Adrián, el portero bendecido

La peripecia vital del guardameta juvenil del Ríos Renovables, un exlanzador de peso que derribó a todo un Barça después de realizar 33 paradas.

Una pelota. Detrás, un muro llamado Adrián Pereira Oliveros.
Adrián, el portero bendecido
Oliver Duch

Suele decirse que la suerte premia a los malos. Adrián Pereira demuestra que no es cierto del todo. El guardameta del Ríos Renovables se destapó el pasado fin de semana en el escaparate más privilegiado del sala mundial, la Copa de España. Fue un muro infranqueable para el Barça, que estrelló hasta 33 pelotas contra el juvenil cuerpo del chaval. El triunfo ante el club catalán encumbró a Adrián, un guardameta que hace apenas dos meses cumplió la mayoría de edad y que ya es tentado por los mejores clubs del mundo: Movistar Inter y El Pozo de Murcia.

De vuelta a casa tras el salto al estrellato, la vida no ha cambiado demasiado para Adrián. "Esta mañana –por ayer– he ido al instituto de Pedrola. Yo soy de Figueruelas. Me ha pedido un autógrafo el profesor de Economía, don Jesús, y los compañeros me han felicitado", sonrió el chaval, que asimila con naturalidad todo lo que le ha ocurrido. "Por lo demás, todo muy normal", apuntó el guardián del Ríos Renovables.

Tres días después, le gesta todavía permanecía en la memoria de Adrián. "Hubo un poco de suerte, pero lo cierto es que la buscamos. El equipo luchó un montón y supimos aprovechar nuestra oportunidad. No es normal que el Barça dispare 33 veces y no gane. Yo hice lo que pude, además del penalti que paré en la tanda. Luego, contra el Jaén, quizá nos faltó la suerte que tuvimos contra el Barça y perdimos en el último instante en semifinales, que siempre es un palo. De todas formas, la experiencia fue muy bonita. Jugar ante tanta gente (más de 12.000 espectadores en el Wizink Center de Madrid), con mi familia detrás de portería...", dibujó Adrián.

Su familia es muy importante en esta historia. Su padre es Jorge Luiz Pereira, el mítico Ney. Y su madre, Gloria, exguardameta de fútbol sala en Figueruelas. "Estaba predestinado. Prácticamente nací en una portería de fútbol sala", dijo, para luego explicar tal singularidad. "Ney, mi padre, vino a jugar al fútbol sala a España desde Brasil. Coincidió en Zaragoza con futbolistas del nivel de Duda (el genial Eduardo Thiago Lenz, ahora entrenador de El Pozo de Murcia). Cuando se retiró, vino a Figueruelas como coordinador de Deportes. En Figueruelas conoció a Gloria, mi madre. Un día fueron a jugar a Sobradiel y no tenían portera, y se tuvo que poner mi madre en la portería. Luego se casaron. Las fotos de la boda las hicieron en el pabellón de Figueruelas. Hasta que nací yo el 10 de enero de 2000", narró el portero de moda del fútbol sala español.

Con todo lo apuntado con anterioridad, estaba cantado que el primer niño nacido en Figueruelas en el tercer milenio iba a dar que hablar. "Llevo toda la vida jugando a fútbol sala. Como mi madre me tiraba balones en la portería, empecé a jugar de portero desde los cuatro años. Pero mi padre me enseñó también a manejar la pelota", explicó. Así comenzó la singular historia del portero goleador. "Jugaba de portero, pero en el equipo hacíamos jugadas para que disparara yo. Hubo temporadas que llegué a marcar hasta 30 goles o más", confesó.

Su saque de puerta también comenzó a ser valorado por técnicos de otros deportes. "Comencé a practicar atletismo con 11 años. Hacía lanzamiento de peso y martillo en Pedrola con el entrenador Juan Luna. Con 12 años gané en Soria el Campeonato Intercomunidades (Campeonato de España) de mi edad. Fiché por el Scorpio, hasta que dejé el atletismo para centrarme totalmente en el fútbol sala hace dos años", fechó.

La decisión fue muy madurada. "También estuve entrenando con los juveniles del Movistar Inter y con El Pozo, pues Duda conoce a mi padre. Al final, me quedé en Zaragoza. Tanto el año pasado como éste, juego en el equipo juvenil, hasta que ha ocurrido todo lo que ha pasado en los últimos días y semanas", prosiguió.

Por si no lo saben, lo que ha ocurrido en los últimos días y semanas nos lo cuenta el protagonista. "Yo estaba jugando en el equipo juvenil y primero se lesionó Iván Bernad. Después, se lesionó el otro portero, Arturo Santamaría. Tuvimos un accidente grave camino de Jaén. Con los dos porteros lesionados, tuve que jugar en el Palau Blaugrana ante el Barça y me metieron 11 goles en el partido de Liga. Días después llegó la Copa de España. Madrid, un pabellón enorme, televisión en directo... Y me salió y nos salieron muy bien las cosas. Entrevistas, autógrafos... Fue precioso", verbalizó el portero bendecido.

Las palabras finales están repletas de emoción. Miren su camiseta. A su espalda, el número 28, el mismo que el de su ídolo, Paco Sedano, el portero del Barça al que dejó a la altura del betún el viernes pasado. Pero, sobre todo, miren su hombro derecho: "Llevo un lazo negro en memoria de mi mejor amigo, Jesús Herrero, que murió en octubre pasado después de sufrir muerte súbita cuando jugaba a fútbol sala".

Lo dicho, Jesús, la gesta del otro día fue para ti.

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