La fiesta del baloncesto

Zaragoza vive con entusiasmo la cuarta victoria de España y el regreso a casa de Rodrigo San Miguel. Barreiro debutó con la absoluta y Aguilar fue el jugador más productivo.

Los jugadores de la selección española celebran la victoria de ayer en el pabellón Príncipe Felipe, la cuarta de la fase de clasificación.
Los jugadores de la selección española celebran la victoria de ayer en el pabellón Príncipe Felipe, la cuarta de la fase de clasificación.
Guillermo Mestre

La selección española regresó a Zaragoza. Y aunque lo hizo sin sus jugadores más rutilantes, su repercusión mediática generó una entrada magistral en el pabellón Príncipe Felipe: alrededor de 9.000 espectadores acudieron este lunes a la cita para respaldar la actuación del equipo nacional, que conquistó una nueva victoria ante Montenegro y fortalece, de esta forma, sus aspiraciones de clasificarse para el Mundial de China de 2019.

De momento, el cuadro de Scariolo se ha adjudicado el triunfo en sus cuatro compromisos oficiales. Su andadura es firme, convincente, sin apenas síntomas de flaqueza; sus resultados, incuestionables; y todo ello, con su estilo de juego dinámico, alegre y veloz, desmarcado de la mediocridad, muy atractivo para los aficionados. Y eso que la selección, sometida por las estrecheces del calendario, ha sido despojada de sus piezas más imponentes. De hecho, ha encarado sus cuatro partidos sin los 15 jugadores que compiten en la Euroliga, y también sin la presencia de sus ocho representantes en la NBA. No es el equipo histórico, talentoso y espectacular que viene acumulando éxitos mayúsculos durante las dos últimas décadas.

Sin embargo, España sigue contando con una nómina de jugadores solventes, fiables y competitivos, habituados a combatir en escenarios supremos y ante rivales de una exigencia máxima. Pese a todos los contratiempos, Scariolo ha sabido conformar un bloque interesante, distinguido por su carácter, su orgullo, su compromiso, su espíritu colectivo y su capacidad para derribar todas las previsiones, por muy inaccesibles que parezcan. En este sentido, su respuesta está resultado formidable: lidera el Grupo A, tras permanecer invicto en las cuatro primeras jornadas, e incluso derrotó con autoridad a Eslovenia, la actual campeona continental, el pasado mes de noviembre.

Con estos precedentes, España partía este lunes como indiscutible candidato a la victoria. Una suposición que oficializó ya en los primeros compases, con un despliegue devastador. El combinado nacional arrolló en el inicio, impulsado una defensa tenaz y una efectividad máxima desde el perímetro: acertó en sus tres primeros lanzamientos triples –el primero de Jaime Fernández y los dos posteriores de Quino Colom–, y enseguida edificó una sólida ventaja. En apenas dos minutos había adquirido una renta de 9 puntos (11-2), lo que obligó al técnico de Montenegro, Zvezdan Mitrovic, a detener el encuentro con mayor antelación de lo previsto. Pero el duelo mantuvo el mismo guión.

Los españoles, muy sólidos atrás, sin desatenciones en las labores de contención, anulaban la mayoría de las ofensivas de su oponente. Al mismo tiempo, España se manejaba en ataque con criterio y seguridad, con una buena circulación de balón que generaba numerosos tiros liberados (22-12). Rodrigo San Miguel saltó a la pista a los 7 minutos, y lo hizo en medio de una ovación atronadora, emocionante, unánime y sincera. El base volvía al hogar, ahora como componente de la selección, y exhibió descaro en cada una de sus intervenciones.

Pero Montenegro no admite ninguna distracción. Al contrario, se sobrepuso con entereza a su desalentador inicio de partido y recuperó el pulso de la mano de Zoran Nikolic, un azote permanente en el juego interior. El pívot facturó ocho puntos en el acto inaugural, sin fallo alguno en sus lanzamientos, y lideró el intento de remontada de los visitantes (23-17). En los últimos compases del cuarto le llegó el turno a Jonathan Barreiro, alero del Tecnyconta, quien se estrenó, por fin, con el combinado absoluto después de protagonizar importantes gestas en las categorías inferiores de la selección.

Fue Barreiro, precisamente, quien levantó a la grada con un certero triple (26-17) en la primera acción del segundo acto. Con sólo 20 años, el gallego ha adquirido una convicción admirable en su juego. Ha protagonizado un importante crecimiento en el presente curso, muy por encima de las expectativas generadas, y ayer tuvo su justa recompensa con los ocho minutos que permaneció sobre la pista. Pese al despliegue del conjunto español, Montenegro seguía optando la victoria al filo del cuarto de hora. Emergió entonces la figura de Pablo Aguilar, un jugador especialmente querido en Zaragoza. El ala-pívot, excapitán del Tecnyconta –donde permaneció tres temporadas–, inició un nuevo despegue de la escuadra local con 9 puntos consecutivos. Los visitantes contestaron con dos triples de Vranjes; pero España seguía gobernando el duelo en el intermedio (46-39), sostenido por su puntería desde la línea exterior: al descanso había convertido 8 de sus 12 lanzamientos desde la línea de 6,75, lo que se traduce en un 67% de efectividad. Y con Quino Colom, otro exjugador del Tecnyconta, como principal ejecutor.

La sentencia

Al poco de la reanudación, el conjunto de Scariolo amplió su renta hasta los 12 puntos, después de certero triple de Pablo Aguilar y una canasta de Fran Vázquez bajo los aros (53-41). A partir de ahí, Montenegro se quedó sin respuestas, sobre todo en sus acciones ofensivas, y ya no pudo aspirar a la victoria. A la media hora, los locales ya tenían el choque muy inclinado a su favor, tras haber dejado a su adversario en sólo 53 puntos anotados (64-53). Y España, ahora sí, pudo disfrutar hasta el final de un partido plácido y sosegado, sin apenas oposición.

Con el partido ya finiquitado, el acto definitivo resultó áspero, trabado, sin ritmo ni fluidez, con numerosas imprecisiones en los dos bandos. El juego se tornó lento, malo y previsible. La anotación se redujo drásticamente. En la grada, sin embargo, la fiesta no decayó. No podía hacerlo en Zaragoza, una ciudad de baloncesto caracterizada por su fidelidad, su entusiasmo y su fervor. La Caixa, patrocinador oficial de la Federación Española, añadió otro atractivo para sus principales clientes, cuyos hijos pudieron fotografiarse a pie de pista con los jugadores.

La afición se rindió a Rodrigo, que vivió un día grande en su casa, al abrigo de sus amigos y familiares, y también con el estreno de Barreiro, quien cerró el partido con un certero triple desde la esquina. Pero fue Aguilar, incontenible, quien ocupó el centro de la escena con una actuación de altura: finalizó la contienda con 16 créditos de valoración, fundamentados en 16 puntos y 4 rebotes en 23 minutos de juego. Salió nuevamente ovacionado. En el Tecnyconta, Aguilar siempre fue un referente a quien admirar, respetar, secundar y seguir. Y Zaragoza nunca olvida a sus ídolos.

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