después nos echamos un poco la siesta. Por la tarde jugamos un rato a las cartas, hablamos entre nosotros...

Su expedición ha contado con gente de todos los orígenes.

Efectivamente. En el grupo que hicimos la ascensión iba con un lituano, una filipina, una suiza, una noruega, un ruso y un inglés. Buenos compañeros todos ellos. Luego, en el campo base estábamos unos quince. Chinos, rusos, ingleses... lo que más hicimos fue jugar a las cartas.

¿Se le hizo muy dura esa espera?

Lo llevé muy mal. Es la primera vez que me pasaba algo así. A mí me ha tocado mucho esperar en campos base pero para atacar la cima. Esperar para volver a casa es una situación difícil que desmoraliza mucho, especialmente el hecho de haber tenido que pasar las navidades fuera de casa, que no tenía que haber sido así.

Más allá de los inconvenientes para su regreso a España, ¿qué supone para Carlos Pauner completar el proyecto de las ‘7 Cimas’?

Estoy muy contento y orgulloso de terminar este proyecto de las ‘7 Cimas’. Es un reto que empecé hace unos años y me ha hecho recorrer ambientes muy distintos. Más allá de ser montañas más o menos difíciles, las principales dificultades han sido logísticas por tratarse de lugares muy recónditos del mundo. Es un proyecto bonito y ojalá podamos hacer una buena película con todo el material y enseñárselos a todos los aragoneses.

En esta última ascensión al monte Vinson, ¿qué ha sido lo más complicado?

Sin duda las condiciones climatológicas. Hace frío y mucho viento. Si no hubiéramos tenido esa pequeña ventana no hubiéramos podido subir. Por eso estoy muy contento a pesar de todo lo que ha sucedido después en el campo base.

Con los 14 ochomiles en el bolsillo y una vez ya completado el proyecto de las ‘7 Cimas’, ¿qué objetivo tiene ahora en mente?

He pasado demasiado frío aquí como para pensar ya en un nuevo proyecto (risas). Ahora quiero volver a casa, descansar con la familia y encarar nuevos retos el año que viene, que seguro que serán muchos y muy bonitos.

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