Un mar de rocas para llegar al río

La falta de agua en el puerto de Vadorrey obliga a decenas de piragüistas a atravesar cada día una zona pedregosa y en desnivel para embarcar en el Ebro.

Varios piragüistas se preparan para embarcar a unos metros del puerto de Vadorrey.
Varios piragüistas se preparan para embarcar a unos metros del puerto de Vadorrey.
Oliver Duch

Apenas les separan unos metros de la orilla, pero el camino no es de rosas, precisamente. La avería de una de las compuertas del azud, que ha dejado sin agua el puerto de Vadorrey, ha obligado a decenas de piragüistas a buscar una alternativa (nada cómoda) para echar al río sus embarcaciones.

Se trata de una zona de piedras situada a unos metros del muelle que, para disgusto de los deportistas, está en cuesta. "Bajamos con niños a partir de ocho años y es un riesgo. Tenemos que ir con mil ojos y perdemos muchísimo tiempo", explicó Mamen Pelegrín, miembro del equipo técnico del club deportivo Monkayak Hiberus, al tiempo que recordó que hay piraguas que pesan hasta 17 kilos, circunstancia que les obliga a sacarlas entre dos personas. "Para uno solo es arriesgado", añadió.

Peor están las cosas para los remeros, que "tienen el campeonato de España el día 24 y no pueden embarcar". "Al principio pisaban cada día el lodo que ha aparecido junto al puerto para ver si se ha secado y pueden salir. Ahora, han optado por salir desde el Náutico o por Helios", indicó. Los problemas comenzaron hace prácticamente dos semanas. El pasado domingo, la zona estaba ya "impracticable".

Pelegrín estima que hay hasta 200 piragüistas afectados. "Solo en nuestro club somos 145", apuntó. También perjudica a deportistas de Helios y del Club Náutico, ya que el nivel del río les impide acercarse hasta esta zona.

Aunque cada salida se ha convertido "en un periplo", descarta cancelarlas para no perjudicar a los niños. "Ahora llega el verano y da gusto estar en el río. No sería justo después de todo el invierno entrenando", manifestó.

Pequeños y adultos tienden a bajar los lunes, miércoles, viernes y sábados. Salen desde el puerto, ya que la lengua de agua facilita los entrenamientos. "Estamos muy preocupados. Si el nivel sigue bajando no sé si vamos a poder salir", expuso Pelegrín. Sostuvo, por otra parte, que también hay riesgo para las embarcaciones, que "se están estropeando".

Pese a que los pequeños saltan de piedra en piedra, para los mayores, encargados de vigilarles y de portar las piraguas, bajar resulta más complicado. Una vez en el agua tampoco conviene bajar la guardia, dado que "al no haber prácticamente caudal, aparecen piedras y ramas que no se ven". A esto hay que sumar "la presencia de mosca negra y mosquitos", cada vez más molestos.

La temporada, en riesgo

Los deportistas temen que este contratiempo lastre la temporada estival, también marcada por la presencia masiva de algas. Hasta nueva orden, el gobierno ha prohibido navegar a menos de 200 metros del azud. El problema, detectado a finales de 2016, se ha solucionado hasta ahora inyectando aceite en el sistema, pero esta vez será necesaria una intervención de mayor calado.

Para reivindicar una solución urgente, los usuarios del río tienen previsto hacerse una foto de familia en el Ebro el próximo martes. Con ella, quieren llamar la atención de las instituciones y hacer ver la cantidad de personas a las que afecta el problema.

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