Parece imposible abrir esta entrevista sin aludir a sus cinco Tour de Francia, que brillan con luz propia, todos ellos conseguidos de manera consecutiva.

No fueron muchos años (1991 a 1995), pero sí muy intensos. Fue clave no sufrir ninguna caída o lesión. Tampoco ningún pinchazo, que puede dar al traste con tus opciones. Hay que tener suerte en este tipo de carreras; o, mejor dicho, no tener mala suerte.

También ha entrado recientemente en el Salón de la Fama del Giro de Italia, otro de los capítulos más brillantes de su extenso palmarés.

Estar en el selecto grupo que engrosan Eddy Merckx, Bernard Hinault y otros grandes campeones es un motivo de satisfacción. Es muy bonito que se acuerden de mí más de 25 años después de ganar mi primer Giro.

¿Cuál es su relación actual con las dos ruedas?

Hago marchas cicloturistas para promocionar este deporte y salidas con diferentes clubes los domingos. Aunque las piernas ya no me dan como entonces (risas).

En nuestra Comunidad estuvo para disputar la Vuelta a Aragón, que vuelve este año tras desaparecer en 2005.

Su regreso es una buena noticia para el mundo del ciclismo y los aficionados aragoneses. Hoy en día, este se sigue por la tele o las redes sociales. Existen muy pocas oportunidades de verlo en directo. Ha sido una de las mejores carreras a nivel nacional; han venido muy buenos campeones. Tenía su prestigio porque era exigente: montaña, falsos llanos, aire... En el 95, estuve peleando con Fernando Escartín; al final, ganó él.

¿Cómo ve el futuro del ciclismo aragonés tras la retirada de Vicioso? Actualmente, hay cuatro jóvenes corredores en el pelotón profesional: Arcas, Castrillo, Barceló y Samitier.

No se sabe hasta dónde van a llegar, pero apuntan muy bien. Representan sin duda la nueva generación de nuestro ciclismo.

A nivel mundial, el posible positivo del astro Froome en la última Vuelta a España centra la atención. ¿Teme que se confirme?

Es complicado. Unos dicen que es un positivo y otros que es un falso negativo. Para el aficionado, es un poco extraño que su caso todavía no esté resuelto. Espero que se solucione rápido, pues deriva en una mala imagen para el ciclismo.

Aunque es un deporte que, pese a los escándalos, es capaz de reconvertirse y seguir atrayendo al público.

El ciclismo gusta. Es una manera de disfrutar y olvidar los problemas del día a día. Hemos tenido épocas malas, pero creo que se están poniendo los medios y aplicando las normas para que todo mejore. En todos los deportes hay problemas a solucionar.

Las últimas sospechas se sitúan en torno al dopaje tecnológico, el uso de motores en las bicicletas. Todo muy sofisticado (y punible).

Sí. Por eso, hay que adaptar las normas a los tiempos. Todos deben correr en igualdad de condiciones. Esta excepción no quiere decir que no se deba aceptar la tecnología en el deporte; por ejemplo, las comunicaciones con el corredor (pinganillo).

Cómo hemos cambiado, como diría la canción.

El ciclismo de competición ha dejado de concentrarse en Europa. Se corre en Australia, África, Sudamérica... Igual para el aficionado ha perdido algo de romanticismo por el alto grado de profesionalización que se ha alcanzado. Pero creo que ha evolucionado para mejor, aunque faltan más patrocinadores y equipos. También ha habido un bum popular que tiene una parte buena y otra mala. Se practica mucho con fines deportivos y turísticos, pero cada vez hay más accidentes en carretera. Tenemos que aprender a convivir ciclistas y coches.